Alexis de Tocqueville
(Charles-Alexis Clérel de Tocqueville; Verneuil, Île-de-France, 1805 - Cannes, 1859) Pensador y político liberal francés. Procedente de una familia noble, Tocqueville fue uno de los observadores más lúcidos del cambio producido en su época por la revolución liberal. Estudió Derecho y obtuvo una plaza de magistrado en Versalles en 1827. Pero su inquietud intelectual le llevó a alejarse de la rutina en 1831, viajando a los Estados Unidos para estudiar su sistema penitenciario.
La estancia en aquel país le sirvió para profundizar en el análisis del sistema político y social norteamericano, que retrató en su obra La democracia en América (1835-40). En ella reflejó su admiración por el modelo liberal-democrático americano, que consideraba mucho más equilibrado que el que propugnaban los revolucionarios europeos (por elementos moderadores, como la autonomía local).
Tocqueville abandonó la magistratura para dedicarse a la producción intelectual y a la actividad política: en 1839 fue elegido diputado y en 1841 miembro de la Academia francesa. Condenó tanto la Revolución de 1848 (que acabó con la Monarquía de Luis Felipe) como el golpe de Estado de Napoleón III en 1851-52 (que liquidó la Segunda República y dio paso al Segundo Imperio). Pero, entre ambos acontecimientos, aceptó servir a la Segunda República como ministro de Asuntos Exteriores (1848), antes de retirarse definitivamente de la política.
En pleno Imperio napoleónico nace y se formará Tocqueville en su niñez y si bien en 1815 la Restauración con Luis XVIII y con Carlos X significará un retroceso tanto en los aspectos democráticos como en lo educativo, en 1830, la entronización de Luis Felipe implicará el restablecimiento de algunas libertades. Tocqueville tendrá para entonces 25 años de edad y será durante la monarquía burguesa de julio que llevará a cabo sus viajes, a los Estados Unidos primero (1831) y a Argelia, ya ocupada por Francia, después (1841 y 1846).
Aristócrata proveniente de una familia normanda de la antigua nobleza, ingresará a la Academia Francesa en 1840 por el prestigio obtenido con su estudio de la democracia estadounidense y durante el resto de sus días será un ferviente partidario de la Libertad, como principio esencial para el progreso de los pueblos, aceptando en la práctica las conquistas más decididas de la Revolución Francesa, a la que juzgaba como el anhelo imprescindible y concreto en la historia del mundo para posibilitar la formación de una conciencia civil en los ámbitos de los Estados.
Defensor a ultranza de las autonomías locales comunales, en 1839 será diputado por La Manche, mostrando en el Parlamento un notable espíritu de independencia de criterio, basado siempre en los principios de liberalismo, especializado y orientado constantemente hacia la solución de los problemas planteados por el manejo de lo económico y del desarrollo de lo educativo.
Su intelecto perspicaz, que le posibilitará intuir para el siglo XX la preminencia internacional de Rusia y de los EE.UU., también le permitirá anticipar el estallido revolucionario de 1848, pasado el cual volverá al Parlamento como Constituyente y como Legislador, cargos desde los cuales mostrará actitudes adversas a las ambiciones políticas del que Víctor Hugo denominaría: Napoleón el pequeño, Napoleón III, que encarnará nuevamente un régimen de centralización en detrimento de los derechos democráticos de las autonomías locales. Será más tarde Ministro de Negocios Extranjeros, cargo desde el cual tenderá a apoyarse en las políticas liberales británicas, frente a las reaccionarias Austria y Rusia.
Encarcelado por su espíritu independiente y defensor de la democracia, al ser liberado viajará por Italia y Alemania y al volver a Francia vivirá retirado en su castillo de Normandía, entregado de lleno a las investigaciones historiográficas y a la publicación de sus escritos.
Claro exponente de la época que le tocó vivir, Tocqueville se formará, bien que desde un equilibrado centrismo, a partir de las concepciones que en cuanto al ejercicio de la democracia y respecto a los fines de la educación, se difundieron y llevaron a la práctica desde las Asambleas revolucionarias francesas. Conceptos tales como universalidad, obligatoriedad y gratuidad en la enseñanza iniciaron su camino de difusión mundial, considerados como la base democrática sobre la cual debían estructurarse los Estados. Napoleón sintetizará esa simbiosis al sostener que "Antes de ser soldado, todo francés es un individuo con derechos ciudadanos, para el conocimiento de los cuales será preciso educarlo como integrante pleno de la nación; sólo entonces podrá armarse para sostener y defender esos derechos. Lo cual constituye la formulación del concepto de La Nación en armas, que dio origen al Servicio Militar Obligatorio.
Es sabido que, a partir de 1789 y merced a los triunfos de los ejércitos republicanos e imperiales, esos enfoques de educación y democracia se difundieron y en buena medida se aclimataron en Europa y aun cuando el paso de la historia registrará avances y retrocesos en la aceptación de esos esos conceptos universales, los mismos no podrán ser ya erradicados ni desconocidos por los Estados organizados, cierto que con dos características precisas: el avance de los poderes centrales sobre las autonomías locales, lo cual podría ser considerado en otros continentes como un de- mérito, y la constitución de sistemas educativos nacionales, centralizados en función del modelo de nación que se pretenda estructurar.
Desde esa realidad europea decimonónica, desde esa atmósfera mental progresista vigente en los ámbitos continentales y desde su propia mentalidad liberal en el romanticismo vigente, formulará Tocqueville sus apreciaciones entusiastas respecto a la democracia en América.
De la Démocratie en Amérique
La aristocracia y el individualismo, el despotismo y los intentos de centralización estatal, son las facetas que observa Tocqueville en 1831, pero lo que más chocó a su mentalidad de aristócrata europeo, fue la "igualdad de condiciones", que él atribuye a variadas circunstancias, entre otras a la legislación que rige las sucesiones, que todo lo reduce a un nivel igualitario, generando un impresionante Estado social: "Los hombres en América, para alcanzar alguna riqueza necesitan ejercer una profesión la cual exige siempre un aprendizaje. Los americanos, pues, no pueden conceder al cultivo general de la inteligencia más que los primeros años de su vida: a los quince años entran en una carrera, de manera tal que su educación termina en la misma etapa en que comienza la nuestra. Si la continúan después de ese plazo, no se dirige más que a una materia especial y lucrativa: se estudia una ciencia igual que se elige un oficio y con ello no se persigue otro fin que las aplicaciones cuya utilidad presente está reconocida. [...] la mayor parte son gentes ocupadas; de donde resulta que, cuando podría tenerse afición al estudio, no se tiene tiempo para dedicarlo a él y, cuando se ha adquirido el tiempo para dedicárselo, ya no se tiene afición al estudio.
No existe pues en América, en absoluto, una clase en que la inclinación por los placeres intelectuales se transmita con facilidad, ni ocios hereditarios, ni que tenga como un honor los trabajos de la inteligencia.
[...] Hay allí, pues, una multitud inmensa de individuos que poseen el mismo número de nociones poco más o menos, en materia de religión, de historia, de ciencias, de economía política, de legislación, de gobierno. La desigualdad intelectual procede directamente de Dios, y el hombre no podrá impedir que reaparezca siempre. [...]
El tiempo, los acontecimientos, las leyes, han formado allí al elemento democrático, no sólo como factor preponderante, sino único, por así decir. [...]
América presenta entonces en su estado social, el más extraño fenómeno. Los hombres se muestran iguales por su fortuna y por su inteligencia, o, dicho en otros términos, más igualmente fuertes que lo son en ningún país del mundo, o que lo haya sido en ningún siglo de los que la historia conserva recuerdo.
Hemos querido citar textualmente estos párrafos extractados de la obra de Tocqueville, porque entendemos que en ellos se patentiza la idea que, respecto a educación y democracia en América se formó el autor.
El acento de su análisis lo pone en las formas que allí asumen la democracia y la soberanía del pueblo, pero cuando en el capítulo 4 estudia lo que ocurre en particular en cada Estado de la Unión, no deja se señalar la circunstancias que imperceptiblemente nivelan a todos en lo educativo: no niega la existencia de algunos espíritus selectos y de pensadores originales, pero pareciera que esa igualdad democrática que lo entusiasma fuera en buena medida el resultado paralelo de una educación no diversificada e igualitaria a la que acceden todos, mientras que en la vieja Europa existen otros niveles de excelencia, pero restringidos a unos pocos privilegiados.
El aserto de que "Nada hace tan diferentes a los hombres como la educación", preside tácitamente su pensamiento.
Recurrentemente insiste también en la importancia de la que llama Ley de las sucesiones y que refiere a la herencia y por ende al derecho de propiedad, hallando que en sus formas americanas, la misma terminó por romper las influencias locales., en lo cual, tal vez se equivoca o exagera un poco su importancia, pero objetivamente considerada, la facilidad del acceso a la propiedad de la tierra que caracterizó al Destino Manifiesto de extenderse hasta el Pacífico, reviste enormes diferencias con lo que sucedió en nuestro país, en el cual, después de 1879, cuando lleguen las oleadas inmigratorias, "las extensiones estarán vacías, pero tendrán dueños".
Otro aspecto de la democracia que estudia Tocqueville es el relacionado con lo electoral. Los colonos habían gozado desde sus inicios de variados sistemas para elegir a los miembros de las Asambleas locales, todos eran más o menos censatarios, pero según Tocqueville:"¡Cosa singular! El impulso democrático pudo manifestarse de manera más irresistible en aquellos Estados en los cuales la aristocracia tenía más profundas raíces," encontrando que en ellos fue, paradójicamente, donde con más rapidez se llegó al sufragio universal.
También anota que los EE.UU. poseen una constitución compleja, notablemente heredera del Common Law y a base de sucesivas enmiendas, encontrando que políticamente "se trata de dos sociedades distintas, comprometidas, encajadas la una en la otra; se ven dos gobiernos completamente separados y casi independientes: uno, habitual e indefinido, que responde a las necesidades cotidianas de la sociedad; el otro, excepcional y circunscrito, que no se aplica más que a ciertos intereses generales. Son [en 1831] veinticuatro pequeñas naciones soberanas, cuyo conjunto forma el gran cuerpo de la Unión".
Aprecia el autor que el pueblo reina sobre el mundo político americano como Dios sobre el universo. Él es la causa y el fin de todas las cosas: todo emana de él y todo se absorbe en él. Se trata de un poder absoluto, dice, Pero no el de uno solo. Ni exactamente el de todos. Es el del mayor número, el de la mayoría y agrega: "Fuera de la mayoría, en las democracias no hay nada que resista".
Uno de los puntos fundamentales en De la Démocratie, es el de la centralización, tema que atraviesa toda la obra. Tocqueville, cuya infancia vivió los últimos años del Primer Imperio, está -a nuestro juicio- tremendamente sensibilizado respecto a ese fenómeno político al que rechaza con horror exclamando: "Todos los genios guerreros aman la centralización... y todos los genios centralizadores aman la guerra". Es la imagen rediviva de Napoleón I, genio de la organización centralizada... y de la guerra, la cual, por otra parte, muestra a través de la historia cómo los grandes guerreros, lo son, casi sin excepción, por ser grandes organizadores.
De las asociaciones dice: " Nada hay que la voluntad humana no pueda alcanzar merced al libre accionar del poder colectivo de los individuos".
Concluyendo en que, mientras en Francia a la cabeza de una empresa nueva siempre se verá al gobierno y en Inglaterra a un magnate, "en los Estados Unidos encontraremos una asociación".
El sentido de la democracia americana influye también según Tocqueville en las formas del catolicismo estadounidense, dado que se lo ha colocado bajo una concepción liberal: "los católicos de los EE.UU. son a la vez los fieles más sumisos y los ciudadanos más independientes.
Concluyendo en que: A diferencia de Europa, donde política y religión se imbrican íntimamente, en América, la religión, independiente de los poderes terrenales, no resulta nunca herida por los golpes que se dirigen a dichos poderes".
Aunque Tocqueville en sus análisis sólo aborda tangencialmente lo educativo, sus reflexiones sobre la democracia americana, se afirman decididamente en el ejercicio descentralizado del poder, en los ámbitos municipales y de las pequeñas comunidades. Contemporáneo, como ya se dijo, de la Francia de la Restauración borbónica con sus restricciones a la democracia y de la Monarquía de Julio con su espíritu clasista, nuestro autor, admirará sin reservas esa capacidad de los Estados de la Unión de reservarse la mayor parte de sus facultades locales, delegando -pero nunca demasiado- las imprescindibles a los poderes centrales, lo cual a su juicio y a medida que el ejercicio ininterrumpido de esas formas democráticas se acentuara, libraría a los norteamericanos de eventuales abusos del poder central, protegiendo sus libertades individuales. Aunque no lo dice explícitamente, la lectura de su obra maestra deja flotando la presunción de que, en alguna medida, esas estructuras democráticas que lo entusiasman, tienen origen en las diferencias localistas de las colonias originales, sobre todo a partir de sus diversidades religiosas y, a caballo de éstas, sus distintos fines educativos, unificados al comienzo únicamente por un republicanismo a ultranza, en el que la búsqueda de la libertad no se coloca por encima del deseo de igualdad, por la cual sienten "una pasión ardiente, insaciable, eterna, invencible: quieren la igualdad en la libertad, y si no pueden obtenerla, la quieren también en la esclavitud,[...] convencidos de que la igualdad social conduce a la igualdad política: la soberanía de todos, mientras que el poder absoluto significa el poder de uno solo sobre el conjunto de la sociedad".
Esta soberanía del pueblo constituye, al decir de Tocqueville, un verdadero dogma americano: ha adquirido en los EE.UU. todos los desarrollos prácticos concebibles, todas las formas: no existe allí ningún poder exterior al cuerpo social.
Democracy and Education
El 16 de abril de 1859 fallecerá en Cannes Alexis de Tocqueville. Ese mismo año, en Burlington, Estado de Vermont, nacerá el filósofo y pedagogo norteamericano, John Dewey, que tendrá seis años de edad cuando finalice la Guerra de Secesión y, aun cuando vivirá más de la mitad de sus años en el siglo XX, puesto que fallecerá en 1952, es un referente obligado por lo que se refiere a lo educativo, para la segunda parte del siglo XIX, no sólo en su país sino también a nivel mundial.
Su tratado sobre Filosofía de la Educación: Democracy and Education. An Introduction to the Philosophy of Education, aunque publicado en 1916, constituye un agudo análisis de las ideas finiseculares vigentes en la sociedad norteamericana y aplicadas a la educación, estableciendo los fines constructivos y los métodos educacionales, desde el punto de vista de la democracia, lo que por una parte nos permitirá, en la medida de lo posible, comprobar si las proyecciones de Tocqueville en relación a la democracia norteamericana descentralizada se cumplieron y con qué caracteres y por otra parte visualizar, ahora puntualmente, esa interdependencia de que venimos hablando entre Democracia y Educación.
Los Estados Unidos posteriores a la Guerra de Secesión ya no serán los que visitó Tocqueville en 1831. Por de pronto, el triunfo de los federales o nordistas, que habían alcanzado un destacado desarrollo industrial capitalista, significó la ruina de los confederados sudistas, cuya economía, basada en la producción de plantaciones de algodón, tabaco y otros cultivos tropicales, funcionaba merced a la utilización de la mano de obra barata suministrada por el sistema esclavista. Más de seiscientos mil muertos en cinco años de guerra mortífera entre los Estados de ambos bandos, necesariamente debían pesar económica y socialmente en la fisonomía de la nación: la aristocracia de plantadores sureños dejaría de tener vigencia y poderío, frente al ascenso incontenible del empresariado comercial e industrial del norte.
La década del 70 asistirá al nacimiento de los primeros monopolios y a la sanción de las primeras leyes antitrust, en tanto que en la del 80, completada la Conquista del Oeste, aniquilados o neutralizados los restos de las tribus indígenas, unidas por varias líneas ferroviarias paralelas las ciudades de la costa atlántica con las del Pacífico, surgirán incontenibles las grandes concentraciones económico-financieras de los gigantes del carbón y del acero y más tarde del petróleo y del caucho, así como también las primeras asociaciones sindicales, con su correlato de luchas por los derechos gremiales con sus huelgas masivas. Una docena de grandes ciudades se poblarán de altísimos rascacielos y, aun cuando Gran Bretaña continuará siendo todavía la primera potencia mundial por sus flotas mercante y de guerra, el gigantismo norteamericano habrá sobrepasado a Europa en su conjunto en la producción industrial y agrícola. Se trata, sin ninguna duda de un mundo distinto al de la primera mitad del siglo y la sociedad norteamericana, incrementada por elevados volúmenes de inmigrantes de todo origen, entre los que numéricamente sobresalen irlandeses, judíos e italianos, registrará sensibles cambios en su estructura con el surgimiento de magnates multimillonarios, no siempre de familias tradicionales.
Con todo, los pronósticos del politólogo francés se cumplieron: la democracia norteamericana se adaptó con vitalidad a las cambiantes circunstancias por las que fue atravesando el conjunto de la nación, sin perder sus caracteres descentralizados, sin abandonar el dogma de la soberanía del pueblo, ni la pasión por la igualdad ante la ley, con oportunidades para todos.
Tratemos de ver ahora cómo evolucionó lo educativo en esa sociedad democrática decimonónica.
Según Dewey, la educación es a la vida social, el equivalente de la nutrición y la reproducción en la vida fisiológica. Educar, dice, implica hacer partícipes de nuestras experiencias a todos los miembros de la sociedad, con el objeto de que las innovaciones progresistas pasen a ser una posesión de todos en libertad igualitaria. Ese proceso, continúa, se lleva a cabo a través del intercambio en el ambiente social y por tanto resulta imprescindible crear en las escuelas ambientes capaces de orientar y canalizar las energías de los niños y jóvenes, dado que el resultado inmediato de ese proceso de intercambio es la capacidad de progreso ulterior.
Dewey criticará tanto las ideas pedagógicas de Platón, basadas más sobre las diferencias sociales que sobre los individuos y también las de la Ilustración dieciochesca, que con su pretensión utópica de hacer extensiva a toda la humanidad los avances sociales, pone en riesgo las posibilidades de progreso al soñar con un retorno a la vida natural. También el Idealismo postkantiano merecerá las críticas de Dewey, ya que le achaca la tendencia de restringir la concepción de lo social igualitario, al subordinar al individuo al Estado nacional, que en última instancia no es más que un intermediario [el Estado] entre los individuos y la humanidad.
Dewey dedica varios capítulos al análisis de los problemas esenciales de la educación desde lo filosófico: la relación del pensamiento con la experiencia; la índole del método; el sentido humano del trabajo; encarando a continuación desde la Filosofía de la Educación, el problema central de la obra: los valores y la distinción entre cultura y utilidad práctica, para lo cual comienza por recordar que ese discernir entre una y otra tuvo su origen en la Hélade, partiendo de la base de que una vida verdaderamente humana sólo podía ser alcanzada por unos pocos seres humanos verdaderamente libres, porque no estaban atados a trabajar con sus manos, puesto que vivían gracias al trabajo de los demás integrantes de la polis, dando así origen a una diferenciación entre pensadores y trabajadores, dedicados unos a las profesiones liberales y otros a tareas manuales a las que permanecían irremisiblemente atados para poder subsistir.
Proyectada a lo pedagógico esa distinción dio lugar a la división entre educación clásica o liberal y educación técnica o profesional. Sostiene Dewey que el maquinismo emancipó al hombre de muchas fatigas corporales y de muchas horas de trabajo, pero hace notar que, mientras la educación de los trabajadores se limite a una escolarización destinada al aprendizaje rudimentario de leer, escribir y contar, desprovista de toda otra educación en lo científico, lo literario y lo histórico, sus mentes quedarán al margen de toda posibilidad de beneficiarse dedicando sus horas libres al ocio constructivo de una actividad de orden cultural.
La recomendación de Dewey apunta a que, en una sociedad verdaderamente democrática, esa dualidad entre educación liberal y educación técnica debe desaparecer, superada por un Plan de Estudios que haga del pensamiento una guía igualitaria para todos los individuos, propugnando un tipo de educación que, sin desatender la formación técnico-profesional del obrero, contemple también su formación espiritual, con lo cual, sostiene Dewey, se anularían los males del sistema económico vigente, al par que, al unificar las orientaciones, las disposiciones y las tendencias de todos los miembros de la sociedad, se alcanzaría también una sociedad homogénea y voluntariamente igualitaria.
Por último, enfoca también el autor el tema, a veces innecesariamente dicotómico, de hombre y naturaleza, dualismo que en educación ha originado otra división entre Estudios Humanísticos y Estudios en Ciencias Exactas, con la tendencia a limitar los primeros a simples recuerdos del pasado humano en lo histórico-literario y los segundos a un conocimiento seudocientífico desprovisto de toda sensibilidad humana.
Al margen del tema específico de este trabajo monográfico, pero no por ello menos digno de ser destacado, señalemos que con una lúcida exposición de teorías gnoseológicas y éticas, aplicadas a lo educativo, Dewey cierra su valioso ensayo filosófico y pedagógico que, en opinión de muchos, constituye una de las más importantes obras que sobre educación se publicaron en el siglo XX.
Intentaremos ahora reflexionar sobre las diferencias existentes en una y otra realidad histórica, la europea y la americana, tratando de visualizar la incidencia que en cada una de ellas ejerció la estructuración de lo educativo y las formas de su democracia.
Por de pronto y como ya señaláramos, es evidente que en Francia los cambios fueron revolucionarios: en lo político se pasará del autocratismo a la democracia, cierto que se tratará de una democracia burguesa, limitada, restringida, censataria a ratos y al compás de los cambios y momentos registrados por la revolución, que culminará con la sólida estructuración del Imperio Napoleónico, monárquico y rígidamente centralizado, pero en el cual los méritos personales posibilitaban un ascenso social.
Paralelamente, el sentido de lo educativo en Francia se afirmará también de manera centralizada, pero extendida ideal e igualitariamente a todos los habitantes del imperio, como contrapartida imprescindible para sostener el nuevo sistema democrático-burgués. Recordemos que los dos grandes fracasos de Napoleón se dieron en ambos extremos de Europa, en España y en Rusia, dos países que además de regímenes absolutistas, tenían en común una población en la cual el analfabetismo registraba una tasa superior al 75%. Allí, las ideas revolucionarias no prendieron sino en reducidos círculos intelectuales y la gran masa de la población cerró filas cerrilmente para defender los tronos y las estructuras políticas, sociales y económicas que las oprimían, lo que no sucedió en Italia, ni en Prusia, ni en Austria, ni en la Confederación del Rin, ni en ninguno de los países de Europa Central, porque en estos las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad se difundieron por escrito antes de concretarse en nuevas formas democratizantes de la organización estatal que, más allá de las inevitables deficiencias registradas, favorecieron en general el bienestar de los pueblos, eliminando barreras y diferencias y unificando regímenes aduaneros e impositivos, circulación de productos y también de ideas y proyectos. Es evidente que la educación, aunque más no fuera a partir de una alfabetización básica, produjo un cambio en las ideas, cambio inimaginable antes de 1750. El correlato Educación y Democracia resulta entonces evidente: al extenderse la práctica de la primera, se posibilitó un creciente ejercicio de la segunda.
Al otro lado del Atlántico, las colonias angloparlantes partieron desde muy distintas realidades en relación a la vieja Europa y también entre ellas. Ya señalamos las tres coincidencias básicas que acreditaron entre un sinnúmero de diferencias: 1) Dependencia de la corona británica de cada una de ellas, pero separadamente de las restantes. 2) Funcionamiento en todas de alguna forma de Asamblea comunal, con representantes elegidos por los colonos, que, aunque con sistemas operativamente disímiles, les permitieron el ejercicio de una cierta democracia, larvada, limitada respecto al conjunto de su población, pero práctica al fin y 3) Profesión sentida de diferentes formas confesionales, pero todas englobadas en el espíritu del protestantismo y en la necesidad de saber leer para tener acceso a la palabra de Dios en la Biblia.
En los ámbitos angloamericanos, la práctica de lo referente a la Educación, evolucionó paralelamente al de la Democracia, con más diferencias que similitudes entre las trece colonias originales que a partir de 1776 darían comienzo a las luchas por la independencia frente a Inglaterra.
También allí se fortalecerá sin retroceso el correlato de Educación y Democracia, cierto que de manera muy distinta que en Europa, merced a la descentralización política que tanto entusiasmará a Tocqueville; él proviene de un ámbito donde la concentración del poder en manos de los gobiernos centrales, aunque igual significara avances democráticos en relación al absolutismo unipersonal del antiguo régimen, no dejaba de mostrar serias limitaciones para los gobiernos y administraciones locales, comunas, intendencias y departamentos, centralización estatal que también se daba en la educativo, precisamente por ese afán de tornar homogéneo a nivel nacional el ejercicio de la libertad y la igualdad.
Tocqueville intuye que esa soberanía que se reservaron los Estados de la Unión frente al gobierno instalado en Washington, sería el reaseguro para conservar y fortalecer el ejercicio de la Democracia y pronostica que en el futuro el verdadero y más profundo modelo democrático se desarrollará en los ámbitos municipales, pronóstico que nos parece certero, si tenemos en cuenta que hoy, la importancia de los municipios viene acrecentándose año a año en casi todos los países, en un proceso en el que los gobiernos centrales terminaron por comprender que la solución de los problemas locales, los que tienen que ver con el abastecimiento, la calidad de vida, la educación, la salubridad pública, etc. pueden ser encarados con mayores posibilidades de éxito desde lo comunal que desde lo nacional.
Tampoco se equivocará Tocqueville al analizar las características que revestía la Educación en América en comparación con lo que sucedía en Francia ya que esa especialización práctica que él señala" no se dirige más que a una materia especial y lucrativa: se estudia una ciencia, igual que se elige un oficio y con ello no se persigue otro fin que las aplicaciones cuya utilidad está reconocida", característica que en lo esencial, sigue estando en la base de la educación norteamericana, más centrada en la especialización que en la amplitud de los conocimientos, lo cual explica la recomendación que formulará Dewey respecto a los peligros que, "para una sociedad verdaderamente democrática [implicaría] la dualidad entre educación liberal y educación técnica [...] entre los Estudios Humanísticos y los Estudios en Ciencias Exactas", lo cual, a su juicio conspiraría contra el objetivo de alcanzar "una sociedad homogénea y voluntariamente igualitaria". (Cfr. Op.Cit., pág. 19) No olvidemos que en el análisis de Tocqueville, la democracia norteamericana está basada férreamente en el sentido de igualdad y en el poder de la mayoría.
Antiguo Régimen y Revolución: Tocqueville viene de una familia noble posterior a la revolución .
Trata de mirar la historia hacia delante sin añorar épocas pasadas . Sus obras mas importantes son la democracia en América que trata sobre el efecto de la democracia en las estructuras sociales , y El Antiguo Régimen y la Revolución en el que analiza el poder político desde la centralización y la burocracia . Su idea es que en la sociedad moderna todo lo que separa a las personas del Antiguo Régimen es el poder , ya que el poder de la democracia es mas eficaz que cualquier otro sistema político , para llegar a esta democracia deben desaparecer todas las instituciones del Antiguo Régimen . Por tanto ve la democracia como una forma de poder y no de libertad , el origen de ella esta en las monarquías al haber centralizada los poderes en la figura del rey . Tocqueville considera que las fuentes de poder democrático tienden a igualar el status así como a la liberación de los rangos . Así mismo desaparecen las instituciones y poderes intermedios , entendiendo al pueblo como una sola entidad .Ahora se permite que los individuos pertenezcan a varios grupos sociales o instituciones . La centralización del poder político dota al individuo de un marco legal . La idea de igualdad lleva a una afinidad entre las clases inferiores y la clase dirigente La organización militar otorga un modelo a la democracia en la que se eliminan los intermediarios , tomando el poder central todo el control .El carácter social de la democracia hace que el pueblo otorgue el poder a una de los suyos . El efecto del poder democrático pervive en las instituciones de la Ilustración , la opinión publica , es la que lleva siempre razón ya que da y quita el poder . Se podía comparar a una familia en la que el padre ejerce el poder autoritario , siendo reflejo de la aristocracia , sin embargo en la democracia el padre pierde el poder . Por tanto es un conflicto entre el poder tradicional y el poder emergente de los individuos . Lo mismo ocurre en la religión , profesión , etc . El Estado esta por encima de todos , y el poder del Estado reside en el pueblo .Para Tocqueville el protestantismo es tan famoso en EE.UU. por su eliminación de las instituciones intermedias . A pesar de ello considera que el catolicismo es la religión mas democrática ya que para el Papa todos son iguales ( hay que decir que Tocqueville es católico ) . En el ejercito analiza como aunque el Estado desee la paz , el ejercito democrático quiere la guerra , esto se debe a que los altos cargos del ejercito vienen de la antigua nobleza . En la paz los jóvenes oficiales no tienen la oportunidad de ascender , ya que solo en la guerra se consigue mayor graduación y además en democracia todos los soldados son iguales y asalariados . En la democracia el ejercito es lo mas bajo de la sociedad , ya que solo es el brazo ejecutor del Estado , por eso ansia la guerra , para afianzar su status .Las guerras suelen empezar de manera tímida para incrementarse progresivamente , esto se origina ya que es difícil aunar las voluntades al principio pero al final las democracias luchan por la nación en conjunto . Para Tocqueville hay que diferenciar la democracia de la soberanía . En el Antiguo régimen se dependía de Señor ahora es el Estado el que paga por lo que hay un mayor celo por el bien común . Tocqueville considera que el nivel de democratización de un país se mide por el numero de burócratas que tiene .El poder político es cada vez mas racionalizado, el desarrollo de la burocracia en la democracia leva a la centralización y popularización de esta misma burocracia . La centralización y la forma de propiedad también se analiza , en las democracias aumenta la propiedad privada y la publica . Esto se debe a las desamortizaciones que pasan a subasta y de ahí a la propiedad privada , el fomento de la industrialización y la expansión de las democracias mediante las guerras . Se necesita mas infraestructura publica , calzadas , etc ; de manera que esto también pasa a manos publicas que antes eran de posesión privada . Por todo lo anteriormente explicado parece que ahí dos revoluciones contrapuestas , una que hace que la propiedad privada aumente y otra que lo hace con la propiedad publica.La democracia también afecta al conocimiento , por ejemplo en EE.UU. se utiliza un método cartesiano ( aunque ellos no eran conscientes de ello ) , en el que se eliminan los dogmas europeos , repudiando la tradición .
Además recurre al sentido común humano para la resolución de la mayoría de problemas , asimismo todas las escuelas de pensamiento son consideradas iguales , sin que predomine una sobre las demás . El poder democrático aparecerá en el tiempo , no como poder sino como libertad.
Conclusiones
Cubrir el lapso que separa a Dewey de Tocqueville exigiría siquiera reseñar el desarrollo ulterior que en los EE.UU. registraron la Educación y la Democracia. Respecto a ésta última, el tema es algo más conocido. Rememoremos que en De la Démocratie en Amérique, el francés dedica un breve acápite al análisis de la "Posición que ocupa la raza negra en los Estados Unidos, peligros que su presencia hace correr a los blancos".
Por entonces, 1831, Gran Bretaña todavía no había profundizado sus conquistas en África ni su régimen colonial imperialista; cuando lo acentúe después de 1838, sus empresas negreras cambiarán de signo y entonces comenzará la persecución de todos los barcos que actúen en la trata de esclavos, para evitar que le arrancaran los habitantes y la mano de obra en sus colonias africanas., con lo cual se resentirán los países cuya economía estaba basada en regímenes esclavistas: recordemos que el Imperio del Brasil será esclavista hasta 1888, Cuba hasta 1898 y en los EE.UU. la abolición de la esclavitud recién se concretará en 1865, al término de la Guerra de Secesión que enfrentará a los abolicionistas norteños contra los esclavistas sureños.
Hombre de su época, Tocqueville no oculta su opinión antiesclavista, pero afirma que en los EE.UU. el problema no se solucionaría sin graves enfrentamientos. Formado en el pensamiento clásico, tampoco se horroriza frente a la magnitud de esa aberración inhumana, en un país cuya población sustenta su sentido de la democracia en la igualdad a ultranza, pero fino analista como es, observa que, cualquiera fuera la solución que se buscara al problema, sus secuelas no serían fáciles de superar. Pensemos que cien años más tarde, hasta mediados de la década del sesenta en el siglo XX, los problemas raciales continuarían siendo profundos en los EE.UU. y que aun hoy, en los albores del siglo XXI, la campaña electoral presidencial está signada por la Discriminación y la Pena de Muerte, ya que las estadísticas señalan que, no obstante constituir sólo el 12,1% de la población norteamericana, los negros que en el corredor de la muerte esperan ser ajusticiados, ascienden al 43%. Cabría preguntarse ¿Cuál es la democracia de la que estamos hablando?
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