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Sitio dedicado a la Historia de los personajes Liberales

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martes, febrero 14, 2006

Murray Rothbard




Murray Newton Rothbard (2 de marzo de 1926 - 7 de enro de 1995, fallecido por un ataque al corazón) fue un economista norteamericano y un teórico político. Perteneció a la "escuela austríaca" de Economía, que ayudó a definir el libertarianismoy el anarcocapitalismo.
En el transcurso de su vida, Rothbard estuvo asociado con numerosos pensadores. En los primeros años de la década del 1950 estudió con el economista austríaco Ludwig von Mises y empezó a trabajar para el William Volker Fund. A finales de los 1950 estuvo brevemente en el círculo de Ayn Rand y de Nathaniel Branden, a quienes criticó fuertemente años después (The Sociology of the Ayn Rand Cult
En los años 1960, Rothbard abogó por una alianza con la Nueva Izquierda norteamericana y con el movimiento contra la Guerra de Vietnam, alegando que los conservadores habían sido completamente subsumidos por el establishment estatista. Durante esta fase, se asoció con Karl Hess.
Fue uno de los fundadores, en 1971, del "Libertarian Party" norteamericano, partido en el que participó activamente durante los 1970 y 1980, hasta que su abandono en 1989, empezando entonces a acercarse a la derecha más conservadora, llegando a apoyar a Pat Buchanan.
Rothbard fue uno de los pocos economistas que ha estudiado a los economistas anteriores a Adam Smith, tales como los escolásticos y los fisiocratas para crear una "Ciencia de la Libertad".Esta aproximación estaba influenciada por los argumentos que Ludwig von Mises presentó en libros tales como "Human action" y "Theory and History". Mises argumentaba que los fundamentos de la Ciencias Sociales pertenecen a una lógica de la acción humana que puede ser conocida antes de comenzar las investigaciones empíricas. Rothbard quiso emplear estos conceptos para guiar la investigación histórica, especialmente su trabajo de historia económica.
"No es un crimen ser un ignorante en Ciencia Económica, que es, después de todo, una disciplina especializada, además considerada por la mayor parte de la gente como una ciencia lamentable. Pero sí es totalmente irresponsable tener una opinión radical y vociferante en temas económicos mientras que se está en ese estado de ignorancia."Tomado de "Making Economic Sense" (1995)

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jueves, diciembre 29, 2005

Edmund Burke


Edmund Burke (1729-1797)
por Marco Respinti



1. La vida y las obras

Edmund Burke nace en Dublín, en Irlanda, el 12 de enero de 1729 de padre anglicano y de madre católica. Con el hermano Richard es educado como anglicano para que pueda, en el futuro, acceder a la carrera pública; la hermana, en cambio - como era costumbre en la Irlanda de su tempo -, recibe una educación católica. Pero el ambiente católico en el que de facto vive, el cultivo de los estudios y su misma pertenencia étnica contribuyen a crear en él lo que ha sido definido como "cuño de pensamiento católico". De 1743 a 1748 estudia artes liberales en el Trinity College de Dublín formándose con autores clásicos griegos y latinos: Cicerón (106-43 a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C.) ejercitando sobre el futuro parlamentario una profunda influencia como maestros, respectivamente, de retórica y de pensamiento - el mismo Burke será estimado como uno de los máximos prosadores de lengua inglesa - y de filosofía política. En 1750, en Londres, estudia derecho en el Middle Temple. Pronto no obstante, harto del pragmatismo materialista y de la metodología mecanicista de que está imbuída la enseñanza, contrariando al padre, la abandona y se vuelca en la carrera literaria.

No obstante, con el pasar del tiempo, el futuro estadista va adquiriendo un conocimiento profundo del derecho europeo así como del británico, de la romanística al Common Law. Estimador y conocedor del derecho natural antiguo y moderno, profundiza en el pensamiento de Cicerón y de los estoicos latinos, y, entre los modernos, en el de Richard Hooker (1553-1600), al cual considera como la máxima fuente del derecho canónico de la época de la Reforma protestante. Éste último, pastor anglicano autor de The Laws of Ecclesiastical Polity, denominado "el Tomás de Aquino de la Iglesia anglicana", prosigue, al menos en parte, con la tradición filosófica escolástica e n la Inglaterra posterior al cisma de la primera mitad del siglo XVI. Otra fuente importante de la formación y luego del pensamiento burkiano es la cadena de los grandes juristas británicos, de sir Edward Coke (1552-1634) a sir William Blackstone (1732-1780) - autor de los Commentaries on the Law of England - pasando por los jurisperitos moderados, partidarios de la incruenta "Gloriosa Revolución" inglesa del 1688. Peter J. Stanlis - uno de los mayores estudiosos norteamericanos del pensamiento burkiano - escribe: "Es importante notar que su erudición jurídica, que incluye las tradiciones del derecho natural, del derecho de gentes, del Common Law inglés, del derecho penal y de los precedentes consuetudinarios en el derecho positivo, empaparon y formaron su filosofía política, el sentido de Europa como gran commonwealth de naciones con una herencia moral y jurídica común y la confianza en el camino de la tradición a lo largo de la historia".

En mayo de 1756 el anglo-irlandés publica el primer escrito, anónimo: A Vindication of Natural Society, un panfleto que se burla de la filosofía libertina y deísta de moda por aquel entonces. El 12 de marzo de 1757 se casa con Jane Nugent. En abril del mismo año da a la imprenta A Philosophical Inquiry into the Origin of Our Ideas of the Sublime and Beautiful. En esta obra dedicada a la estética, investiga los fundamentos psicológicos del arte y rechaza la idea de que sean simples productos de rígidas reglas teoréticas, anticipando aspectos importantes del pensamiento filosófico de su madurez. En los meses previos había aparecido también el anónimo An Account of the European Settlements in A merica, texto quizás redactado por Will Burke - un familiar de Edmund -, en el cual han sido individuadas numerosas aportaciones del pensador anglo-irlandés. La obra tiene éxito y contribuye a incrementar la atención británica sobre América. En la misma, el autor anónimo simpatiza con la ide a de libertad política defendida por las Colonias británicas, poniendo en guardia a sus propios compatriotas acerca de la peligrosidad de determinadas medidas comerciales demasiado restrictivas.

El 9 de febrero de 1758 Jane Burke da a luz el hijo Richard, que morirá en 1794. El mismo año, Burke empieza a dirigir el Annual Register, una voluminosa revista que, a partir de 1759, se dedica a la historia, a la política y a la literatura, al principio solamente británicas, luego también europeas continentales, y que él mismo dirige, también colaborando, hasta 1765. Entre 1758 y 1759 escribe Essay towards an Abridgement of the English History, una obra póstuma publicada en 1811. En este mismo periodo Burke empieza a tratar con Samuel Johnson (1709-1784), el eximio literato tory, esto es del "partido del rey". No obstante la diferencia de las opiniones políticas, entre los dos persistirá siempre una profunda estima y amistad.

En 1759 es nombrado secretario privado y asesor político de William Gerard Hamilton (1729-1796), coetáneo suyo ya activo en el Parlamento. La redacción de los Tracts Relative to the Laws against Popery in Ireland - escritos fragmentarios publicados póstumos en 1797 - se remonta al otoño de 1761, durante una estancia irlandesa. Después de la separación de Hamilton, el pensador anglo-irlandés se vincula a Charles Watson-Wentworth, segundo marqués de Rockingham (1730-1782), siendo nombrado pronto secretario. Éste último, el 10 de julio de 1765, es nombrado primer ministro por el rey Jorge III de Hannover (1738-1820) a pesar de las reservas del soberano en confiar el encargo a un whig, esto es, al "partido del Parlamento". Elegido el mismo año para la Cámara de los Comunes, Burke llega a ser pronto la guia intelectual y el portavoz de la "corriente Rockingham" del partido wigh, la cual, de otra parte, consigue sólo breves éxitos políticos entre 1765 y 1766 y de nuevo, por pocos meses, en 1782.

Burke se sienta pues en los bancos de la oposición durante la mayor parte de su carrera política y es durante esta segunda fase de su existencia que el estadista-pensador publica las obras más conocidas, entre otras Thoughts on the Causes of the Present Discontents en 1770, Speech on the Conciliation with the Colonies en 1775, Reflections on the Revolution in France en 1790, Thoughts on the French Affairs on y Appeal from the New to the Old Wighs en 1791, además de Letters on a Regicide Peace, terminadas en 1796.

El 9 de julio de 1797 Burke fallece en su casa del campo de Beaconsfield, en Inglaterra.


2. El pensamiento político-filosófico

Gran parte de la actividad pública burkiana trascurrió en defender de un lado a la Iglesia anglicana de los ataques de los "libres pensadores" y de los reformistas protestantes radicales, de otro a los católicos y a los disidentes protestantes, agraviados en sus derechos por la política absolutista del gobierno londinés. La razón de esta acción política no es un concepto "latitudinario" de la libertad religiosa, sino más bien una visión de conjunto de la naturaleza humana y de las relaciones entre el Estado, los cuerpos sociales intermedios y los individuos amenazados por el absolutismo moderno. Objetivo de Burke es garantizar iguales derechos a todos los súbditos británicos, dondequiera que se encuentren y cualquiera que sea la fe religiosa que profesen: derechos concretos, adquiridos historicamente en virtud de la secular tradición constitucional y consuetudinaria británica - los "beneficios" -, y - a partir del 1789 francés y no por azar en áspera polémica, entre otras cosas, con las "libertades inglesas" - contrapuestas a las abstracciones iluministas y racionalistas de la Ley y del "derecho nuevo".

El estadista se hace célebre por cuatro "batallas Parlamentarias". La primera, la tutela de los derechos constitucionales tradicionales de los colonos británicos en América, se opone a la tasación arbitraria, impuesta por el gobierno londinés, y defiende el auténtico significado de la Constitución "no escrita" británica. Con altitud de miras, Burke se da cuenta de la mecha que tal política va encendiendo en el polvorín norteamericano y hace lo posible para alejar el espectro de la pérdida de las Colonias. Jamás a favor de la independencia que éstas declararon en 1776, una vez estallado el conflicto armado entre ellas y la Corona británica, él juzga los acontecimientos como una "guerra civil" interna del imperio - no una revolución -, de curación rápida.

La segunda batalla parlamentaria es la que conduce contra la administración pública, que imposibilita esta vez a los súbditos irlandeses de disfrutar de los derechos constitucionales británicos, a pesar que en el tema de la libertad religiosa Burke no consigue obtener el éxito parcial en defensa de los compatriotas católicos que tuvo en otros temas.

En tercer lugar, el estadista pide la acusación contra Warren Hastings (1732-1818), gobernador general de la India británica, por su malgobierno, pero no es atendido. Su decidida actuación consigue, no obstante, algo de éxito y, sobretodo, es una advertencia - desatendida - para el futuro. El imperio donde jamás se ponía el sol se derrumbará merced a la obcecación de algunos de sus gobernantes, que no por otras razones.

La última batalla parlamentaria burkiana tiene como telón de fondo a la Revolución francesa. En las Reflections on the Revolution in France - una de las obras más comentadas e influyentes de la historia inglesa moderna, publicada poco tiempo después de la "toma de la Bastilla", el 14 de julio de 1789 -, el hombre político anglo-irlandés intuye, analizando las premisas filosóficas que se habían abierto paso en los lustros anteriores, el curso completo de los acontecimientos revolucionarios, del regicidio a la dictadura militar napoleónica, estigmatizando su naturaleza. Para él, la Revolución constituye el advenimiento de la barbarie y de la subversión de toda ley moral y de toda tradición civil y política.

Sobre la interpretación de este acontecimiento el mismo partido whig se parte, dividido entre los new whig liberales de Charles James Fox (1749-1806) y los old wihg dirigidos por Burke, los cuales acaban coaligándose políticamente con los tory de William Pitt el Joven (1759-1806). A la defensa burkiana del "commonwealth cristiano de Europa", del cual la Francia jacobina y atea se desmarcó y contra el cual lucha desesperadamente - Burke afirma que, en los años de la Revolución, la Francia auténtica reside en el extranjero -, se debe el apoyo parcial que, en algunos momentos, el gobierno británico concede a la causa contrarrevolucionaria francesa.

El centro de la filosofía política burkiana es, de hecho, la defensa del ethos clásico-cristiano, fundamento de la normatividad que el pensador adivina en las tradiciones jurídicas y culturales de su país, parte de la "sociedad de las naciones" cristianas europeas. La relación burkiana entre derecho natural moral e instituciones civiles entiende estas últimas como intento histórico de encarnar el primero, según una lógica que une moral personal y moral social. La "filosofía del prejuicio" - esto es, de la tradición y de la costumbre histórica - es la gran baza del common sense británico burkiano.

Según Russell Kirk (1918-1994) - uno de los "padres" del renacimiento burkiano contemporáneo -, el pensador anglo-irlandés pertenece al "partido del orden": él es la figura representativa de aquel legitimismo patriótico británico prudente, que aúna fidelidad y crítica constructiva, y que se resume en la expresión conservadora "oposición de Su Majestad", antitética a la revolucionaria de "oposición a Su Majestad".

La influencia de Burke se ejercita sobre pensadores importantes como Joseph de Maistre (1753-1821) y sobre numerosos autores del área cultural anglosajona, francesa y alemana; pero, sobre todo, da origen a lo que en el mundo de habla inglesa, tiene el nombre técnico de "pensamiento conservador", entendido como oposición consciente al mundo surgido a raíz del 1789 francés y a la filosofía revolucionaria que lo inspiró y lo empujó.

Burke, seguro de la proximidad de la victoria jacobina en tierra inglesa, determina que la localidad de su inhumación quede en secreto, por miedo a que los enemigos puedan un día descubrirla y desacralizar el lugar de descanso de los restos mortales de su primer y radical adversario.

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miércoles, diciembre 14, 2005

Abraham Kuyper


EL LEGADO DE ABRAHAM KUYPER

Por Colin Wright

Este año (1998) señala el centenario de la celebración de las Conferencias Stone por Abraham Kuyper, que fueron posteriormente publicadas bajo el título Conferencias sobre el Calvinismo.

No puede haber duda que esta conferencia, y su publicación, hicieron época en la historia del pensamiento Cristiano. Pues Kuyper no simplemente retornó al pensamiento del Reformador Ginebrino a la manera servil de un romántico irreflexivo. Él buscó capturar, o más bien ser capturado, por su genio, fundamentado en la Santas Escrituras como la palabra viviente de Dios, y dejarlas tanto hablar una vez más a su tiempo y ejercer su poder transformador en el pensamiento y la cultura del Nuevo y Viejo Mundo en la segunda parte del siglo diecinueve.

Su obra Conferencias sobre el Calvinismo fue quizás el más grande legado de Kuyper a la iglesia Cristiana, aunque en total produjo alrededor de 200 libros, muchos de ellos cubriendo hasta tres o más volúmenes. Las Conferencias fueron un manifiesto. En ellas Kuyper proclamó al mundo, con una claridad y una frescura quizás incomparables a su tiempo, la relevancia del Calvinismo – como Cristianismo con pleno derecho – como el único principio regulativo genuino para el todo de la vida. En ellas expuso los rudimentos de un programa que iba a ocupar los esfuerzos de Cristianos fieles hasta este día no solo en los Países Bajos sino a través de Europa, las Américas y más allá. Aquí se trazaron las líneas de la batalla para el conflicto porvenir, el cual todavía ruge, entre el Cristianismo Bíblico y el humanismo en todas sus horribles y enrevesadas formas.

Pues con toda seguridad estaba siendo inaugurada una nueva fase de la batalla entre las dos ciudades – la ciudad de Dios y la ciudad del hombre. Se habían ido las antiguas certidumbres de la religión Cristiana que rodearon a la sociedad Occidental incluso en su larga apostasía de la batalla de la Reforma; el humanismo estaba ahora, de par en par, proclamando descaradamente su desafío al Dios viviente. En el yunque de El Origen de las Especies de Darwin y el Manifiesto Comunista de Marx y Engels el humanismo comenzó a forjar su visión beatífica de una auténtica sociedad sin Dios. Voces como las de Nietzsche llamaron a las tropas para arrasar el pensamiento Cristiano de nuestra cultura.

Kuyper, quizás más que nadie en su día excepto del famoso Groen van Prinsterer, su mentor, percibió que la batalla no podía ser ganada a la antigua forma de proceder. Particularmente desde la época de Tomas de Aquino la iglesia se había retirado continuamente ante la embestida de la incredulidad, concediendo terreno en cada área de la vida a principios ajenos a sus muy queridas formas de pensamiento. Al conceder la autoridad última de la razón humana sobre la revelación divina, finalmente se rindió y se entregó en manos del enemigo, aún cuando ostensiblemente usaba la razón para defender la religión. Para el tiempo de Kuyper el Cristianismo se había retirado de manera pietista dentro del refugio interno de lugar santo – lo que los Puritanos llamaban iglesia petrificada. Retirarse más era imposible. Kuyper percibió que un retorno a oponer principio contra principio era esencial si el Cristianismo iba a ganar la guerra:

Los apologistas invariablemente comenzaron por abandonar el parapeto agredido, con el propósito de atrincherarse cobardemente en una zanja ubicada en la parte posterior. Por lo tanto, de lo primero, siempre me he dicho a mí mismo, si la batalla ha de ser peleada con honor y con una esperanza de victoria, entonces debe haber un enfrentamiento de principio contra principio, entonces debe sentirse que en el Modernismo la vasta energía de un sistema de vida todo abarcador nos asalta, entonces también debe entenderse que debemos tomar nuestra posición en un sistema de vida de un poder igualmente todo abarcador y de largo alcance. Y este poderoso sistema de vida no ha de ser inventado y formulado por nosotros mismos, sino que ha de ser tomado y aplicado tal y como se presenta a sí mismo en la historia. (Conferencias, I, p. II)
Kuyper miró que la batalla era, como después la describiría Cornelius Van Til, una batalla ética y no una batalla epistemológica. El Modernismo no cree porque le falte conocimiento, sino porque le falta la voluntad. Los Cristianos no pueden derrotar al Modernismo azotándole con interminables “hechos científicos” sacados del propio arsenal de ellos. Kuyper se dio cuenta que, fundamental al argumento sobre el conocimiento científico se hallaba la antítesis, que nunca puede ser borrada con impunidad, entre el entendimiento modernista de la creación y la mente humana como normales, y el entendimiento Cristiano de ellas como anormales. La diferencia fundamental entre las facciones contendientes se centra en las doctrinas de la Caída y del pecado original.

Si a veces tenemos que diferir con Abraham Kuyper (¡como lo hacemos!) es porque, ubicados sobre su hombro, podemos ver más lejos de lo que él pudo. En nuestro criticismo de su labor productiva de un neo-Calvinismo para su propio día necesitamos recordar que las perspectivas que logró fueron contra las abrumadoras presiones y prejuicios de una época en las que tales perspectivas estaban casi totalmente perdidas. Que él lograra hacerlo tan bien como lo hizo no es una maravilla pequeña y, como él sería el primero en admitirlo, se debió solamente a la gracia distintiva. ¡Soli Deo gratia, soli Deo gloria!

Sin la obra pionera de este gigante los movimientos modernos asociados con los nombres de Cornelius Van Til, Rousas J. Rushdoony, Herman Dooyeweerd y muchos otros no hubiesen ocurrido. Sus escritos e influencia son la naciente de agua de la cual estos movimientos obtuvieron su nutrición e inspiración.

A medida que nos acercamos al comienzo del tercer milenio Cristiano necesitamos proclamar y testificar una vez más que solo el Calvinismo, como Abraham Kuyper lo entendía, esto es, como una perspectiva de la vida y del mundo, puede ofrecer la esperanza, la fuerza, visión y sentido de propósito que la iglesia Cristiana necesita para sostenerse a sí misma en la batalla. Pues por este Calvinismo, descubrimos en la Santa Escritura, a través del testimonio del Espíritu Santo, la infalible y suficiente explicación de Dios de toda la creación en todos sus variados aspectos y matices. La campaña por Cristianizar el mundo es nuestra meta. Hace cien años Kuyper renovó la desmadejada visión de una iglesia desvigorizada con su grito de batalla y su ejemplo. Aquel que equipó y fortaleció a Kuyper nos llama a la misma tarea, y nos da la misma promesa: “Confiad; yo he vencido al mundo.” C&S

Este editorial fue publicado originalmente por la revista Christianity & Society, Volumen VIII, Número 2, de Abril de 1998.

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miércoles, noviembre 09, 2005

Alexis de Tocqueville


Alexis de Tocqueville

(Charles-Alexis Clérel de Tocqueville; Verneuil, Île-de-France, 1805 - Cannes, 1859) Pensador y político liberal francés. Procedente de una familia noble, Tocqueville fue uno de los observadores más lúcidos del cambio producido en su época por la revolución liberal. Estudió Derecho y obtuvo una plaza de magistrado en Versalles en 1827. Pero su inquietud intelectual le llevó a alejarse de la rutina en 1831, viajando a los Estados Unidos para estudiar su sistema penitenciario.

La estancia en aquel país le sirvió para profundizar en el análisis del sistema político y social norteamericano, que retrató en su obra La democracia en América (1835-40). En ella reflejó su admiración por el modelo liberal-democrático americano, que consideraba mucho más equilibrado que el que propugnaban los revolucionarios europeos (por elementos moderadores, como la autonomía local).

Tocqueville abandonó la magistratura para dedicarse a la producción intelectual y a la actividad política: en 1839 fue elegido diputado y en 1841 miembro de la Academia francesa. Condenó tanto la Revolución de 1848 (que acabó con la Monarquía de Luis Felipe) como el golpe de Estado de Napoleón III en 1851-52 (que liquidó la Segunda República y dio paso al Segundo Imperio). Pero, entre ambos acontecimientos, aceptó servir a la Segunda República como ministro de Asuntos Exteriores (1848), antes de retirarse definitivamente de la política.
En pleno Imperio napoleónico nace y se formará Tocqueville en su niñez y si bien en 1815 la Restauración con Luis XVIII y con Carlos X significará un retroceso tanto en los aspectos democráticos como en lo educativo, en 1830, la entronización de Luis Felipe implicará el restablecimiento de algunas libertades. Tocqueville tendrá para entonces 25 años de edad y será durante la monarquía burguesa de julio que llevará a cabo sus viajes, a los Estados Unidos primero (1831) y a Argelia, ya ocupada por Francia, después (1841 y 1846).

Aristócrata proveniente de una familia normanda de la antigua nobleza, ingresará a la Academia Francesa en 1840 por el prestigio obtenido con su estudio de la democracia estadounidense y durante el resto de sus días será un ferviente partidario de la Libertad, como principio esencial para el progreso de los pueblos, aceptando en la práctica las conquistas más decididas de la Revolución Francesa, a la que juzgaba como el anhelo imprescindible y concreto en la historia del mundo para posibilitar la formación de una conciencia civil en los ámbitos de los Estados.
Defensor a ultranza de las autonomías locales comunales, en 1839 será diputado por La Manche, mostrando en el Parlamento un notable espíritu de independencia de criterio, basado siempre en los principios de liberalismo, especializado y orientado constantemente hacia la solución de los problemas planteados por el manejo de lo económico y del desarrollo de lo educativo.

Su intelecto perspicaz, que le posibilitará intuir para el siglo XX la preminencia internacional de Rusia y de los EE.UU., también le permitirá anticipar el estallido revolucionario de 1848, pasado el cual volverá al Parlamento como Constituyente y como Legislador, cargos desde los cuales mostrará actitudes adversas a las ambiciones políticas del que Víctor Hugo denominaría: Napoleón el pequeño, Napoleón III, que encarnará nuevamente un régimen de centralización en detrimento de los derechos democráticos de las autonomías locales. Será más tarde Ministro de Negocios Extranjeros, cargo desde el cual tenderá a apoyarse en las políticas liberales británicas, frente a las reaccionarias Austria y Rusia.

Encarcelado por su espíritu independiente y defensor de la democracia, al ser liberado viajará por Italia y Alemania y al volver a Francia vivirá retirado en su castillo de Normandía, entregado de lleno a las investigaciones historiográficas y a la publicación de sus escritos.

Claro exponente de la época que le tocó vivir, Tocqueville se formará, bien que desde un equilibrado centrismo, a partir de las concepciones que en cuanto al ejercicio de la democracia y respecto a los fines de la educación, se difundieron y llevaron a la práctica desde las Asambleas revolucionarias francesas. Conceptos tales como universalidad, obligatoriedad y gratuidad en la enseñanza iniciaron su camino de difusión mundial, considerados como la base democrática sobre la cual debían estructurarse los Estados. Napoleón sintetizará esa simbiosis al sostener que "Antes de ser soldado, todo francés es un individuo con derechos ciudadanos, para el conocimiento de los cuales será preciso educarlo como integrante pleno de la nación; sólo entonces podrá armarse para sostener y defender esos derechos. Lo cual constituye la formulación del concepto de La Nación en armas, que dio origen al Servicio Militar Obligatorio.
Es sabido que, a partir de 1789 y merced a los triunfos de los ejércitos republicanos e imperiales, esos enfoques de educación y democracia se difundieron y en buena medida se aclimataron en Europa y aun cuando el paso de la historia registrará avances y retrocesos en la aceptación de esos esos conceptos universales, los mismos no podrán ser ya erradicados ni desconocidos por los Estados organizados, cierto que con dos características precisas: el avance de los poderes centrales sobre las autonomías locales, lo cual podría ser considerado en otros continentes como un de- mérito, y la constitución de sistemas educativos nacionales, centralizados en función del modelo de nación que se pretenda estructurar.

Desde esa realidad europea decimonónica, desde esa atmósfera mental progresista vigente en los ámbitos continentales y desde su propia mentalidad liberal en el romanticismo vigente, formulará Tocqueville sus apreciaciones entusiastas respecto a la democracia en América.

De la Démocratie en Amérique

La aristocracia y el individualismo, el despotismo y los intentos de centralización estatal, son las facetas que observa Tocqueville en 1831, pero lo que más chocó a su mentalidad de aristócrata europeo, fue la "igualdad de condiciones", que él atribuye a variadas circunstancias, entre otras a la legislación que rige las sucesiones, que todo lo reduce a un nivel igualitario, generando un impresionante Estado social: "Los hombres en América, para alcanzar alguna riqueza necesitan ejercer una profesión la cual exige siempre un aprendizaje. Los americanos, pues, no pueden conceder al cultivo general de la inteligencia más que los primeros años de su vida: a los quince años entran en una carrera, de manera tal que su educación termina en la misma etapa en que comienza la nuestra. Si la continúan después de ese plazo, no se dirige más que a una materia especial y lucrativa: se estudia una ciencia igual que se elige un oficio y con ello no se persigue otro fin que las aplicaciones cuya utilidad presente está reconocida. [...] la mayor parte son gentes ocupadas; de donde resulta que, cuando podría tenerse afición al estudio, no se tiene tiempo para dedicarlo a él y, cuando se ha adquirido el tiempo para dedicárselo, ya no se tiene afición al estudio.

No existe pues en América, en absoluto, una clase en que la inclinación por los placeres intelectuales se transmita con facilidad, ni ocios hereditarios, ni que tenga como un honor los trabajos de la inteligencia.

[...] Hay allí, pues, una multitud inmensa de individuos que poseen el mismo número de nociones poco más o menos, en materia de religión, de historia, de ciencias, de economía política, de legislación, de gobierno. La desigualdad intelectual procede directamente de Dios, y el hombre no podrá impedir que reaparezca siempre. [...]

El tiempo, los acontecimientos, las leyes, han formado allí al elemento democrático, no sólo como factor preponderante, sino único, por así decir. [...]

América presenta entonces en su estado social, el más extraño fenómeno. Los hombres se muestran iguales por su fortuna y por su inteligencia, o, dicho en otros términos, más igualmente fuertes que lo son en ningún país del mundo, o que lo haya sido en ningún siglo de los que la historia conserva recuerdo.

Hemos querido citar textualmente estos párrafos extractados de la obra de Tocqueville, porque entendemos que en ellos se patentiza la idea que, respecto a educación y democracia en América se formó el autor.

El acento de su análisis lo pone en las formas que allí asumen la democracia y la soberanía del pueblo, pero cuando en el capítulo 4 estudia lo que ocurre en particular en cada Estado de la Unión, no deja se señalar la circunstancias que imperceptiblemente nivelan a todos en lo educativo: no niega la existencia de algunos espíritus selectos y de pensadores originales, pero pareciera que esa igualdad democrática que lo entusiasma fuera en buena medida el resultado paralelo de una educación no diversificada e igualitaria a la que acceden todos, mientras que en la vieja Europa existen otros niveles de excelencia, pero restringidos a unos pocos privilegiados.
El aserto de que "Nada hace tan diferentes a los hombres como la educación", preside tácitamente su pensamiento.

Recurrentemente insiste también en la importancia de la que llama Ley de las sucesiones y que refiere a la herencia y por ende al derecho de propiedad, hallando que en sus formas americanas, la misma terminó por romper las influencias locales., en lo cual, tal vez se equivoca o exagera un poco su importancia, pero objetivamente considerada, la facilidad del acceso a la propiedad de la tierra que caracterizó al Destino Manifiesto de extenderse hasta el Pacífico, reviste enormes diferencias con lo que sucedió en nuestro país, en el cual, después de 1879, cuando lleguen las oleadas inmigratorias, "las extensiones estarán vacías, pero tendrán dueños".

Otro aspecto de la democracia que estudia Tocqueville es el relacionado con lo electoral. Los colonos habían gozado desde sus inicios de variados sistemas para elegir a los miembros de las Asambleas locales, todos eran más o menos censatarios, pero según Tocqueville:"¡Cosa singular! El impulso democrático pudo manifestarse de manera más irresistible en aquellos Estados en los cuales la aristocracia tenía más profundas raíces," encontrando que en ellos fue, paradójicamente, donde con más rapidez se llegó al sufragio universal.

También anota que los EE.UU. poseen una constitución compleja, notablemente heredera del Common Law y a base de sucesivas enmiendas, encontrando que políticamente "se trata de dos sociedades distintas, comprometidas, encajadas la una en la otra; se ven dos gobiernos completamente separados y casi independientes: uno, habitual e indefinido, que responde a las necesidades cotidianas de la sociedad; el otro, excepcional y circunscrito, que no se aplica más que a ciertos intereses generales. Son [en 1831] veinticuatro pequeñas naciones soberanas, cuyo conjunto forma el gran cuerpo de la Unión".

Aprecia el autor que el pueblo reina sobre el mundo político americano como Dios sobre el universo. Él es la causa y el fin de todas las cosas: todo emana de él y todo se absorbe en él. Se trata de un poder absoluto, dice, Pero no el de uno solo. Ni exactamente el de todos. Es el del mayor número, el de la mayoría y agrega: "Fuera de la mayoría, en las democracias no hay nada que resista".

Uno de los puntos fundamentales en De la Démocratie, es el de la centralización, tema que atraviesa toda la obra. Tocqueville, cuya infancia vivió los últimos años del Primer Imperio, está -a nuestro juicio- tremendamente sensibilizado respecto a ese fenómeno político al que rechaza con horror exclamando: "Todos los genios guerreros aman la centralización... y todos los genios centralizadores aman la guerra". Es la imagen rediviva de Napoleón I, genio de la organización centralizada... y de la guerra, la cual, por otra parte, muestra a través de la historia cómo los grandes guerreros, lo son, casi sin excepción, por ser grandes organizadores.

De las asociaciones dice: " Nada hay que la voluntad humana no pueda alcanzar merced al libre accionar del poder colectivo de los individuos".

Concluyendo en que, mientras en Francia a la cabeza de una empresa nueva siempre se verá al gobierno y en Inglaterra a un magnate, "en los Estados Unidos encontraremos una asociación".
El sentido de la democracia americana influye también según Tocqueville en las formas del catolicismo estadounidense, dado que se lo ha colocado bajo una concepción liberal: "los católicos de los EE.UU. son a la vez los fieles más sumisos y los ciudadanos más independientes.
Concluyendo en que: A diferencia de Europa, donde política y religión se imbrican íntimamente, en América, la religión, independiente de los poderes terrenales, no resulta nunca herida por los golpes que se dirigen a dichos poderes".

Aunque Tocqueville en sus análisis sólo aborda tangencialmente lo educativo, sus reflexiones sobre la democracia americana, se afirman decididamente en el ejercicio descentralizado del poder, en los ámbitos municipales y de las pequeñas comunidades. Contemporáneo, como ya se dijo, de la Francia de la Restauración borbónica con sus restricciones a la democracia y de la Monarquía de Julio con su espíritu clasista, nuestro autor, admirará sin reservas esa capacidad de los Estados de la Unión de reservarse la mayor parte de sus facultades locales, delegando -pero nunca demasiado- las imprescindibles a los poderes centrales, lo cual a su juicio y a medida que el ejercicio ininterrumpido de esas formas democráticas se acentuara, libraría a los norteamericanos de eventuales abusos del poder central, protegiendo sus libertades individuales. Aunque no lo dice explícitamente, la lectura de su obra maestra deja flotando la presunción de que, en alguna medida, esas estructuras democráticas que lo entusiasman, tienen origen en las diferencias localistas de las colonias originales, sobre todo a partir de sus diversidades religiosas y, a caballo de éstas, sus distintos fines educativos, unificados al comienzo únicamente por un republicanismo a ultranza, en el que la búsqueda de la libertad no se coloca por encima del deseo de igualdad, por la cual sienten "una pasión ardiente, insaciable, eterna, invencible: quieren la igualdad en la libertad, y si no pueden obtenerla, la quieren también en la esclavitud,[...] convencidos de que la igualdad social conduce a la igualdad política: la soberanía de todos, mientras que el poder absoluto significa el poder de uno solo sobre el conjunto de la sociedad".

Esta soberanía del pueblo constituye, al decir de Tocqueville, un verdadero dogma americano: ha adquirido en los EE.UU. todos los desarrollos prácticos concebibles, todas las formas: no existe allí ningún poder exterior al cuerpo social.

Democracy and Education

El 16 de abril de 1859 fallecerá en Cannes Alexis de Tocqueville. Ese mismo año, en Burlington, Estado de Vermont, nacerá el filósofo y pedagogo norteamericano, John Dewey, que tendrá seis años de edad cuando finalice la Guerra de Secesión y, aun cuando vivirá más de la mitad de sus años en el siglo XX, puesto que fallecerá en 1952, es un referente obligado por lo que se refiere a lo educativo, para la segunda parte del siglo XIX, no sólo en su país sino también a nivel mundial.

Su tratado sobre Filosofía de la Educación: Democracy and Education. An Introduction to the Philosophy of Education, aunque publicado en 1916, constituye un agudo análisis de las ideas finiseculares vigentes en la sociedad norteamericana y aplicadas a la educación, estableciendo los fines constructivos y los métodos educacionales, desde el punto de vista de la democracia, lo que por una parte nos permitirá, en la medida de lo posible, comprobar si las proyecciones de Tocqueville en relación a la democracia norteamericana descentralizada se cumplieron y con qué caracteres y por otra parte visualizar, ahora puntualmente, esa interdependencia de que venimos hablando entre Democracia y Educación.

Los Estados Unidos posteriores a la Guerra de Secesión ya no serán los que visitó Tocqueville en 1831. Por de pronto, el triunfo de los federales o nordistas, que habían alcanzado un destacado desarrollo industrial capitalista, significó la ruina de los confederados sudistas, cuya economía, basada en la producción de plantaciones de algodón, tabaco y otros cultivos tropicales, funcionaba merced a la utilización de la mano de obra barata suministrada por el sistema esclavista. Más de seiscientos mil muertos en cinco años de guerra mortífera entre los Estados de ambos bandos, necesariamente debían pesar económica y socialmente en la fisonomía de la nación: la aristocracia de plantadores sureños dejaría de tener vigencia y poderío, frente al ascenso incontenible del empresariado comercial e industrial del norte.

La década del 70 asistirá al nacimiento de los primeros monopolios y a la sanción de las primeras leyes antitrust, en tanto que en la del 80, completada la Conquista del Oeste, aniquilados o neutralizados los restos de las tribus indígenas, unidas por varias líneas ferroviarias paralelas las ciudades de la costa atlántica con las del Pacífico, surgirán incontenibles las grandes concentraciones económico-financieras de los gigantes del carbón y del acero y más tarde del petróleo y del caucho, así como también las primeras asociaciones sindicales, con su correlato de luchas por los derechos gremiales con sus huelgas masivas. Una docena de grandes ciudades se poblarán de altísimos rascacielos y, aun cuando Gran Bretaña continuará siendo todavía la primera potencia mundial por sus flotas mercante y de guerra, el gigantismo norteamericano habrá sobrepasado a Europa en su conjunto en la producción industrial y agrícola. Se trata, sin ninguna duda de un mundo distinto al de la primera mitad del siglo y la sociedad norteamericana, incrementada por elevados volúmenes de inmigrantes de todo origen, entre los que numéricamente sobresalen irlandeses, judíos e italianos, registrará sensibles cambios en su estructura con el surgimiento de magnates multimillonarios, no siempre de familias tradicionales.

Con todo, los pronósticos del politólogo francés se cumplieron: la democracia norteamericana se adaptó con vitalidad a las cambiantes circunstancias por las que fue atravesando el conjunto de la nación, sin perder sus caracteres descentralizados, sin abandonar el dogma de la soberanía del pueblo, ni la pasión por la igualdad ante la ley, con oportunidades para todos.

Tratemos de ver ahora cómo evolucionó lo educativo en esa sociedad democrática decimonónica.
Según Dewey, la educación es a la vida social, el equivalente de la nutrición y la reproducción en la vida fisiológica. Educar, dice, implica hacer partícipes de nuestras experiencias a todos los miembros de la sociedad, con el objeto de que las innovaciones progresistas pasen a ser una posesión de todos en libertad igualitaria. Ese proceso, continúa, se lleva a cabo a través del intercambio en el ambiente social y por tanto resulta imprescindible crear en las escuelas ambientes capaces de orientar y canalizar las energías de los niños y jóvenes, dado que el resultado inmediato de ese proceso de intercambio es la capacidad de progreso ulterior.

Dewey criticará tanto las ideas pedagógicas de Platón, basadas más sobre las diferencias sociales que sobre los individuos y también las de la Ilustración dieciochesca, que con su pretensión utópica de hacer extensiva a toda la humanidad los avances sociales, pone en riesgo las posibilidades de progreso al soñar con un retorno a la vida natural. También el Idealismo postkantiano merecerá las críticas de Dewey, ya que le achaca la tendencia de restringir la concepción de lo social igualitario, al subordinar al individuo al Estado nacional, que en última instancia no es más que un intermediario [el Estado] entre los individuos y la humanidad.

Dewey dedica varios capítulos al análisis de los problemas esenciales de la educación desde lo filosófico: la relación del pensamiento con la experiencia; la índole del método; el sentido humano del trabajo; encarando a continuación desde la Filosofía de la Educación, el problema central de la obra: los valores y la distinción entre cultura y utilidad práctica, para lo cual comienza por recordar que ese discernir entre una y otra tuvo su origen en la Hélade, partiendo de la base de que una vida verdaderamente humana sólo podía ser alcanzada por unos pocos seres humanos verdaderamente libres, porque no estaban atados a trabajar con sus manos, puesto que vivían gracias al trabajo de los demás integrantes de la polis, dando así origen a una diferenciación entre pensadores y trabajadores, dedicados unos a las profesiones liberales y otros a tareas manuales a las que permanecían irremisiblemente atados para poder subsistir.

Proyectada a lo pedagógico esa distinción dio lugar a la división entre educación clásica o liberal y educación técnica o profesional. Sostiene Dewey que el maquinismo emancipó al hombre de muchas fatigas corporales y de muchas horas de trabajo, pero hace notar que, mientras la educación de los trabajadores se limite a una escolarización destinada al aprendizaje rudimentario de leer, escribir y contar, desprovista de toda otra educación en lo científico, lo literario y lo histórico, sus mentes quedarán al margen de toda posibilidad de beneficiarse dedicando sus horas libres al ocio constructivo de una actividad de orden cultural.

La recomendación de Dewey apunta a que, en una sociedad verdaderamente democrática, esa dualidad entre educación liberal y educación técnica debe desaparecer, superada por un Plan de Estudios que haga del pensamiento una guía igualitaria para todos los individuos, propugnando un tipo de educación que, sin desatender la formación técnico-profesional del obrero, contemple también su formación espiritual, con lo cual, sostiene Dewey, se anularían los males del sistema económico vigente, al par que, al unificar las orientaciones, las disposiciones y las tendencias de todos los miembros de la sociedad, se alcanzaría también una sociedad homogénea y voluntariamente igualitaria.

Por último, enfoca también el autor el tema, a veces innecesariamente dicotómico, de hombre y naturaleza, dualismo que en educación ha originado otra división entre Estudios Humanísticos y Estudios en Ciencias Exactas, con la tendencia a limitar los primeros a simples recuerdos del pasado humano en lo histórico-literario y los segundos a un conocimiento seudocientífico desprovisto de toda sensibilidad humana.

Al margen del tema específico de este trabajo monográfico, pero no por ello menos digno de ser destacado, señalemos que con una lúcida exposición de teorías gnoseológicas y éticas, aplicadas a lo educativo, Dewey cierra su valioso ensayo filosófico y pedagógico que, en opinión de muchos, constituye una de las más importantes obras que sobre educación se publicaron en el siglo XX.
Intentaremos ahora reflexionar sobre las diferencias existentes en una y otra realidad histórica, la europea y la americana, tratando de visualizar la incidencia que en cada una de ellas ejerció la estructuración de lo educativo y las formas de su democracia.

Por de pronto y como ya señaláramos, es evidente que en Francia los cambios fueron revolucionarios: en lo político se pasará del autocratismo a la democracia, cierto que se tratará de una democracia burguesa, limitada, restringida, censataria a ratos y al compás de los cambios y momentos registrados por la revolución, que culminará con la sólida estructuración del Imperio Napoleónico, monárquico y rígidamente centralizado, pero en el cual los méritos personales posibilitaban un ascenso social.

Paralelamente, el sentido de lo educativo en Francia se afirmará también de manera centralizada, pero extendida ideal e igualitariamente a todos los habitantes del imperio, como contrapartida imprescindible para sostener el nuevo sistema democrático-burgués. Recordemos que los dos grandes fracasos de Napoleón se dieron en ambos extremos de Europa, en España y en Rusia, dos países que además de regímenes absolutistas, tenían en común una población en la cual el analfabetismo registraba una tasa superior al 75%. Allí, las ideas revolucionarias no prendieron sino en reducidos círculos intelectuales y la gran masa de la población cerró filas cerrilmente para defender los tronos y las estructuras políticas, sociales y económicas que las oprimían, lo que no sucedió en Italia, ni en Prusia, ni en Austria, ni en la Confederación del Rin, ni en ninguno de los países de Europa Central, porque en estos las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad se difundieron por escrito antes de concretarse en nuevas formas democratizantes de la organización estatal que, más allá de las inevitables deficiencias registradas, favorecieron en general el bienestar de los pueblos, eliminando barreras y diferencias y unificando regímenes aduaneros e impositivos, circulación de productos y también de ideas y proyectos. Es evidente que la educación, aunque más no fuera a partir de una alfabetización básica, produjo un cambio en las ideas, cambio inimaginable antes de 1750. El correlato Educación y Democracia resulta entonces evidente: al extenderse la práctica de la primera, se posibilitó un creciente ejercicio de la segunda.

Al otro lado del Atlántico, las colonias angloparlantes partieron desde muy distintas realidades en relación a la vieja Europa y también entre ellas. Ya señalamos las tres coincidencias básicas que acreditaron entre un sinnúmero de diferencias: 1) Dependencia de la corona británica de cada una de ellas, pero separadamente de las restantes. 2) Funcionamiento en todas de alguna forma de Asamblea comunal, con representantes elegidos por los colonos, que, aunque con sistemas operativamente disímiles, les permitieron el ejercicio de una cierta democracia, larvada, limitada respecto al conjunto de su población, pero práctica al fin y 3) Profesión sentida de diferentes formas confesionales, pero todas englobadas en el espíritu del protestantismo y en la necesidad de saber leer para tener acceso a la palabra de Dios en la Biblia.

En los ámbitos angloamericanos, la práctica de lo referente a la Educación, evolucionó paralelamente al de la Democracia, con más diferencias que similitudes entre las trece colonias originales que a partir de 1776 darían comienzo a las luchas por la independencia frente a Inglaterra.

También allí se fortalecerá sin retroceso el correlato de Educación y Democracia, cierto que de manera muy distinta que en Europa, merced a la descentralización política que tanto entusiasmará a Tocqueville; él proviene de un ámbito donde la concentración del poder en manos de los gobiernos centrales, aunque igual significara avances democráticos en relación al absolutismo unipersonal del antiguo régimen, no dejaba de mostrar serias limitaciones para los gobiernos y administraciones locales, comunas, intendencias y departamentos, centralización estatal que también se daba en la educativo, precisamente por ese afán de tornar homogéneo a nivel nacional el ejercicio de la libertad y la igualdad.

Tocqueville intuye que esa soberanía que se reservaron los Estados de la Unión frente al gobierno instalado en Washington, sería el reaseguro para conservar y fortalecer el ejercicio de la Democracia y pronostica que en el futuro el verdadero y más profundo modelo democrático se desarrollará en los ámbitos municipales, pronóstico que nos parece certero, si tenemos en cuenta que hoy, la importancia de los municipios viene acrecentándose año a año en casi todos los países, en un proceso en el que los gobiernos centrales terminaron por comprender que la solución de los problemas locales, los que tienen que ver con el abastecimiento, la calidad de vida, la educación, la salubridad pública, etc. pueden ser encarados con mayores posibilidades de éxito desde lo comunal que desde lo nacional.

Tampoco se equivocará Tocqueville al analizar las características que revestía la Educación en América en comparación con lo que sucedía en Francia ya que esa especialización práctica que él señala" no se dirige más que a una materia especial y lucrativa: se estudia una ciencia, igual que se elige un oficio y con ello no se persigue otro fin que las aplicaciones cuya utilidad está reconocida", característica que en lo esencial, sigue estando en la base de la educación norteamericana, más centrada en la especialización que en la amplitud de los conocimientos, lo cual explica la recomendación que formulará Dewey respecto a los peligros que, "para una sociedad verdaderamente democrática [implicaría] la dualidad entre educación liberal y educación técnica [...] entre los Estudios Humanísticos y los Estudios en Ciencias Exactas", lo cual, a su juicio conspiraría contra el objetivo de alcanzar "una sociedad homogénea y voluntariamente igualitaria". (Cfr. Op.Cit., pág. 19) No olvidemos que en el análisis de Tocqueville, la democracia norteamericana está basada férreamente en el sentido de igualdad y en el poder de la mayoría.

Antiguo Régimen y Revolución: Tocqueville viene de una familia noble posterior a la revolución .
Trata de mirar la historia hacia delante sin añorar épocas pasadas . Sus obras mas importantes son la democracia en América que trata sobre el efecto de la democracia en las estructuras sociales , y El Antiguo Régimen y la Revolución en el que analiza el poder político desde la centralización y la burocracia . Su idea es que en la sociedad moderna todo lo que separa a las personas del Antiguo Régimen es el poder , ya que el poder de la democracia es mas eficaz que cualquier otro sistema político , para llegar a esta democracia deben desaparecer todas las instituciones del Antiguo Régimen . Por tanto ve la democracia como una forma de poder y no de libertad , el origen de ella esta en las monarquías al haber centralizada los poderes en la figura del rey . Tocqueville considera que las fuentes de poder democrático tienden a igualar el status así como a la liberación de los rangos . Así mismo desaparecen las instituciones y poderes intermedios , entendiendo al pueblo como una sola entidad .Ahora se permite que los individuos pertenezcan a varios grupos sociales o instituciones . La centralización del poder político dota al individuo de un marco legal . La idea de igualdad lleva a una afinidad entre las clases inferiores y la clase dirigente La organización militar otorga un modelo a la democracia en la que se eliminan los intermediarios , tomando el poder central todo el control .El carácter social de la democracia hace que el pueblo otorgue el poder a una de los suyos . El efecto del poder democrático pervive en las instituciones de la Ilustración , la opinión publica , es la que lleva siempre razón ya que da y quita el poder . Se podía comparar a una familia en la que el padre ejerce el poder autoritario , siendo reflejo de la aristocracia , sin embargo en la democracia el padre pierde el poder . Por tanto es un conflicto entre el poder tradicional y el poder emergente de los individuos . Lo mismo ocurre en la religión , profesión , etc . El Estado esta por encima de todos , y el poder del Estado reside en el pueblo .Para Tocqueville el protestantismo es tan famoso en EE.UU. por su eliminación de las instituciones intermedias . A pesar de ello considera que el catolicismo es la religión mas democrática ya que para el Papa todos son iguales ( hay que decir que Tocqueville es católico ) . En el ejercito analiza como aunque el Estado desee la paz , el ejercito democrático quiere la guerra , esto se debe a que los altos cargos del ejercito vienen de la antigua nobleza . En la paz los jóvenes oficiales no tienen la oportunidad de ascender , ya que solo en la guerra se consigue mayor graduación y además en democracia todos los soldados son iguales y asalariados . En la democracia el ejercito es lo mas bajo de la sociedad , ya que solo es el brazo ejecutor del Estado , por eso ansia la guerra , para afianzar su status .Las guerras suelen empezar de manera tímida para incrementarse progresivamente , esto se origina ya que es difícil aunar las voluntades al principio pero al final las democracias luchan por la nación en conjunto . Para Tocqueville hay que diferenciar la democracia de la soberanía . En el Antiguo régimen se dependía de Señor ahora es el Estado el que paga por lo que hay un mayor celo por el bien común . Tocqueville considera que el nivel de democratización de un país se mide por el numero de burócratas que tiene .El poder político es cada vez mas racionalizado, el desarrollo de la burocracia en la democracia leva a la centralización y popularización de esta misma burocracia . La centralización y la forma de propiedad también se analiza , en las democracias aumenta la propiedad privada y la publica . Esto se debe a las desamortizaciones que pasan a subasta y de ahí a la propiedad privada , el fomento de la industrialización y la expansión de las democracias mediante las guerras . Se necesita mas infraestructura publica , calzadas , etc ; de manera que esto también pasa a manos publicas que antes eran de posesión privada . Por todo lo anteriormente explicado parece que ahí dos revoluciones contrapuestas , una que hace que la propiedad privada aumente y otra que lo hace con la propiedad publica.La democracia también afecta al conocimiento , por ejemplo en EE.UU. se utiliza un método cartesiano ( aunque ellos no eran conscientes de ello ) , en el que se eliminan los dogmas europeos , repudiando la tradición .
Además recurre al sentido común humano para la resolución de la mayoría de problemas , asimismo todas las escuelas de pensamiento son consideradas iguales , sin que predomine una sobre las demás . El poder democrático aparecerá en el tiempo , no como poder sino como libertad.

Conclusiones

Cubrir el lapso que separa a Dewey de Tocqueville exigiría siquiera reseñar el desarrollo ulterior que en los EE.UU. registraron la Educación y la Democracia. Respecto a ésta última, el tema es algo más conocido. Rememoremos que en De la Démocratie en Amérique, el francés dedica un breve acápite al análisis de la "Posición que ocupa la raza negra en los Estados Unidos, peligros que su presencia hace correr a los blancos".

Por entonces, 1831, Gran Bretaña todavía no había profundizado sus conquistas en África ni su régimen colonial imperialista; cuando lo acentúe después de 1838, sus empresas negreras cambiarán de signo y entonces comenzará la persecución de todos los barcos que actúen en la trata de esclavos, para evitar que le arrancaran los habitantes y la mano de obra en sus colonias africanas., con lo cual se resentirán los países cuya economía estaba basada en regímenes esclavistas: recordemos que el Imperio del Brasil será esclavista hasta 1888, Cuba hasta 1898 y en los EE.UU. la abolición de la esclavitud recién se concretará en 1865, al término de la Guerra de Secesión que enfrentará a los abolicionistas norteños contra los esclavistas sureños.

Hombre de su época, Tocqueville no oculta su opinión antiesclavista, pero afirma que en los EE.UU. el problema no se solucionaría sin graves enfrentamientos. Formado en el pensamiento clásico, tampoco se horroriza frente a la magnitud de esa aberración inhumana, en un país cuya población sustenta su sentido de la democracia en la igualdad a ultranza, pero fino analista como es, observa que, cualquiera fuera la solución que se buscara al problema, sus secuelas no serían fáciles de superar. Pensemos que cien años más tarde, hasta mediados de la década del sesenta en el siglo XX, los problemas raciales continuarían siendo profundos en los EE.UU. y que aun hoy, en los albores del siglo XXI, la campaña electoral presidencial está signada por la Discriminación y la Pena de Muerte, ya que las estadísticas señalan que, no obstante constituir sólo el 12,1% de la población norteamericana, los negros que en el corredor de la muerte esperan ser ajusticiados, ascienden al 43%. Cabría preguntarse ¿Cuál es la democracia de la que estamos hablando?

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jueves, octubre 27, 2005

Sir Josiah Child


El pensamiento de este personaje no puede ser considerado del todo liberal, pero se trató de un wigh del siglo XVII cuya obra defendia la tolerancia y sento las bases que luego inspiraron en gran parte el trabajo de John Locke
El lema de Petty de que "el mundo rechaza ser mal gobernado" y muchos de los aforismos de Davenant son los eslabones que unen el pensamiento económico del siglo XVII con el movimiento liberal. Esta tendencia encontró expresión formal en los trabajos de Child y, en forma distinta, en los de Locke. Alcanzó su pleno florecimiento en un pequeño trabajo de North que, sin embargo, no dejó huellas importantes entre sus contemporáneos.

Sir Josiah Child, al igual que Mun, estuvo relacionado con la East India Company, su posición fue en algunos momentos tan prepotente, que se le puede considerar como virtual director de la compañía. Child escribió algunos opúsculos que reunió más tarde en un libro publicado en 1698, con el título de Nuevo discurso sobre el comercio. Esta obra fue reeditada muchas veces, la última en 1804, y su influencia fue tan grande como la de Mun.

En el trabajo de Child se discute una gran variedad de temas; entre ellos se incluyen la colonización, el sistema salarial, la población, y la ayuda a los pobres. El tema principal es el tipo de interés, que considera que en Inglaterra es demasiado alto. No discute la teoría de la balanza comercial, sino que la da ya por sentada, aunque admite las dificultades prácticas inherentes al concepto, es decir, la dificultad de obtener un cálculo exacto de las importaciones y exportaciones. En cuanto al análisis económico hay un cierto numero de sagaces observaciones, junto a patentes contradicciones. Desarrolla con claridad el concepto mercantilista de la productividad. Según Child, los mercaderes, artesanos y campesinos son las tres clases de personas que realizan la riqueza de una nación o la traen del exterior; el resto de la gente como, por ejemplo, la nobleza, la clase acomodada, los hombres de leyes, los médicos, intelectuales de todo tipo y vendedores, lo único que hacen es pasar la riqueza de mano en mano, dentro del país.

Child señala que la economía nacional y los objetivos políticos no son siempre compatibles entre sí. Un determinado sistema puede favorecer una cosa a expensas de la otra. En tal situación, Child da primacía al poderío nacional sobre el lucro como cuando apoya, por ejemplo, la Navigation Act. Un comerciante podría obtener de los holandeses unas tarifas menores de flete para sus transportes a través del océano, pero, las consideraciones de defensa, que exigen una fuerte marina mercante, hacen necesario el uso de barcos ingleses. «Me parece absolutamente necesario que el lucro y el poder sean considerados en forma conjunta. » Por motivos muy similares, mantiene una actitud de estricta reserva frente a las inversiones extranjeras en Inglaterra, este tema ha ido surgiendo gradualmente en la literatura económica. ¿De dónde han de venir tales fondos, si no es de los holandeses? "Cualquiera que sea el dinero que los holandeses nos presten, ellos mantendrán siempre el extremo de la cuerda en su propio país y en sus propias manos".

Child señala también la posibilidad de conflicto entre los intereses privados y el interés de la propiedad, avisando sobre la confusión de ambos. Como ejemplo, cita las siguientes frases: «Tenemos ya demasiados comerciantes». «El capital comercial de Inglaterra es demasiado grande para su volumen comercial". «Nadie debiera ejercer dos oficios; es decir, que considera que las exclusiones monopolísticas y las restricciones de la época gremial eran contrarias al interés nacional. Observa el caso citado por Mun del «pobre comerciante» que no cubre los costes en el comercio exterior, al mismo tiempo que hace que la nación aumente su riqueza; añade otro caso de conflicto: los comerciantes pueden hacerse ricos siguiendo la regla de comprar barato y vender caro, pero dicha regla no puede mantenerse para el comercio exterior de la nación debido a que la competencia extranjera no exige vender tan barato, sino más, que los otros.

Child no se plantea la pregunta de si la reducción del tipo de interés conduciría a una elevación de los precios de los productos, fracasando con ello las exportaciones. No ve tampoco contradicción entre su petición de rebajar el tipo legal de interés y el principio del mercado competitivo: "Los que puedan pagar el mejor precio por un producto no dejarán nunca de obtenerlo de una u otra forma, a pesar de la oposición de las leyes o por mucho que se interponga cualquier tipo de poder; esa fuerza subrepticia y la violencia constituyen el cauce general por la que discurre el comercio". Sin embargo, olvida este principio cuando apoya el sistema colonial que prohibe a las plantaciones de América llevar su azúcar a «los mejores mercados» y les obliga a enviarlo a Inglaterra.

Existen elementos liberales en el mercantilismo de Child, en el sentido de que se opone a las restricciones que aún quedaban del antiguo Orden, estable y estático, para el que el comercio no era más que un asunto local y de pequeña importancia, cerrado a los intrusos. Como hemos visto, Child rechaza la opinión de que hay demasiados comerciantes en Inglaterra e insiste en que, tanto las compañías por acciones como las compañías reguladas deben estar abiertas, mediante pequeñas cuotas de admisión, a todos los que quieran unirse a ellas, señala que «La libertad y la propiedad, conducen al incremento del comercio y a la mejora de cualquier país.», que «Sería ventajoso para el comercio de Inglaterra, dejar a todos los hombres en Iibertad de hacer paños y géneros que quisieran en la forma que más les placiera donde y cuando gustaran y de cualesquiera longitudes y tamaños.»

Child propone con esto recompensar a los inventores e innovadores, al mismo tiempo que se opone a las leyes que obligan a trabajar como aprendiz o que limitan el número de aprendices, a las leyes que tipifican los géneros de lana: las modas cambian; a las que restringen el número de telares o de trabajadores: éstas favorecen sólo a algunos sectores; a las leyes que prohiben que un tejedor sea a la vez batanero, alforzador, tintorero, etc., a las leyes contra el monopolio de grano y a las que prohíben la exportación de efectivo o metal. Desaprueba las regulaciones del precio de la cerveza: dichas regulaciones obstaculizan la mejora del producto e impiden la imitación de otras bebidas extranjeras obtenidas también de los cereales; desaprueba también los impuestos que gravan por igual las exportaciones y el consumo interior, los derechos de exportación sobre artículos del país, las leyes que restringen los salarios, la inmigración o la tolerancia religiosa: dichas leyes coartan el aumento de población, favorecen la emigración y hacen que los hombres de talento se queden fuera del país. Child cita y aprueba la afirmación de Hobbes de que los hombres son, por naturaleza, distintos unos de otros. Su sociedad es fundamentalmente una sociedad abierta, en la que le gustaría que los disidentes e inconformistas fueran bien tratados.

Los criterios de Child acerca del aumento de población contrastan vivamente con el miedo a la superpoblación que se tuvo en tiempos anteriores; Malynes había expresado dichos temores en términos malthusianos, en 1022. "Si no fuera por los tres grandes males del mundo, es decir, la guerra, el hambre y la peste que purifican este gran cuerpo, los reinos y países acabarían estando demasiado poblados y los hombres apenas podrían vivir en paz o sin peligro". A lo largo del siglo, esta actitud fue transformándose gradualmente. Mun pone de relieve el" poderío militar de una nación populosa" afirmando que si los ingleses despojaran a los holandeses de sus pesquerías, «se incrementaría poderosamente la población de nuestro pueblo, gracias a este excelente medio de alimentación, haciéndonos posible enfrentarnos hasta con nuestro más poderoso enemigo, con lo que grandes multitudes de dichos holandeses se verían forzados a procurarse una vida aquí en nuestro país, en busca de una mejor manutención. La consecuencia de todo ello sería que muchos de nuestros castillos y ciudades costeras, que hoy en día languidecen, serian reedificadas y pobladas».

El título de un pequeño tratado, refleja la preferencia mercantilista por las familias numerosas. Dice así: Discurso concerniente al hecho de tener muchos hijos, en el que se eliminan los prejuicios existentes y se contesta a las objeciones que se hacen normalmente en contra de la prole numerosa. Según este escritor, el número ideal de hijos parece ser catorce.

Child habla de que «tanto la riqueza de una ciudad como la de una nación, la constituyen la multitud de sus habitantes». Da la bienvenida al crecimiento de la población, que considera en relación con las condiciones económicas. Los altos salarios constituyen una «prueba evidente de la prosperidad de un país, pues son «causa de un aumento de población, que enriquece considerablemente a cualquier país». El aumento de población va seguido «necesariamente de un incremento del comercio y de una mejora de las tierras. No porque sea causa de que los matrimonios tengan más hijos, sino porque un país comercial, al poderse permitir mantener cómodamente a más familias que un país que no posea comercio, hará posible que muchos, que en otro caso se hubieran visto forzados a vivir solteros, puedan llegar a casarse».

Child no encuentra inconvenientes a los salarios altos si son causa de que aumenten los costes, estos últimos podrán rebajarse disminuyendo el tipo de interés aunque tenía en la mente una idea que se corresponde con lo que se conoce hoy en día como decrecimiento de la curva de la oferta de trabajo. «En un año barato, el pobre no trabajará más de dos días por semana, pues con ello tendrá suficiente para mantenerse en su condición acostumbrada. Con razón o sin ella, los escritos de los mercantilistas abundan en lamentaciones sobre la indolencia de las gentes. Para Malynes «la ociosidad es la raíz de todos los males". Mun deplora que «debido a la lasciva ociosidad grandes cantidades de personas de nuestro país, engañan, vagabundean, roban, son ahorcadas, mendigan, van dando tumbos, desfallecen y perecen».

Las medidas propugnadas por los mercantilistas respecto a la población, la ayuda a los pobres y el desempleo deben interpretarse de acuerdo con los criterios que acabamos de ver, los sostenidos por la mayoría de los mercantilistas. Estos estaban tan preocupados por la abundancia de gente como por la abundancia de empleos para todos . Como dijo Child, «si trabajamos más, nos haremos más ricos». Esta es una de las razones por la que este autor y otros mercantilistas prestaron tanta atención a los problemas de la ayuda a los pobres y al desempleo. Cuando Child propone la creación de una autoridad que meta a los pobres en los hospicios o los deporte a las colonias de ultramar, lo que pretende es evitar la perjudicial asociación de la pobreza con la indolencia, que, para él, van unidas. Los mercantilistas estaban muy interesados en evitar el desempleo, pero el concepto de desempleo, que era algo básico en su pensamiento, no se refería a la ociosidad involuntaria.

La discusión sobre la población muestra la capacidad de razonamiento analítico de Child, ya que le dio ocasión de desarrollar un mecanismo automático para ajustar el equilibrio. Una disminución de la población, hará que se pongan en movimiento unas fuerzas que darán por resultado una eventual corrección de la misma. «La misma disminución producirá su propio remedio, pues la necesidad de hombres hará que los salarios se eleven, y los altos salarios, si nuestras leyes lo apoyan, nos procurarán la cantidad adecuada de personas sin necesidad de haberlas criado ( se supone, que habla de la inmigración).

Los observadores continentales del mercantilismo han puesto de relieve su función como forjador del estado, descripción ésta que no encaja en la variante inglesa del mercantilismo, puesto que en Inglaterra, cuando aparecieron en escena los escritos mercantilistas, el estado nacional estaba ya completamente desarrollado. Lo que en el continente fue la creación del estado, en Inglaterra fue la creación del imperio. Child prestó un considerable interés a este tema. En una sección de su libro se contiene una razonada defensa del sistema colonial, con sus Actas de navegación, que establecen el comercio exclusivo y las relaciones marítimas entre Inglaterra y sus colonias.

Debido a su punto de vista acerca de las ventajas de una población abundante, Child está muy interesado en la cuestión de si las colonias americanas han supuesto una pérdida de población para Inglaterra. En general, la emigración hacía Norteamérica no ha sido una verdadera pérdida para Inglaterra, ya que, si no hubieran existido dichas colonias, muchas de las personas que se fueron a América, se habrían ido a algún otro sitio: los puritanos a Alemania y a Holanda, y los criminales a los presidios. Sin embargo, la facilidad de entrar en las colonias ha sido causa de que abandonaran Inglaterra muchas más personas de las que lo hubieran hecho, caso de que sólo hubiera habido países extranjeros para recibirlas.

Pero, puesto que las colonias compran manufacturas inglesas y utilizan casi las dos terceras partes de los barcos ingleses, «no tenemos menos, sino más personas en Inglaterra, a causa de nuestras colonias en América. En las colonias de las Indias Orientales, se acostumbra emplear de ocho a diez hombres de color por cada hombre blanco. «Cada inglés que se encuentra en Barbados o en Jamaica proporciona trabajo a cuatro hombres en nuestro país», de entre los que se ocupan en producir provisiones, ropa y artículos para el hogar, así como también de los que trabajan en la navegación y en la construcción de barcos.

Las colonias cuyo comercio no está limitado a la metrópoli, son perjudiciales para esta última. Si el comercio colonial no estuviera restringido, los holandeses pronto se harían cargo de él, debido a que su "mercado es libre" y pueden vender a un precio mínimo y comprar a uno máximo. Los beneficios de las colonias se perderían completamente para la nación en muy pocos años. Los holandeses obtendrían todas las ventajas, «dejándonos sólo el trabajo de criar hombres y enviarlos al extranjero para que cultiven el campo y alimenten la industria de aquéllos"

. «Nueva Inglaterra , es la colonia más perjudicial para el Reino de Inglaterra". A diferencia de las otras colonias americanas, que producen azúcar y otros productos complementarios para la economía inglesa, Nueva Inglaterra produce productos competitivos, como cereales y ganado. Nueva Inglaterra realiza un floreciente comercio con las posesiones insulares y lo hace a expensas de la metrópoli. Child observa también alarmado el proyectado incremento de la construcción de barcos en Nueva Inglaterra y termina su examen del asunto deplorando que cada inglés que se encuentra en las Indias Orientales da trabajo a cuatro ingleses en Inglaterra. «De cada diez hombres nacidos entre nosotros y enviados a Nueva Inglaterra entre lo que les enviarnos o lo que recibimos de ellos, no obtenemos trabajo ni para un solo hombre en el país». A pesar de sus objeciones a la economía de Nueva Inglaterra, para él los colonizadores son «una gente a la que su frugalidad, laboriosidad y templanza, junto con la felicidad de sus leyes e instituciones, promete una larga vida con un extraordinario crecimiento de su población, riquezas y poder": profecía que no era nada despreciable en el siglo XVII.

Child compara las colonias francesas y españolas en América con las inglesas, para desventaja de las francesas. Siendo la propiedad, la libertad y la herencia los más efectivos acicates del trabajo, nada tiene de sorprendente que las colonias francesas no sean un éxito. El colonizador francés no se convierte en propietario de la tierra como lo hace el inglés, sino que trabaja bajo la supervisión y el control de la compañía colonizadora y del rey de Francia. Los españoles concentran todo su esfuerzo en la minería del oro y de la plata. Muchos de sus hombres, «o al menos de sus esclavos», han perecido en las minas. Descuidan el cultivo de la tierra y la obtención de productos agrícolas «que podrían permitir el empleo de una flota mayor y al mismo tiempo podrían alimentar una cantidad mucho mayor de gente en tierra y en el mar». Ahora veremos la discusión del tema al que Child dedica un mayor espacio -la controversia sobre el interés- y a examinar, en su lugar, el papel representado por Child en la formación de tres grandes ideas que no han perdido nunca su influencia sobre la humanidad. Lo que dijo respecto a ellas puede muy bien haber dejado una huella mucho más duradera que todas sus aportaciones a la economía.

En el trabajo de Child se da paso por primera vez en la literatura económica, a una idea que más tarde se dio ya por sentada, pero que en su época era prácticamente nueva; se trata de la idea del progreso, que sitúa la Edad de Oro más bien en el futuro que en el pasado. Cuando la gente mira hacia atrás y alaba el pasado, actúa así" por la flaqueza y corrupción de la naturaleza humana, que hace natural que los hombres se quejen del tiempo presente y ensalcen el pasado". Child prefiere una actitud distinta. Para él, «es evidente que, por la gracia de Dios Todopoderoso, este Reino tiene todo lo necesario para seguir progresando indefinidamente hacia la riqueza y el poder». Hasta ahora, sólo se ha visto el principio de esta expansión. El comercio «no ha alcanzado todavía ni la quinta parte de la perfección, de la que este país es capaz».

Desde los tiempos de Child, la noción del progreso económico ha formado parte del inventario de las grandes ideas del mundo occidental y, en nuestros propios días, en una «revolución de crecientes esperanzas», ha capturado también la imaginación del resto de la humanidad. Otra idea general que fue también Child el primero en enunciar en la literatura económica es la de la continuidad o evolución gradual, es decir, del cambio que va actuando con firmeza, sin prisa, pero sin pausa. Esta idea ha dejado su huella en el pensamiento político y económico del mundo de habla inglesa. Ha sido la divisa de la Fabian Society, el arma intelectual del socialismo británico y ha servido como lema para los Principios de economía política de Alfred Marshall de las obras más influyentes de la moderna economía. Tanto Child como Marshall utilizan el mismo apotegma (máxima). El de Child, de que Nec natura aut lex operantur per saltum, «ni la naturaleza ni las leyes actúan mediante saltos», ha pasado a ser el de Marshall de que Natura non facit saltum, «la naturaleza no da saltos».

Un tercer punto que había de convertirse en gran tradición inglesa y que está bien patente en el pensamiento de Child, es su actitud empírica y antidogmática en los asuntos relacionados con el ejercicio de la política en el campo económico. Child desea dejar a un lado toda una serie de leyes anticuadas, para ponerse a experimentar con otras nuevas. El antiguo sistema de los salarios máximos pudo haber sido acertado para su época; pero los nuevos tiempos exigen nuevas leyes. Un racionalista o un fanático dogmático hubieran insistido en que el mundo debía construirse según su imagen más querida. Child, empírico, no hace tal cosa: "lo que es adecuado para el comercio de una nación puede no serlo en absoluto para el comercio de otras". He aquí la raíz de una cualidad de la que se han maravillado con frecuencia los observadores extranjeros de la escena inglesa: la capacidad para combinar la libertad y la estabilidad políticas con unos grados variables de experimentación e intervencionismo.

Mientras en el siglo XVI se estuvo muy cerca de establecer un interés libre, los pensadores del siglo XVII trabajaron para intentar controlarlo. La licitud del interés era algo que estaba ya fuera de dudas. Lo que se discutía ahora, era el techo que debía ponerse a los tipos de interés. Child decía que los comerciantes ingleses, que estaban en rivalidad comercial con los holandeses, no podían sostenerse debido a que el tipo de interés existente en Inglaterra era más alto, lo que elevaba sus gastos por encima de los gastos de los holandeses. Mientras algunas empresas de rendimientos relativamente bajos podían atraer a los empresarios holandeses, los ingleses estaban excluidos de antemano de las mismas a consecuencia del desfavorable tipo de interés. Los holandeses podían obtener una ganancia del cinco por ciento en el comercio del arenque y sentirse satisfechos; ningún inglés podía emprender tal riesgo, ya que el coste de oportunidad, es decir, el interés que un banquero-orfebre estaba dispuesto a pagar por el depósito, excedería a la ganancia obtenida. Child consideraba que los altos tipos de interés eran también los responsables de otra gran cantidad de dificultades, incluyendo algunas apenas relacionadas con el coste del préstamo.

Child, para quien un bajo tipo de interés era la panacea que eliminaría todos, o casi todos los males de la sociedad, insiste en que ello reduciría la embriaguez.

Normalmente, los autores del siglo XVII desprecian y consideran inadecuada la costumbre seguida hasta entonces de discutir el tema del interés desde el punto de vista de la teología moral. El punto de vista secular queda expresado en el Manifiesto contra la usura un pequeño folleto de diecinueve páginas que un culto propietario, Sir Thomas Culpepper, publicó en 1621 y que fue unido más tarde a los escritos de Child. Culpepper comienza su opúsculo con la observación de que desea «dejar para los teólogos, las pruebas de la ilicitud de la usura»; Child, que se mostró más interesado que ningún otro mercantilista en el problema del alto tipo de interés. insiste, como Culpepper, en que su argumento no es teológico pero que, así y todo, no puede evitar hacer la observación de que, si un tipo de interés más alto que el de los holandeses tiene sobre la economía inglesa tan malas consecuencias, no le queda más remedio que ser pecado, «aunque Dios no lo haya prohibido explícitamente». Ninguna otra cosa podría poner tan de manifiesto la progresiva secularización del pensamiento y la deificación de la nación, como la idea de que lo que es dañino para la nación, deba ser un pecado.

El trabajo de Child, Breves observaciones respecto al comercio y al interés del dinero, publicado en 1668, en el que propone la reducción del tipo máximo de interés del seis al cuatro por ciento o menos, fue criticado por algunos autores que sostenían la tesis contraria. El primero de éstos fue el autor anónimo de un folleto de veinticuatro páginas publicado en el mismo año, cuyo título nos aclara el principal argumento que contiene: El interés del dinero mal entendido, o un tratado que prueba que la disminución del interés es el efecto y no la causa de la riqueza de la nación y que el seis por ciento es un interés adecuado para la presente condición de este reino. Algunos han querido considerar al autor de este trabajo como un temprano exponente de la tesis de Weber, ya que entre los factores que enumera como responsables del desarrollo de Inglaterra, incluye el haberse librado de la Iglesia de Roma. Child, que se opone a esta opinión, podría entonces ser considerado como el primer critico de la tesis de Weber: "Nuestra liberación de la Iglesia de Roma -dice-, ocurrió mucho antes de que empezásemos a ser alguien en el comercio; por otra parte, en Italia, que sigue adherida a la antigua fe, el comercio florece"

. Un año más tarde, Thomas Manley publicó un opúsculo más extenso, Donde se examina la usura al seis por ciento y se encuentra que ha sido injustamente atacada por Sir Thomas Culpepper y J. Child. . Manley afirma, entre otras cosas, que un tipo de interés bajo sería causa de un incremento de la embriaguez. En el Nuevo discurso sobre el comercio de 1698, en el que consolida sus trabajos anteriores, se encuentran las réplicas de Child a Manley y al autor de El interés del dinero mal entendido.

Lo que Child quiere no es simplemente un tipo de interés bajo, sino más bien que lo sea tanto o más que el de los holandeses. Sólo así se podrá mantener la situación competitiva del comerciante inglés, frente a su rival holandés. Cuando Manley insiste en que lo que perjudica al comercio inglés son más los altos salarios que el elevado coste del interés, Child contesta que los holandeses pagan todavía salarios mayores y aprovecha esta oportunidad para desarrollar su teoría sobre los beneficiosos efectos de los salarios elevados.

Mientras Manley sugiere que se disminuyan los salarios, el autor del Interés del dinero mal entendido propone otra alternativa, que no es tampoco la reducción del tipo legal de interés en Inglaterra: ¿por qué no pedir prestado a los holandeses? Esta idea no logra el favor de Child. Mientras prestamista y prestatario sean ingleses el pago de intereses será una mera transferencia; cuando el prestamista es holandés, dicho pago se convierte en «una clara pérdida para la nación».

Child se da cuenta de que la importancia del tipo de interés no es la misma para las distintas clases de comercio. Un comercio en el que se transfiera la mercancía lentamente y mantiene los precios durante largos períodos de tiempo, será especialmente sensible a un tipo de interés alto.

Child atribuye la manifiesta escasez de dinero, al «comercio realizado por los bancos, que obstruye la circulación, promueve la usura y la hace tan sencilla, que la mayoría de los hombres, en cuanto pueden reunir una suma de 50 o de 100 libras, lo llevan inmediatamente al banquero-orfebre. Con lo que ocasionan y seguirán ocasionando, mientras ello dure, esa fatal y apremiante necesidad de dinero».

Para Child, serán muy pocas las cosas buenas que no puedan obtenerse como consecuencia de la reducción del tipo de interés. "El interés bajo engendra frugalidad, laboriosidad y destreza". No parece poner en duda que un tipo de interés reducido traerá como consecuencia un posterior incremento de los fondos prestados, ya que, según Child, el menor interés hará posible que sean más los hombres que puedan dedicarse al comercio. Al haber más comerciantes, sus ganancias serán menores y se verán obligados a ser más frugales, con lo que se gastará también menos en mercancías extranjeras.

Si el tipo de interés es alto, el valor de la tierra no puede ser alto también. Algunos pretenden que las tierras se venden por el precio de veinte anualidades cuando el interés es del 10 por ciento. «¿Puede alguien creer que nuestros padres fueran tan estúpidos como para gastarse el dinero en la tierra y no volverlo a ver en veinte años, cuando, al 10 por ciento, podrían haber doblado su dinero en diez años a interés simple y en siete años a interés compuesto? La realidad es que el comercio y la tierra «crecen y menguan a la par». Una reducción del interés elevará el valor de la tierra. Ello obligará también a los ociosos que viven de los ingresos que les proporciona el interés a ponerse a trabajar y como el valor de la tierra habrá aumentado, no les será posible convertirse en propietarios.

Para el autor de El interés del dinero mal entendido, Child aparece como el instigador de un sistema de conspiración. Atribuye a Child el «designio de concentrar todo el comercio en las manos de unos pocos y ricos comerciantes que tienen el dinero suficiente para comerciar por su cuenta, excluyendo con ello a todos los jóvenes que quieran hacerlo». Child se ve apurado para defenderse de esta acusación. Un tipo de interés alto «enriquecerá mucho a unos pocos y empobrecerá a la mayoría de los comerciantes» el tipo de interés bajo configura un «principio difusivo». Puede imponer pequeñas pérdidas a los individuos pero dará lugar a grandes ganancias para la nación. La East India Cornpany no necesita, por su parte, que se reduzca el tipo de interés, pues le es ya posible obtener todo el dinero que quiera al 4 por ciento, quizá por la reputación tan alta que posee. «En Inglaterra se desean más los valores que el dinero pues los primeros son considerados infalibles.

El gran problema es «si la reducción del interés es verdaderamente la causa de la riqueza de un país o si, por el contrario, es sólo el concomitante o el efecto de la riqueza de dicho país». Para Child la primera alternativa es evidente, mientras que el autor de El interés del dinero mal entendido, apoya la segunda. En plan de concesión, Child admite que a semejanza de la controversia entre el huevo y la gallina, la misma cosa puede, a la vez, ser causa y efecto. La reducción del interés es causa de un aumento de riqueza y este último proporciona, a su vez, una posterior reducción del interés.
Elementos liberales del pensamiento de Child
"La libertad y la propiedad - afirma - conducen al incremento del comercio y a la mejora de cualquier país". Child propone recompensar a los inventores e inovado-res, al mismo tiempo que se opone a las leyes que obligan al trabajo del aprendiz o que limitan el número de aprendices, a las leyes que tipifican los géneros de lana: las modas cambian; a las leyes que restringen el número de telares o de trabajadores: estas favorecen solo a algunos sectores; a las leyes que prohiben que un tejedor se desempeñe en otra artesanía; a las leyes contra el monopolio del grano y a las que prohiben la exportación de efectivo o de metal. Desa-prueba la reglamentación del precio de la cerveza: tal reglamentación obstaculiza la mejora del producto e impide la imitación de otras bebidas extranjeras obtenidas también de los cereales; desaprueba también los impuestos que gravan por igual las exportaciones y el consumo interior, los derechos de exportación sobre artículos del país, las leyes que restringen los salarios, la inmigración o la tolerancia religiosa: dichas leyes coartan el aumento de la población, favorecen la inmigración y hacen que los hombres de talento se queden fuera del país.

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lunes, octubre 24, 2005

Ayn Rand




La vida de Ayn Rand (1905-1982)

Una semana antes de su cumpleaños 21, Alissa Zinovievna Rosenbaum abandonó la Unión Soviética para nunca regresar. Oficialmente, ella viajó solo para visitar a su familia en Chicago, pero Rosenbaum tenía otros planes. De niña ella había visto a la revolución bolchevique reducir a su familia de la clase media a la pobreza, y estaba convencida de que el comunismo destruiría a Rusia también. Luego de estarse con familiares durante varios meses, practicando su inglés, se dirigió hacia Hollywood para empezar una nueva vida bajo un nuevo nombre: Ayn Rand.

Por cuestiones de suerte, en su segundo día en la ciudad Ayn se encontró con el legendario director Cecil B. DeMille. Él le dio un trabajo como extra en su película King of Kings, así como consejos sobre cómo convertirse en escritora de películas en Hollywood.

Entre su trabajo como guionista y luego como ayudante en un estudio de cine, Rand inició un romance con un actor llamado Frank O'Connor, a quien ella había conocido en el plató de DeMille. En 1929 se casaron, permaneciendo juntos hasta la muerte de él en 1979.

La carrera de Rand como escritora profesional comenzó en 1932 con la venta de un guión, Red Pawn, el cual nunca fue producido. Sin embargo, el ingreso producto de su venta le permitió a Rand renunciar a su odiado trabajo como ayudante en el departamento de vestuario y concentrarse tiempo completo en su escritura. En dos años había completado una novela y una obra, además de sus muchas historias cortas.

La obra de teatro, titulada inicialmente Penthouse Legend, era un drama de misterio sobre un asesinato, en el cual los miembros de la audiencia eran escogidos para actuar como jurados y decidir el final de la obra. Rand consideraba a la pieza como un "juicio" para la audiencia: los jurados que compartieran su sentido de reverencia por el individualismo heroico votarían, según ella, por absolver. La obra fue presentada en Hollywood como Woman on Trial, y luego, tras la mudanza de Rand hacia Nueva York, disfrutó de un éxito de tres meses en Broadway en 1938 bajo el título Night of January 16th.

La novela, publicada en 1936, fue We the Living, la historia de una mujer llamada Kira quien, en los años posteriores a la revolución rusa, aparenta estar enamorada de un oficial comunista con el fin de ayudar a Leo, su amante aristocrático. Es lo más cercano a una historia autobiográfica que Rand escribiera, y muestra cómo los sistemas colectivistas aplastan perversamente lo más noble del espíritu humano. Los críticos recibieron el libro bastante bien, pero su éxito popular fue más limitado. El New York Times publicó una breve reseña, en la cual Harold Strauss escribió que Rand, "puede manejar bastante bien su habilidad narrativa, y su novela se mueve con presteza y vigor en cada ocasión", aunque también señaló que el "ciego fervor al cual ella se ha dedicado a la aniquilación de la Unión Soviética" había producido un libro "servilmente torcido a los dictados de la propaganda." Una versión fílmica no autorizada, Noi Vivi, fue filmada en 1942, y en principio su producción fue promovida por Mussolini debido a su mensaje anti-comunista. Una historia acerca de la película, probablemente inventada, cuenta que cuando el dictador finalmente se dio cuenta de sus más amplios temas anti-autoritarios e individualistas, la prohibió.

En 1937 Rand escribió la novela Anthem, la cual describe un caótico futuro colectivista en donde incluso la palabra "Yo" ha sido olvidada. El libro fue publicado al año siguiente en Inglaterra, y no apareció en Estados Unidos hasta 1945. La banda de rock canadiense Rush luego adaptaría la historia para su disco 2112.

El 26 de junio de 1938, Rand empezó a escribir The Fountainhead, un proyecto que la ocuparía hasta finales de 1942. Luego de venderle los derechos para la película a Warner Bros, regresó con su esposo a Los Ángeles para empezar a trabajar en el guión. En su mente estaban las primeras ideas rudimentarias de la trama para otra novela, tentativamente titulada The Strike.
Mientras que la fama de The Fountainhead y de su autora empezó a difundirse—de boca en boca y luego por la película—Rand regresó a Nueva York. Ahí empezó a atraer a un grupo de jóvenes intelectuales quienes habían sido inspirados por la concepción de virtud personal desarrollada en su libro, el cual enfatizaba la integridad escrupulosa y la búsqueda del interés propio racional.

Para principios de los cincuenta, The Strike se había convertido en Atlas Shrugged, y su publicación por parte de Random House transformó a Rand de novelista de ideas a líder de un movimiento intelectual. El libro sigue a Dagny Taggart, vicepresidente de operaciones de la línea de ferrocarriles Taggart, y a Hank Rearden, magnate del acero e inventor de una nueva aleación revolucionaria llamada Rearden Metal, mientras intentan salvar a sus negocios en medio de un colapso económico y descubren por qué todos los artistas y empresarios más talentosos del país parecen estar desapareciendo.

La novela es épica tanto en longitud—tiene 1168 páginas—como en tema: mientras que The Fountainhead había señalado el valor del individualismo como una virtud del carácter personal, Atlas Shrugged se propuso ilustrar el conflicto entre dos filosofías morales y políticas diametralmente opuestas. Una es el altruismo, el cual según la concepción de Rand es el principio que la conducta ética consiste en vivir al servicio de los demás y que la búsqueda de la felicidad propia es mala e indulgente. A través de sus villanos y los eventos de la novela, Rand conecta dicha moralidad con el colectivismo político y la tiranía, ilustrando las formas en que una lleva inevitablemente a la otra. Sus oponentes, liderados por Taggart, Rearden, y el enigmático John Galt, ejemplifican la filosofía propia de Rand, la del Objetivismo. En un movimiento ambicioso y poco ortodoxo, Rand coloca en el clímax del libro un discurso de 60 páginas de Galt, en el cual su teoría es explicada en detalle. Ésta cubre no solo su egoísmo ético y su compromiso político con el capitalismo de laissez faire, sino también sus ideas sobre la naturaleza humana, metafísica, epistemología, y la relación entre la razón y la emoción.

Atlas sería la última incursión de Rand en la ficción. Durante 10 años ella promovió su filosofía a través de escritos de no ficción—incluyendo The Virtue of Selfishness, Capitalism: The Unknown Ideal, y For the New Intellectual—su boletín informativo, The Objectivist, su columna en Los Angeles Times, y el Nathaniel Branden Institute, el cual organizó cursos y seminarios en ideas objetivistas hasta que Rand y Branden se enemistaron por razones personales en 1968.
Rand continuaría publicando The Objectivist, luego renombrado The Ayn Rand Letter, y dando conferencias en campuses universitarios. Ella también publicaría tres compilaciones de sus propios ensayos y charlas: The Romantic Manifesto, The New Left, e Introduction to Objectivist Epistemology. Tras su muerte en 1982 producto de un cáncer de pulmón, Roy A. Childs, difunto académico libertario, escribió que trazar la influencia de Rand en el movimiento libertario era "como tratar de descifrar los efectos del Cristianismo en la Civilización Occidental." El ex secretario de Rand, Robert Hessen, le dio la siguiente explicación al New York Times sobre su profundo impacto:

Hubo varias defensas del capitalismo versus el socialismo cuando Atlas fue publicado en los cincuenta, pero fueron en su mayoría "economía de bañera"—Usted sabe, el capitalismo es superior porque es más eficiente y hace bañeras más grandes y mejores que las del sistema soviético. Ella proveyó la defensa moral que tuvo un efecto electrizante en la gente que antes había escuchado al capitalismo únicamente siendo defendido en términos tecnológicos. Ella dejó claro que una sociedad libre también es una sociedad productiva, pero lo que importa es la libertad individual.

La influencia de Rand ha continuado creciendo en las últimas dos décadas. Su trabajo ha inspirado a publicaciones académicas, como The Journal of Ayn Rand Studies, organizaciones dedicadas a sus ideas, como The Objectivist Center y el Ayn Rand Institute, y una plétora de grupos universitarios. La misma Rand ha sido prolífica póstumamente: las últimas dos décadas han atestiguado la publicación de la compilación Philosophy: Who Needs It, extractos de sus diarios, cartas selectas, conferencias informales sobre escritura de ficción, e incluso la colección de sus notas marginales en los libros de su biblioteca.

La historia de Jerome Tuccille sobre el movimiento libertario de los sesenta se titula apropiadamente It Usually Begins with Ayn Rand (Usualmente Empieza con Ayn Rand). Muchos, quizás la mayoría, de los futuros libertarios conocieron las ideas libertarias a través de las novelas de Rand, aceptaran o no finalmente la filosofía Objetivista. Su enorme contribución al crecimiento del libertarismo—un término que ella misma rechazaba—no fue, al final de cuentas, sus argumentos filosóficos en favor de una sociedad libre, sino la visión literaria que ella presentó de dicha sociedad y de la clase de persona más conveniente para la misma. Su mensaje fue personal no menos que político, y sus lectores se inspiraron no solo por su descripción de los beneficios de la libertad política, sino también de la nobleza de la vida individual libre.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para el Cato Institute.

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