Girondinos

Sitio dedicado a la Historia de los personajes Liberales

Mi foto
Nombre: Julio
Ubicación: Caracas, Miranda, Venezuela

jueves, agosto 18, 2005

Fréderic Bastiat


Claude Frédéric Bastiat fue un economista francés, legislador y escritor que fue paladín de la propiedad privada, el libre mercado y el gobierno limitado. Quizás el principal tema subyacente de los escritos de Bastiat fue que el libre mercado era inherentemente una fuente de ``armonía económica'' entre los individuos, en la medida en que el gobierno estuviera restringido a la función de proteger las vidas, libertades y propiedad de los ciudadanos del robo o la agresión. Para Bastiat, la coerción gubernamental era legítima solo si servía ``para garantizar la seguridad de la persona, su libertad y sus derechos de propiedad, para hacer que la justicia reine sobre todo''.

Bastiat enfatizó la función de planificación-coordinación del libre mercado, un tema principal de la Escuela Austríaca, porque su pensamiento estuvo influenciado por algunos de los escritos de Adam Smith y por los grandes economistas franceses del libre mercado Jean-Baptiste Say, Francois Quesnay, Destutt de Tracy, Charles Comte, Richard Cantillon (quien nació en Irlanda y emigró a Francia) y Anne Robert Jacques Turgot. Estos economistas franceses estaban entre los precursores de la moderna Escuela Austríaca, al haber desarrollado primero conceptos tales como es mercado dinámico, el proceso de competencia, la evolución del libre mercado de la moneda, la teoría del valor subjetivo, las leyes de disminución de la utilidad marginal y los rendimientos marginales, la teoría de la productividad marginal de los precios de los recursos y la futilidad de los controles de precios en particular y del intervensionismo económico en general.

Trasfondo intelectual de Bastiat

Bastiat quedó huérfano a los diez años; creció y fue educado por sus abuelos paternos. Dejó la escuela a la edad de diecisiete años para trabajar en el negocio familiar de exportaciones en la ciudad de Bayona, donde aprendió de primera mano los males del proteccionismo observando todos los cierres de almacenes, la declinante población y la pobreza incrementada y el desempleo causado por las restricciones al comercio.

Cuando su abuelo murió, Bastiat, a la edad de veinticinco años, heredó la propiedad de la familia en Mugron, lo que le permitió vivir como un caballero granjero y erudito por los siguientes veinte años. Bastiat contrató gente para operar la granja familiar, así que se pudo concentrar en sus búsquedas intelectuales. Fue un voraz lector y discutió y debatió con amigos virtualmente todas las formas de literatura. Su más cercano amigo fue su sobrino, Felix Coudroy. ``Coudroy y Bastiat se abrieron paso poco a poco a través de un tremendo número de libros sobre filosofía, historia, política, religión, viajes, poesía, economía política, biografía, etc... Era en estas conversaciones que las ideas de Bastiat se desarrollaron y sus pensamientos maduraron.''

Coudroy fue inicialmente un seguidor de Rousseau y, como la mayoría de los admiradores de Rousseau, entonces como ahora, era socialista. Pero Bastiat, quien siempre dijo preferir una conversación uno a uno a dar un discurso a miles de personas, convirtió a Coudroy al liberalismo clásico.

El primer artículo publicado de Bastiat apareció en abril de 1834. Era una respuesta a una petición de los comerciantes de Burdeos, el Havre y Lyon para eliminar las tarifas sobre productos agrícolas pero manteniéndolos sobre los bienes de manufactura. Bastiat alabó a los comerciantes por su posición sobre los productos agrícolas, pero los excorió por su hipocresía en querer el proteccionismo para sí mismos. ``Ustedes demandan privilegio para unos pocos'', escribió, mientras que ``yo demando libertad para todos''. Entonces explicó por qué todas las tarifas deberían ser abolidas completamente.

Bastiat continuó afilando sus argumentos en favor de la libertad económica escribiendo un segundo ensayo en oposición a todos los impuestos domésticos sobre el vino, intitulado ``El impuesto y el Vino'', y un tercer ensayo oponiéndose a todos los impuestos sobre la tierra y a todas las formas de restricciones del comercio. Entonces, en el verano de 1844, Bastiat envió un manuscrito no solicitado sobre los efectos de las tarifas francesas e inglesas al más prestigioso periódico económico en Francia, el Journal des Économistes. Los editores publicaron el artículo, ``La Influencia de las Tarifas Inglesas y Francesas'' en el ejemplar de octubre de 1844, y esto se convirtió incuestionablemente en el más persuasivo argumento para el libre comercio en particular, y para la libertad económica en general, que había alguna vez aparecido en Francia, si no en toda Europa.

En este artículo, Bastiat primero desplegó su dominio de la sabiduría acumulada en los economistas de la tradición pre-austríaca y se confirmó como un brillante sintetizador y organizador de las ideas económicas. Inmediatamente ganó fama nacional e internacional y, como abogado del libre comercio, empezó una amistad con Richard Cobden, el líder de la Liga de la Ley Anti-Trigo británica, que fue exitosa en eliminar todas las restricciones comerciales en Inglaterra en 1850. Bastiat organizó una organización similar en Francia, la Asociación de Libre Comercio francesa, que fue un instrumento de la eliminación de Francia de la mayoría de sus barreras en 1860, diez años después de la muerte de Bastiat. Bastiat fue especialmente efectivo en difundir su influencia como editor del periódico de la Asociación de Libre Comercio, Le Libre-Échange.

Después de veinte años de intensa preparación intelectual, los artículos de Bastiat empezaron a llover y pronto tomaron la forma de su primer libro, Sofismas Económicos, que hasta hoy se podría argumentar que es la mejor defensa literaria de la libertad de comercio disponible. Rápidamente siguió con su segundo libro, Armonías Económicas, y sus artículos fueron reimpresos en periódicos y revistas en toda Francia. En 1846, fue elegido como miembro respectivo de la Academia De Ciencia Francesa, y su obra fue inmediatamente traducida al inglés, español, italiano y alemán. Las asociaciones de libre comercio pronto empezaron a brotar en Bélgica, Italia, Suecia, Prusia y Alemania, todas basadas en la Asociación de Libre Comercio francesa de Bastiat.

Ideas de la escuela austríaca en Bastiat

Mientras Bastiat estaba formando la opinión económica en Francia, Karl Marx estaba escribiendo Das Kapital, y la noción socialista de ``lucha de clases'', de que las ganancias económicas de los capitalistas necesariamente surgían a expensas de los trabajadores, estaban ganando popularidad. Las Armonías Económicas de Bastiat explicaron por qué lo opuesto es verdad, que los intereses de la humanidad son esencialmente armonioso si pueden ser cultivados en una sociedad libre donde el gobierno confina sus responsabilidades a suprimir robos, asesinatos y grupos de intereses especiales que buscaban usar al Estado como medio de pillaje contra sus compañeros ciudadanos.

Teoría del Capital

Bastiat contribuyó a la teoría del capital austríaca explicando con maestría cómo la acumulación del capital resulta en el enriquecimiento de los obreros por incremento de la productividad marginal del trabajo y, consecuentemente, su remuneración. La acumulación de capital, escribió Bastiat, podría también resultar en una más barata y mejor cualidad de los bienes de consumo, que podría también aumentar los salarios reales. También explicó cómo el interés en el capital declina en tanto se vuelve más abundante.

Así, los intereses de los capitalistas y del trabajo son realmente armoniosos, y las intervenciones del gobierno en los mercados de capital empobrecerán a los trabajadores tanto como a los dueños del capital. Bastiat también explicó por qué en un mercado libre ninguno puede acumular capital a menos de que lo use de una manera que beneficia a otros, i.e., consumidores. En realidad, escribió Bastiat, el capital es usado siempre para satisfacer los deseos del pueblo a quien no pertenece. En agudo contraste con la mayoría de sus predecesores, Bastiat creía que ``es necesario ver la economía desde el punto de vista del consumidor... Todos los fenómenos económicos... deben ser juzgados por las ventajas y desventajas que brindan al consumidor.'' Mises repitió este punto en Human Action cuando notó que aunque los banqueros no parecen ``controlar'' la asignación de capital por sus decisiones diarias, esto es, los consumidores son quienes ``capitanean'' el barco económico, porque son sus preferencias las que abastecen los negocios exitosos.

Costo Subjetivo

La más grande contribución de Bastiat a la teoría del valor sujetivo fue cómo aplicó rigurosamente la teoría en su ensayo ``Lo que se ve y lo que no se ve''. En ese ensayo, Bastiat, se enfoca implacablemente en los ocultos costos de oportunidad de la asignación de recursos gubernamental, destruida por la noción proto-keynesiana de que los gastos del gobierno pueden crear empleos y riqueza. En la primera edición de Economics in One Lesson, Henry Hazlitt escribió que: ``Mi más grande deuda, con respecto a la clase de marco expositivo sobre el que el presente argumento se apoya, es el ensayo de ``Lo que se ve y lo que no se ve.'' La presente obra podría, de hecho, ser vista como una modernización, extensión y generalización del planteamiento encontrado en el panfleto de Bastiat.''

La Ciencia de la Acción Humana

La manera en que Bastiat describió la economía como un esfuerzo intelectual es virtualmente idéntico a lo que los austríacos modernos etiquetan como la ciencia de la acción human o praxeología. Bastiat escribió en sus Armonías cómo ``El sujeto de la economía política es el HOMBRE... [quien está] dotado con la habilidad de comparar, juzgar, elegir y actuar... Esta facultad... de trabajar por cada otro, de transmitir sus esfuerzos e intercambiar sus servicios a través del tiempo y espacio... es precisamente lo que constituye la Ciencia Económica.''

Como los austríacos contemporáneos, Bastiat vió la economía como ``la Teoría del Intercambio'', donde los deseos de los participantes del mercado ``no pueden ser pesados o medidos... El Intercambio es necesario para determinar el valor.'' Así, para Bastiat, como para los austríacos contemporáneos, el valor es subjetivo, y la única manera de conocer cómo la gente valora las cosas es a través de sus preferencias demostradas tal como se revelan en los intercambios del mercado. El intercambio voluntario, por consiguiente, es mutuamente ventajoso. Esto fue una innovación teórica importante en la historia de la teoría económica, pues muchos de los economistas británicos habían sucumbido a la ``falacia física'', la desviada opinión de que el valor está determinado por la producción de los objetos físicos solos.

La comprensión de que el valor es creado por el intercambio voluntario, señaló Murray Rothbard, ``condujo a Bastiat y a la escuela francesa a acentuar las maneras en que el libre mercado conduce a una tranquila y armoniosa organización de la economía''. Rothbard mismo desarrolló la teoría subjetivista del intercambio de Bastiat mucho más completamente un siglo después en su devastadora crítica de la economía del bienestar moderna.

Otro tema rothbardiano en la obra de Bastiat (o un tema de Bastiat en la obra de Rothbard) tiene que ver con la renta de la tierra. En el tiempo de Bastiat, los socialistas propusieron el argumento de que ninguno tenía derecho a la renta de la tierra porque era Dios, después de todo, quien creó la tierra, no el actual propietario. La respuesta de Bastiat fue que la renta de la tierra era realmente legítima porque los propietarios habían dado un servicio valioso al limpiar la tierra, desecándola y haciéndola aprovechable para la agricultura. Si todos estos costos de inversión son capitalizados, explicó Bastiat, entonces es claro que los propietarios no están ganando un ingreso excepcional a través de la renta de la tierra después de todo, sino que están proveyendo un valioso servicio público. Murray Rothbard desarrollaría después esta idea más completamente en su defensa de la ``colonización'' como un medio apropiado de establecer derechos de propiedad.

Pillaje Gubernamental

Mientras establecía la armonía inherente del comercio voluntario, Bastiat también explicó cómo la asignación gubernamental de recursos es necesariamente antagónica y destructiva de la armonía natural del libre mercado. Ya que el gobierno no produce riqueza por sí mismo, debe necesariamente tomarla de alguno para darlo a otros; robar a Pedro para pagarle a Paul es la esencia del gobierno, como Bastiat lo describió. Más aún, grupos de intereses especiales buscan más y más del dinero de otras gentes a través de la tutela del Estado, socavando las capacidades productivas del libre mercado al comprometerlas en política más que en conductas productivas. ``El Estado'', escribió Bastiat, ``es la gran entidad ficticia por la que todos buscan vivir a expensas de todos los otros.''

Bastiat es quizás mejor conocido por su trabajo en el campo de la economía política que estudia la interacción entre la economía y el estado como opuesto a la teoría económica pura. Buscó entender cómo el estado operaba, qué iniciativas le dirigían, y lo hizo tan bien como cualquiera lo haya hecho. No hay espacio aquí para una discusión profunda de las ideas de Bastiat en economía política, pero unos pocos ejemplos serán suficientes. El gobierno era necesario, de acuerdo con Bastiat, pero solo si se restringía a sus funciones ``esenciales''. Creía que ``ninguna sociedad puede existir a menos de que las leyes sean respetadas en cierto grado'', pero al mismo tiempo esto solo podría ocurrir si las leyes mismas fueran respetables.

La justificación moral para una ley, más aún, nunca puede estar basada en un voto mayoritario, porque ``ya que ningún individuo tiene el derecho a esclavizar a otro individuo, entonces ningún grupo de individuos puede posiblemente tener tal derecho.'' Toda redistribución a través de la democracia mayoritaria es por tanto ``pillaje legal'' y es, por definición, inmoral.

El eslogan, ``si los bienes no cruzan las fronteras, los ejércitos lo harán'', es a menudo atribuido a Bastiat porque él contundentemente sostuvo la causa de que el libre comercio era quizás la ruta más segura para la paz tanto como la prosperidad. Entendió que a través dela historia, las tarifas han sido la mayor causa de guerra. El proteccionismo, después de todo, es un intento del gobierno para imponer a sus propios ciudadanos en tiempos de paz la misma clase de daño que sus enemigos intentan (con bloqueos navales) durante las guerras.

Descubrimiento Competitivo

Bastiat entendió que la competencia en el libre mercado era un ``procedimiento de descubrimiento dinámico'', para usar una frase de Hayek, en que los individuos procuran coordinar sus planes en ejecutar sus objetivos económicos. Todas las formas de intervención gubernamental interrumpen y distorsionan ese proceso porque una vez que una ley o regulación es publicada, ``el pueblo no necesita más discutir, comparar, planear el futuro; la ley hace todo esto por ellos. La inteligencia se vuelve un accesorio inútil para la gente; cesan de ser hombres; pierden su personalidad, su libertad, su propiedad.''

Falso Altruismo

Bastiat también miró a través de la falsa "filantropía'' de los socialistas, quienes constantemente se propusieron ayudar a esta o aquella persona o grupo a través del pillaje de la riqueza de otros miembros inocentes de la sociedad a través de la tutela del Estado. Todos estos esquemas están basados en el ``pillaje legal, la injusticia organizada.''

Como los neo-conservadores de hoy, los socialistas del siglo XIX tildaron a los liberales clásicos con el mote de ``individualistas'', implicando que los liberales clásicos estaban opuestos a la fraternidad, a la comunidad y a la asociación. Pero, como Bastiat señaló astutamente, él (como otros liberales clásicos) solo estaba opuesto a la asociación forzada y era abogado de comunidades y asociaciones genuinas y voluntarias. ``Cada vez que objetamos que una cosa sea hecha por el gobierno, los socialistas [erróneamente] concluyen que objetamos lo que está siendo hecho del todo.''

Derechos Naturales y Libertad de Intercambio

Bastiat puede también verse como un eslabón entre los teóricos del derecho natural de los siglos diecisiete y dieciocho y algunos miembros dela moderna Escuela Austríaca, el más notable Murray Rothbard, quien basó su defensa de los mercados libres en los derechos naturales, más que meramente en argumentos utilitarios. Para Bastiat, el colectivismo en todas sus formas era moralmente reprensible (al estar basado en el robo legalizado) y un impedimento a la armonización natural de los intereses humanos que es facilitada por los mercados libres y la propiedad privada.

Bastiat no solo creía que el colectivismo constituía un pillaje legal; también creía que la propiedad privada era esencial para satisfacer la naturaleza humana como un ser libre que, por naturaleza, actúan en su propio interés para satisfacer sus deseos (subjetivos). Argumentar contra el derecho a la propiedad privada sería argumentar que el robo y la esclavitud eran moralmente ``correctas''. Así, la protección de la propiedad privada es la función primaria (acaso la única legítima) del gobierno. El político ``no tiene autoridad sobre nuestras personas y nuestra propiedad, ya que ellas le preexisten y su tarea es rodearlas de garantías''.

Bastiat fue el autor de lo que es hasta hoy la más fuerte defensa del libre comercio jamás producida. Su causa fue construida sobre miríadas de conceptos económicos, pero a lo que la causa del libre comercio vino realmente a reducirse fue a que ``nunca ha sido una cuestión de deberes consuetudinarios, sino una cuestión de lo correcto, de la justicia, del orden público, de la propiedad. Porque el privilegio [creado por el gobierno], bajo cualquier forma que se manifieste, implica la negación o el desprecio de los derechos de propiedad''. Y ``el derecho a la propiedad, una vez debilitado en una forma, pronto sería atacado en miles de formas diferentes.''

En Sofismas Económicos, Bastiat creó magistralmente la más completa defensa del libre comercio jamás construida hasta ese tiempo, en que aplicó conceptos económicos como las ventajas mutuas del comercio voluntario, la ley de ventaja comparativa, los beneficios de la competencia para el productor tanto como para el consumidor y el vínculo histórico entre barreras comerciales y guerra. El libre comercio, explicaba Bastiat, significaría ``una abundancia de bienes y servicios a más bajos precios; más trabajos para más gente a mayores salarios reales; mayores ganancias para los manufactureros; un más alto nivel de vida para los agricultores; más ingreso para el Estado en la forma de impuestos a los niveles acostumbrados o inferiores; el más productivo uso del capital, del trabajo y de los recursos naturales; el fin de la ``lucha de clases'' que... estaba basada primariamente en injusticias económicas como tarifas, monopolios y otras distorsiones legales del mercado; el fin de la ``política suicida'' del colonialismo''; la abolición de la guerra como una política nacional; y la mejor educación posible, vivienda y cuidado médico para toda la gente.''

Bastiat fue un genio explicando todos estos principios y consecuencias económicas por el uso de la sátira y las parábolas, la más famosa de las cuales es ``La petición de los Fabricantes de Candelas'', que ``pedían'' una ley que mandara ``cubrir todas las ventanas y tragaluces y otras aperturas, huecos y rendijas a través de las que la luz del sol era capaz de entrar en las casas. Esta luz solar gratuita está arruinando el negocio de nosotros, los dignos fabricantes de candelas''.

Otra de las sátiras más memorables de Bastiat es su destrucción del argumento proteccionista de que una ``balanza de comercio'' es necesariamente deseable. Un comerciante francés dice tener embarcados $50,000 en bienes a los E.U.A., los vendió con una ganancia de $17,000 y compró $67,000 en algodón de E.U.A., que entonces importó a Francia. Ya que Francia ha importando entonces más de lo que exportó, sufrió una ``desfavorable'' balanza de comercio. Una más ``favorable'' situación, escribe sarcásticamente Bastiat, hubiera sido en la que el comerciante intentara una transacción en E.UA., pero su barco se hubiera hundido por una tormenta como había salido del puerto. La casa aduanera en el puerto podría entonces haber registrado más exportaciones que importaciones, creando un muy ``favorable'' balanza de comercio. Pero ya que las tormentas son poco de fiar, razona Bastiat, la ``mejor'' política sería tener al gobierno arrojando todos los bienes comerciales en el mar en tanto dejan los puertos franceses, ¡garantizando con ello ``una favorable balanza comercial''! Es este tipo de despliegue de genio literario lo que debe haber motivado a Henry Hazlitt a tomar la capa caída de Bastiat un siglo después de su muerte.

Legado intelectual de Bastiat a la escuela austríaca

Los escritos de Bastiat constituyen un Puente intelectual entre las ideas de los economistas pre-austríacos, tales como Say, Cantillon, de Tracy, Comte, Turgot y Quesnay, y la tradición austríaca de Carl Menger y sus estudiantes. Fue también un modelo de erudición para aquellos austríacos que creyeron que la educación económica general, especialmente la clase de educación económica que echa por tierra las miríadas de mitos ysupersticiones creadas por el Estado y sus apologistas intelectuales, es una función esencial (si no obligación) del economista. Mises tuvo un soberbio papel modelo a este respecto, como lo fueron Henry Hazlitt y Murray Rothbard, entre otros economistas austríacos. Como Mises dijo, los primeros economistas ``dedicados ellos mismos al estudio de los problemas de economía'' y en ``leer y escribir libros siendo vehementes en comunicar a sus conciudadanos los resultados de su pensamiento. Intentaron influir la opinión pública para hacer examinar las políticas prevalecientes''.

Hoy en día, la obra de Bastiat no es apreciada tanto como debería porque, como Murray Rothbard explicó, la inmoderada crítica actual de la libertad económica ``encuentra difícil creer que alguien que está ardiente y consistentemente en favor del laissez-faire pudiera ser posiblemente un importante erudito y teórico económico.'' Es extraño que incluso algunos economistas austríacos contemporáneos parecen creer que el acto de comunicar las ideas económicas, especialmente las ideas de política económica, al público general es algo indigno de un practicante de la ``ciencia económica''. Pero ese es exactamente el modelo de erudición que Mises mismo adoptó, que fue llevado adelante más agresiva y más brillantemente por Murray Rothbard, todos en la tradición del gran economista franco austríaco, Frédéric Bastiat.

Lea más!

miércoles, agosto 10, 2005

John Locke, la raíz filosófica


Pensador inglés (Wrington, Somerset, 1632 - Oaks, Essex, 1704). Este hombre polifacético estudió en la Universidad de Oxford, en donde se doctoró en 1658. Aunque su especialidad era la Medicina y mantuvo relaciones con reputados científicos de la época (como Isaac Newton), John Locke fue también diplomático, teólogo, economista, profesor de griego antiguo y de retórica, y alcanzó renombre por sus escritos filosóficos, en los que sentó las bases del pensamiento político liberal.

Locke se acercó a tales ideas como médico y secretario que fue del conde de Shaftesbury, líder del partido Whig, adversario del absolutismo monárquico en la Inglaterra de Carlos II y de Jacobo II. Convertido a la defensa del poder parlamentario, el propio Locke fue perseguido y tuvo que refugiarse en Holanda, de donde regresó tras el triunfo de la «Gloriosa Revolución» inglesa de 1688.

Locke fue uno de los grandes ideólogos de las elites protestantes inglesas que, agrupadas en torno a los whigs, llegaron a controlar el Estado en virtud de aquella revolución; y, en consecuencia, su pensamiento ha ejercido una influencia decisiva sobre la constitución política del Reino Unido hasta la actualidad. Defendió la tolerancia religiosa hacia todas las sectas protestantes e incluso a las religiones no cristianas; pero el carácter interesado y parcial de su liberalismo quedó de manifiesto al excluir del derecho a la tolerancia tanto a los ateos como a los católicos (siendo el enfrentamiento de estos últimos con los protestantes la clave de los conflictos religiosos que venían desangrando a las islas Británicas y a Europa entera).
En su obra más trascendente, Dos ensayos sobre el gobierno civil (1690), sentó los principios básicos del constitucionalismo liberal, al postular que todo hombre nace dotado de unos derechos naturales que el Estado tiene como misión proteger: fundamentalmente, la vida, la libertad y la propiedad. Partiendo del pensamiento de Hobbes, Locke apoyó la idea de que el Estado nace de un «contrato social» originario, rechazando la doctrina tradicional del origen divino del poder; pero, a diferencia de Hobbes, argumentó que dicho pacto no conducía a la monarquía absoluta, sino que era revocable y sólo podía conducir a un gobierno limitado.

La autoridad de los Estados resultaba de la voluntad de los ciudadanos, que quedarían desligados del deber de obediencia en cuanto sus gobernantes conculcaran esos derechos naturales inalienables. El pueblo no sólo tendría así el derecho de modificar el poder legislativo según su criterio (idea de donde proviene la práctica de las elecciones periódicas en los Estados liberales), sino también la de derrocar a los gobernantes deslegitimados por un ejercicio tiránico del poder (idea en la que se apoyaron Jefferson y los revolucionarios norteamericanos para rebelarse contra Gran Bretaña en 1776, así como los revolucionarios franceses para alzarse contra el absolutismo de Luis XVI en 1789).

Locke defendió la separación de poderes como forma de equilibrarlos entre sí e impedir que ninguno degenerara hacia el despotismo; pero, al inclinarse por la supremacía de un poder legislativo representativo de la mayoría, se le puede considerar también un teórico de la democracia, hacia la que acabarían evolucionando los regímenes liberales. Por legítimo que fuera, sin embargo, ningún poder debería sobrepasar determinados límites (de ahí la idea de ponerlos por escrito en una Constitución).

Este tipo de ideas inspiraron al liberalismo anglosajón (reflejándose puntualmente en las constituciones de Gran Bretaña y Estados Unidos) e, indirectamente, también al del resto del mundo (a través de ilustrados franceses, como Montesquieu o Voltaire). Menos incidencia tuvo el pensamiento propiamente filosófico de Locke, basado en una teoría del conocimiento empirista inspirada en Bacon y en Descartes.

Lea más!

Juan Bautista Alberdi, un Argentino diferente


Nació en Tucumán el 20 de agosto de 1810; una placa colocada en la respectiva casa recuerda hoy el acontecimiento. Era hijo del comerciante vizcaíno don Salvador Alberdi, entusiasta lector de Rousseau y amigo de Belgrano, quién más de una vez sentó al niño sobre sus rodillas. La madre, doña Josefa Aráoz, pertenecía a una antigua familia criolla.

Trasladado a Buenos Aires, estudia en el Colegio de Ciencias Morales; interrumpe los estudios y trabaja en la tienda de Maldes, pero vuelve después al Colegio, donde lo cautiva la música, que es el primero de sus amores. En la Universidad porteña acredita sobresalientes aptitudes en filosofía. Cursa derecho en Buenos Aires y en Córdoba; termina la carrera en 1838. Sus primeros trabajos de publicista se refieren a la música (1832). En 1837 edita su Fragmento preliminar al estudio del derecho, donde ya se hace presente una mentalidad fuerte. En 1837 dirige La Moda, ágil periódico de aguda crítica y amigo de la música, arte al que Alberdi brinda varias composiciones.

Actúa brillantemente en el Salón Literario y en la Asociación de Mayo y, a fines de 1838, emigra a Montevideo, por propia voluntad, según declara. En la vecina orilla ejerce el derecho y el periodismo; interviene en la redacción de varios periódicos y es secretario de Lavalle, hasta que se separa de él por disentir en cuanto al rumbo a imprimirse al ejército. En 1834 se embarca en el Edén, en compañía de su fraternal amigo don Juan María Gutiérrez; visitan el viejo continente. A bordo escribe un poema en prosa, puesto en verso por Gutiérrez. 1844 retorna a América; desde Río de Janeiro va directamente a Chile. Allí abre estudio de abogado; pronto se convierte en el más acreditado jurisconsulto de Valparaíso. En Chile cumbe también su fama de escritor. Sostiene con la pluma al presidente de la República, general Bulnes. En ése período su trabajo de más vuelo es Memoria sobre el Congreso General Americano (1884), donde apuntan ideas proféticas.

Cuando Rosas cae, se apresura a escribir un libro orientador: Las Bases (mayo de 1852), ampliadas en la 2a edición (julio del mismo año). Es su obra cumbre, identificada, identificada, con el texto y espíritu de la Constitución nacional, que inspirara traduciendo magistralmente el ideario de los emigrados, genuina continuación del sustentado por la generación de Mayo. Sostiene la célebre polémica con Sarmiento. Da a luz los Elemento del Derecho Público Provincial (1853) y Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina (1854), obra de gran valor. Durante siete años (1855-1862) es diplomático viajero: representa a la Confederación ante varios gobiernos europeos y los Estados Unidos. Obtiene el reconocimiento de nuestra independencia por España. Al reorganizarse los poderes de la República es separado del cargo, medida que le entristece y le amarga sobremanera. Desde entonces renueva, en todas formas, enconados ataques contra Mitre y Sarmiento. Elegido diputado por Tucumán al Congreso Nacional, vuelve a la patria al año siguiente, tras de cuarenta años de ausencia: ausencia que, por lo prolongada, le hace daño y agría su carácter y, a ratos, la visión de nuestras cosas. Se le atributa una recepción muy emotiva y se reconcilia con sus habituales adversarios. Asiste a los agitados sucesos del 80. Septuagenario, con la rapidez de la juventud (apenas en cuatro semanas), compone su libro: La República Argentina consolidada en 1880. En sus páginas saluda la unidad definitiva que acaba de conseguirse con la federalización de Buenos Aires.

El anciano pierde a esas alturas sus energías polémicas y, ante nuevos ataques de que es objeto, con motivo de su proyectada designación de ministro diplomático y de la edición oficial de sus Obras, resuelve volver a su apacible rincón de Francia. Sus últimos años son muy penosos; para vivir acepta el cargo de comisario argentino de inmigración en París. Por razones de salud, lo renuncia posteriormente. Soporta unos días espantosos y fallece en una lóbrega casa de sanidad de Neuilly, Francia, el 19 de julio de 1884, conforme lo acredita el acta de defunción, y no el 18, según asientan casi todos sus biógrafos.

Sus Obras completas llenan ocho gruesos volúmenes y las Póstumas, dieciséis. Entre las últimas se cuenta El crimen de la guerra, escrita en 1870 y vertida al inglés, libro monumental, de perenne vitalidad, que con las Bases harían la reputación de los más altos pensadores europeos y norteamericanos del siglo XIX

Lea más!

martes, agosto 09, 2005

Santo Tomás de Aquino, la raíz cristiana


Nació en Roccasecca, cerca de Aquino, Nápoles. El hijo menor de 12 hijos del Conde Landulf de Aquino. Sus primeros estudios fueron con los benedictinos en Montecassino, cerca del castillo de sus padres.

Continúa por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros y se demuestra su portentosa inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos (comunidad recién fundada) y entra con ellos pero su familia se opone. Trata de huir hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos, lo apresan en el castillo de Rocaseca por dos años. Aprovecha el tiempo en la cárcel estudiando la Biblia y la teología.

Los hermanos, al ver que no logran convencerle contra su vocación, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás la confronta con un tizón encendido y la amenaza con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. La mujer huyó espantada.

Después de su liberación, Tomas fue enviado a Colonia, Alemania, donde estudió bajo el Padre Dominico San Alberto Magno. Los compañeros al, ver a Tomás tan robusto y silencioso, lo tomaron por tonto, por lo que le pusieron como apodo: "El buey mudo". Pero un día, uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó a San Alberto. Al leerlos, este les dijo a los estudiantes: "Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero". Mas aun que su sabiduría destacaba su devoción. Pasaba horas en oración y tenía un profundo amor a la Eucaristía.

Recibió el doctorado de teología en la Universidad de París y a los 27 años es maestro en París (1252-1260). En 1259 el Papa lo llama a Italia donde por siete años recorre el país predicando y enseñando. En Orvieto (1261-1264), en Roma (1265-1267), en Viterbo (1268), en París (1269-1271) y en Nápoles (1272-1274). Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. En una ocasión, en la Universidad se traba una discusión acerca de la Eucaristía. Al no lograr ponerse de acuerdo, ambos bandos aceptan recurrir a Tomás para que diga la última palabra. Lo que él dice es aceptado por todos.

En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra maestra de 14 tomos. Fundamentándose en la Sagrada Escritura, la filosofía, la teología y la doctrina de los santos, explica todas las enseñanzas católicas. La importancia de esta obra es enorme. El Concilio de Trento contaba con tres libros de consulta principal: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.

Santo Tomás logró introducir la filosofía de Aristóteles en las universidades.

Su humildad: Según el santo, el aprendió más arrodillándose delante del crucifijo que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con gran respeto y total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente. Su lema en el trato era: "Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros".

Amor a la Eucaristía
El Papa le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta Corpus Christi. Así compuso el Pangelingua y el Tantumergo y varios otros cantos Eucarísticos clásicos.

Habiendo escrito Tomás bellos tratados acerca de Jesús Eucarístico, Jesús le dijo en visión: "Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?". Respondió Tomás: "Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".

Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: "Dios te salve María". Compuso un tratado acerca del Ave María.

Su visión económica
El pensamiento económico de Aquino es inseparable de su comprensión de la ley natural. Entendió la ley natural como una ética derivada de las características fundamentales del ser humano. Esas características pueden ser entendidas como la voluntad de Dios para la creación. Así, un acto ilegítimo sería aquel que pervirtiera los designios de Dios respecto a una parte de su creación. De acuerdo con Aquino, las transacciones económicas deben de ser consideradas dentro de este marco, puesto que son un intento humano de adquirir materias que provee la naturaleza para lograr ciertos fines.

La propiedad privada es una institución económica deseable porque complementa el deseo interno del hombre por el orden. "Por lo tanto la propiedad no es contraria a la ley natural" , escribe Aquino en la Summa Theologica, " sino un añadido creado por la razón humana". Sin embargo el Estado tiene autoridad para asegurar el marco legal que permite la vida comercial, haciendo cumplir la ley, prohibiendo el robo, la violencia y el fraude. De este modo, el derecho civil es el producto de una reflexión sobre la ley natural. Además, Aquino creía que la propiedad privada es la mejor garantía para una sociedad pacífica y ordenada, debido a que provee los máximos incentivos para un uso responsable de la propiedad.

Aquino ayudo a suavizar la tradicionalmente negativa imagen del comercio que caracterizaba, por ejemplo, al pensamiento Patricio. Para Aquino, el comercio en si mismo no es malo sino que, más bien, su valor moral depende de los motivos y la conducta del comerciante. Además, el riesgo asociado con traer bienes de donde son abundantes a donde son escasos justifica el beneficio mercantil. Sin embargo el comerciante debe dirigir sus beneficios hacia fines virtuosos.

Final
El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero enfermó cerca de Roma y lo recibieron en el monasterio cisterciense de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: "Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente". Allí murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años. Sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero, fecha en la que se celebra su fiesta.

Canonizado en 1323, declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y patrón de las universidades católicas y centros de estudio en 1880.
Contenido de su Summa Teológica

Una declaración completa y con autoridad del pensa-miento económico medieval puede encontrarse en los escritos de Santo Tomás de Aquino (1225-74), que constituyen una estructura integral y consistente de pensamiento que busca la reconciliación de la Fe y el conocimiento racional, una síntesis de la Doctrina Cristiana tal como surgió después de mil años de Aristotelismo.

En el método escolástico, que Santo Tomás llevó a la perfección, se plantea una cuestión, la cual es seguida por una exposición justa, detallada y citando a las autoridades, del punto de vista a refutar o re interpretar. Luego se da la respuesta, y los puntos de vista contrarios son objeto de crítica, nuevamente con amplitud de citas.

Propiedad privada

Las doctrinas económicas de Santo Tomás cubren asuntos tales como la institución de la propiedad privada, el justo precio, la prohibición de la usura, asuntos que formaban el núcleo del pensamiento económico medieval. Sobre la propie-dad privada, Santo Tomás establece que la institución está de acuerdo con la ley natural, puede ser regulada por el gobierno, el propietario está bajo el deber de compartir el uso de sus posesiones con otros, y la propiedad comunal se reserva solo para aquellos que desean conducir una vida de perfección.

La propiedad privada no es contraria a la ley natural

Algunos de los pensamientos de Santo Tomás sobre la propiedad privada están en su "Tratado Sobre la Ley" que es parte de la "Summa Teológica". Santo Tomás concilia la enseñanza de los Padres de la Iglesia que enseñaban que todos los bienes son comunes a todos los hombres con la de Aristóteles que escribió una defensa enérgica de la propie-dad privada. Santo Tomás afirma que ciertas cosas pertenecen a la ley natural porque no se encuentra su contrario en la naturaleza.

Reglamentacion de la propiedad

Santo Tomás aprueba la reglamentación de la propiedad privada por parte del gobierno para el bien común. Santo Tomás no establece preferencia alguna hacia una distribución igualitaria de la propiedad privada, ni establece un derecho absoluto del propietario contra el estado.

La mayordomia de la riqueza

Santo Tomás mantiene que existen dos aspectos respecto a las propiedades, primero su adquisición y disposición; segundo su uso. Con respecto a la adquisición y disposición se justifica la propiedad privada sobre la base de las razones dadas por Aristóteles. Respecto al uso de las pose-siones, Santo Tomás insiste en que debe permitirse a otros participar en ellas. Este deber, que refleja la idea de la mayordomía de la riqueza, puede ser cumplido mediante actos de caridad, liberalidad, y magnificencia. En un pasaje de sus escritos discute el deber de compartir con otros las propiedades cuando la ley humana es suspendida bajo con-diciones de urgente necesidad, cuando la apropiación de los bienes deja de ser un robo.

La redencion del negocio

La rehabilitación de la propiedad fue acompañada de la rehabilitación del hombre de negocios. El Eclesiástico (27:2) enseñaba: "como un clavo se encaja entre las grietas de las piedras, así se encaja el pecado entre el comprar y el vender", y los Padres expresaban de manera similar su preocupación acerca de las múltiples tentaciones a que se ve expuesto el comerciante por su actividad. San Agustín no cierra totalmente la puerta a la redención del hombre de negocios cuando aprueba la distinción entre el mercader y su actividad: la avaricia y el fraude son vicios del hombre, no de la actividad, la cual puede ser llevada a cabo sin tales vicios."

Durante la última parte de la Edad Media las autoridades legales y teológicas estaban dispuestas a dar reconocimiento a la importancia funcional del comerciante en una economía que había llegado a ser más desarrollada y compleja y solo podría prescindir de los servicios del comerciante al costo de revertir a unas formas de vida económica más primi-tivas, tales como el trueque y la producción para el uso inmediato del productor. Existe una razón más profunda, sin embargo, para la disposición de los últimos medievalistas para aceptar al comerciante y sus servicios. El punto no es tanto que su actitud difiera de la tradición Patrística sino que las enseñanzas de los Padres habían sido dirigidas a un mundo que era todavía pagano y gradualmente dejaba de serlo. Existían sin embargo, restricciones legales y espirituales, para moderar la ambición y la avaricia. Como el comerciante era un fiel creyente y operaba bajo todas las restricciones impuestas al creyente, la comunidad de creyentes podía aceptarlo.

En el Siglo XIII, cuando Santo Tomás escribe su Summa, los canonistas y escolásticos no encuentran falta en los ganancias del mercader que pueden ser interpretadas como un pago por su trabajo y gastos. La Escritura ha hablado de que es digno el obrero de su salario, y la justicia demanda una remuneración justa por el mismo. Este pensamiento fue a-plicado al trabajo dependiente así como al de los artesanos independientes que llevaban a cabo servicios que implicaban la transformación tangible de los bienes. En el caso de las actividades mercantiles en las que no tenía lugar tal trans-formación, no fue difícil extender la idea a los servicios de transporte, almacenaje y cuidado. Se veía la transpor-tación como la función más importante del comerciante, la cual a menudo solo podía cumplir asumiendo graves riesgos, y el riesgo a su vez llegó a ser reconocido como otro concepto cargable a los gastos del comerciante.

Otro problema más difícil era el tratamiento de la parte del ingreso del negocio que no era identificable con el trabajo y los gastos en el sentido que acaba de descri-birse. Nuevamente aquí los canonistas y escolásticos mostra-ron el camino para la rehabilitación de las utilidades del negocio estableciendo como criterio la intención o motivo del comerciante. Tres motivos de justificación se reconocieron. El uso de las utilidades para autosubsistencia, el uso de las utilidades para la caridad, y la intención de llevar a cabo los negocios como un servicio al proporcionar los bienes al público.

En la Summa Santo Tomás plantea la cuestión: "¿en el comercio es legítimo vender algo por más de lo que se pagó por ello ?". Santo Tomás primero define la función del comerciante como el acto de involucrarse en el intercambio. Establece que la utilidad en sí misma no es reprensible ni motivo de alabanza sino moralmente neutra. Se hace legítima, o por lo menos se hace la utilidad moderada, si el comerciante persigue un propósito necesario y honorable, tal como la automanutención, la caridad o el servicio público.

El justo precio

La cuestión de la legitimidad del comercio y las utili-dades derivadas de él se presentaría más frecuentemente ante el foro de la conciencia del comerciante, para ser resuelto por su consejero espiritual más que un tribunal eclesiástico o civil.

La situación era diferente respecto a otro problema importante en la economía medieval, el justo precio. Aquí los legisladores canonistas y civiles tenían ante sí la tradición del Derecho Romano con su principio de la "viola-ción excesiva" expandido por la práctica medieval. El Dere-cho Romano clásico en principio mantenía la libertad de contratación y negociación y no colocaba mayor restricción sobre el precio a que podrían llegar los negociadores. La violación excesiva era una excepción muy estrecha a esta regla, aplicable solamente a transacciones con tierras y con precios que fueran indebidamente bajos. En la doctrina legal medieval la regla de la violación excesiva fue más amplia y llegó a ser posible presentar ante las cortes la cuestión de la validez de cualquier transacción en la que se hubiera cargado al comprador más del cincuenta por ciento del justo precio o el vendedor hubiera aceptado menos de la mitad del mismo.

La discusión del justo precio por Santo Tomás se en-cuentra en la Summa bajo la cuestión "¿puede un hombre vender legítimamente una cosa por más de lo que vale?". El valor de un bien es su precio justo, y si el precio de venta se desvía de él, el comprador o el vendedor, según el caso, debe restituir. La desviación debe ser considerable. Este último requisito es debido a que el justo precio no es algo "definitivo y absoluto" sino el resultado de una estimación.

La divergencia entre la ley civil y la prohibición más estricta adoptada en la Doctrina Teológica es explicada por Santo Tomás por la diferencia fundamental entre la ley humana y la Ley Divina.
La primera postula un "mínimo ético", mientras que la segunda no deja sin castigo nada contrario a la virtud.

El justo precio era el precio corriente prevaleciente en un lugar dado en un tiempo dado, a determinarse por la estimación de una persona recta.

El requerimiento de que el precio sea justo es derivado por Santo Tomás de la regla dorada sobre la naturaleza del intercambio. La Escritura manda: "todo lo que quieras que hagan para ti, hazlo tu también para ellos" (Mat. 7:12). Puesto que nadie desea adquirir un bien a un precio excesivo sobre su valor, nadie debe tratar de venderlo por más de lo que vale. Más aún, y aquí hay referencias que se encuentran en la Política y en la Ética de Aristóteles, los intercam-bios han sido instituidos para ventaja común del comprador y el vendedor. No deben ser una carga más para uno que para el otro, y el contrato entre ellos debe estar basado en la igualdad de las cosas. "El valor de una cosa que se pone para uso humano es medido por el precio dado; y para este propósito fue inventado el dinero como se explicó en la Ética. Por tanto, bien sea que el precio exceda el valor de la cosa o viceversa, falta la igualdad requerida por la justicia".

La cuestión general, qué es la justicia, y la especial, qué es el justo precio, nunca han dejado de ser premisas inquietantes para el estudioso. Algunos han dicho que Santo Tomás fue un precursor de la teoría del valor-trabajo, que fue doctrina económica aceptada hasta fines del siglo XIX. Otros lo han interpretado como un exponente de la teoría subjetiva del valor, que considera el valor económico de un bien como derivado de su utilidad. No hay ningún pasaje en la Summa que indique que Santo Tomás implica que el valor de un bien sea igual a la cantidad de trabajo agregado en él. Más aún, enfatiza el punto de vista aristotélico y patrísti-co de que el valor de un bien está reflejado por su utili-dad, y su precio por la demanda o la necesidad.

El sistema de precios medieval

Santo Tomás escribió también un comentario a la Ética de Aristóteles. En estos comentarios, se adscriben las diferencias en el valor de los bienes a factores subjetivos y objetivos, esto es diferencias en su capacidad de satis-facer las necesidades y en la cantidad de trabajo y gastos utilizados en su producción.

Los estudiosos modernos han interpretado estos pasajes, junto con otros de Alberto el Grande, maestro de Santo Tomás, señalando el justo precio como algo funcional, esto es, como un instrumento para facilitar la operación del sistema medieval de precios. Según este punto de vista ambos contemplan valores que surgen de valuaciones subjetivas de los mercaderes individuales que se vuelven objetivas como un "estimado común", reflejando las cualidades objetivas de los bienes y midiendo el valor de los servicios involucrados en ellos. Ambos afirman que la vida social está basada en la especialización del intercambio. No habría intercambio y la sociedad se hundiría si los productores no reciben un justo precio que cubra su trabajo y gastos.
Así el justo precio llega a ser un instrumento que facilita la descarga de funciones especializadas. Su tendencia es conservar el orden de la sociedad medieval, con su estructura ocupacional de costumbre y los niveles tradicio-nales de vida de cada grupo no competitivo, y protegerla de los monopolistas y de las fuerzas de una competencia irrestricta.

Regulacion de precios

Debe recordarse que en el mundo medieval muchos precios estaban sujetos a reglamentación por parte de las autoridades y los grupos ocupacionales. Cuando era obligatorio tal precio regulado, la adherencia al mismo se consideraba que cumplía con el requerimiento del justo precio.

El pecado de la usura

La prohibición medieval del interés es contraria a las ideas del Derecho Romano que permitía una tasa del 12% anual en préstamos monetarios y del 50% en préstamos en especie. La doctrina medieval del interés, derivada de las enseñanzas de los Padres, tiene su confirmación en varios pasajes del Antiguo Testamento y en las palabras de Jesús, citado por Lucas 6:35 "presta libremente, sin esperar nada a cambio".

En 325 el Concilio de Nicea negó a los clérigos la toma de intereses sobre los préstamos de todas las clases y en 789 ocurrió la primera instancia de legislación civil cuando Carlomagno prohibió la usura por parte de clérigos y laicos. Carlomagno definía la usura en términos generales, como "pedir a cambio más de lo que se da". En 1139 el Segun-do Concilio de Letrán expresamente prohibió toda usura. Desde entonces canonistas y teólogos dieron creciente aten-ción a la usura interpretándola como una violación a la ley natural y a la justicia o como un pecado de avaricia o falta de caridad.

Esta actitud hacia el interés no puede explicarse en términos de ventajas para la Iglesia puesto que la prohibi-ción era más bien una desventaja económica porque los cléri-gos eran más prestadores que acreditados. Por cuanto toca a la economía en general, la sociedad medieval era primitiva y predominantemente agraria, para la cual era muy adecuada la prohibición del interés.

Santo Tomás re define la doctrina de la usura. Sobre la base de conceptos derivados del Derecho Romano se establece una distinción entre bienes consumibles y no consumibles, y entre un préstamo y un arrendamiento. Una casa o una granja pueden rentarse porque su uso produce un usufructo o ren-dimiento. Bajo los términos del contrato el arrendador puede no solo recibir a cambio el bien rentado sino también el importe de la renta. No es así en el caso de un préstamo de bienes consumibles, como vino o grano, que no rinden un usufructo o rendimiento como la casa o la granja. Así, si el prestador de tales bienes pide de regreso más de lo que prestó, estaría pidiendo más de lo que existe, esto es, un rendimiento más allá del proporcionado por su uso. Al hacer-lo, viola la justicia.

Respecto al dinero, su propósito principal, como dijo Aristóteles, es servir como medio de intercambio siendo gastado o consumido. Es un bien consumible, y se prohibe al prestador de dinero pedir de regreso un exceso sobre el importe prestado, como en el caso del vino o el grano.
Santo Tomás estaba consciente de que los precios cam-bian a través del tiempo, pero le era extraña la noción de que el mero paso del tiempo da un valor futuro a los bienes dife-rente del valor presente.

Titulos de interes extrinseco

La teoría de la usura de Santo Tomás es así, más aplicable de manera inmediata a los préstamos para el consumo que a los arreglos destinados a facilitar el uso productivo del capital. Estos no quedan desde luego excluidos de la prohibición de la usura porque el capitalista, en lugar de poner disponibles los fondos en forma de crédito, tiene la libertad de escoger otras formas legales tales como la sociedad o la asociación, bajo las cuales los socios comparten pérdidas y ganancias.
Todavía mas, aún si el arreglo tuviera la forma de un crédito y no pudiera demandarse legalmente ningún interés bajo el título intrínseco del préstamo mismo, existirían títulos extrínsecos bajo los cuales el acreedor podría recibir un rendimiento sobre el principal. Uno de estos títulos extrínsecos se deriva de la doctrina de damnum emergens, el "daño sufrido," la cual era explícitamente aceptado por Santo Tomás y bajo el cual el acreedor podía reclamar compensaciones por las pérdidas incurridas al tener que separarse de sus fondos. Santo Tomás excluye de tal compensación las pérdidas incurridas por el acreedor al no tener la oportunidad de colocar el importe del préstamo en un uso lucrativo - lucrum cessans, "ganancia escapada."

Un título extrínseco relacionado, explícitamente apro-bado por Santo Tomás, era la mora. El deudor que dejaba de cubrir sus obligaciones oportunamente debía al acreedor una compensación por la demora. Este arreglo abrió la puerta a la evasión a la prohibición de la usura, por ejemplo simulando un plazo muy corto para el crédito y una mora temprana para el deudor.

Otro título extrínseco, periculum sortis, el "riesgo," se permitía sólo en circunstancias muy estrechas. El riesgo aquel por cuya asunción el acreedor podría pedir compen-sación no era la mera posibilidad de que el deudor pudiera dejar de pagar el principal. Solo era permitido en casos de fracaso de una empresa conjunta, ya que no era riesgo prove-niente de un contrato de crédito sino una de asociación, en el que se compartían pérdidas y ganancias.

Lea más!

lunes, agosto 08, 2005

Francisco de Miranda El Venezolano Universal


He decidido iniciar este blog con la que considero la figura más importantes del Liberalismo venezolano, el Generalisimo Francisco de Miranda, quien en vida hiciese gala de un pensamiento liberal intachable y cuya imagen es mal utilizada en la actualidad por elementos de la izquierda más propios de Bolívar y los jacobinos corta cabezas.
El autor de esta detallada biografía es el Dr. Fernando Delgado, a quien solo puedo reprocharle el hecho de querer dar sepultura a una figura tan amiga de la Libertad como Miranda junto con otros de tan poca talla como Bolívar, Sucre, Rodríguez o Urdaneta quienes no comprendian el ideario Liberal.
I.- Infancia y juventud
Cuando nació Sebastián Francisco de Miranda, el 28 de marzo de 1750, (hijo de Don Sebastián de Miranda y Ravelo, canario, llegado en su temprana juventud a Venezuela, y Francisca Antonia Rodríguez Espinosa, caraqueña hija de caraqueños), su ciudad natal, estaba muy lejos de ser una ciudad pequeña y tranquila medio aislada del mundo. En plena era colonial, la población bullía dividida desde muchos puntos de vista, no sólo el racial, sino hasta por la procedencia. Así entre los blancos los había peninsulares, blancos criollos y blancos "de orilla".Los peninsulares eran los nativos de la península Ibérica, orgullosos y vanidosos que se creían blancos puros nada más que por razones de ubicación geográfica, siendo la realidad que los españoles eran y son un pueblo mestizo, crisol mezcla de muchísimas sangres decantado a lo largo de no mucho tiempo. Eso sí, enemigos del trabajo. Los blancos criollos eran los hijos de los peninsulares nacidos en nuestra América y aunque el régimen colonial no les permitía acceder a grandes cargos políticos (que se reservaban para los peninsulares), eran ricos pues heredaron de sus padres el fruto de la explotación inmisericorde de la riqueza de América y entre nosotros de la explotación agrícola con los indígenas y los negros actuando como esclavos en el cultivo del cacao, café, añil y otros productos. Como era de esperarse, tampoco los criollos eran afectos al trabajo, pues las herencias de sus padres les libraba de tal necesidad. Es más, consideraban la riqueza proveniente del trabajo como algo deshonroso, algo que necesitaban quienes no tenían estirpe. Los blancos "de orilla" eran los canarios provenientes, como su nombre lo indica, del archipiélago africano de Las Canarias. Eran tratados como gentes de segunda categoría y, por haber venido después de la dominación de nuestro país, carecían de los "títulos nobiliarios" obtenidos durante la dominación de América, por tanto, no tenían nada qué heredar, por lo que debían trabajar, lo que permitió a muchos de ellos llegar a la abundancia.Precisamente ese fue el caso de Don Sebastián, quien era un acaudalado comerciante, que por sus "servicios al Rey" había recibido el título de Capitán de Milicias, más honorífico que militar, pero una distinción al fin y al cabo. Esa riqueza le permitió a su hijo caraqueño no poco del disfrute de sus viajes sin preocupaciones económicas, al menos en las primeras etapas de su estancia en Europa.El hecho de ser "blanco de orilla" no permitía abrigar esperanzas a los Miranda sobre el futuro de Francisco en Venezuela. Así, en 1771, partió para España, entrado, irónicamente, por el puerto de Cádiz, donde le esperaba un corresponsal cliente de Don Sebastián quien proveyó los gastos de estadía en España producto de las ganancias netas producidas por la exportación de cacao. En marzo de ese año llegó a la ciudad de Madrid. Durante todo ese tiempo se dedicó a cultivarse, a aprender francés y matemáticas y a recorrer palacios y museos. Pasó más de un año en este proceso de asimilación de la "madre patria" y en noviembre de 1772 hizo su primera solicitud de ingreso al ejército de España, con el título de Coronel y además adquirió el título de Conde de Miranda (al menos pagó el precio). En esa época cambia su nombre de Sebastián Francisco por el de Francisco a secas, pues un hermano menor del mismo nombre, Francisco Antonio, había fallecido en Caracas.
II.- Melilla
Don Sebastián, desde Caracas, contrató los servicios de un Cronista de la Corte, quien hizo aparecer a los Miranda como descendientes de magníficos guerreros a los cuales debía mucho España. Este impresionante documento, obra de la fantasía del cronista, más ocho mil pesos, obraron el efecto esperado y Francisco obtuvo su adhesión al ejército español como capitán de un batallón del Regimiento de Infantería de la Princesa (7 de diciembre de 1772). Sin embargo el inquieto Capitán Miranda no estaba contento con su pequeño cargo y aprovechó el reclutamiento de oficiales para servir en Melilla, fortaleza española ubicada entre Oran y Ceuta (actuales Argelia y Marruecos), en el norte de África. La fortaleza fue sitiada por los árabes entre el 9 de diciembre de 1774 y el 16 de marzo de 1775. Pese a que vio dura acción al punto que su mosquete (especie de fusil) resultó perforado por tres balas enemigas y salvó milagrosamente la vida, sus superiores no k consideraron digno de mérito especial alguno.Decepcionado, formuló duros comentarios contra la estrategia española, lo cual va a iniciar su eterno pleito contra España. Se dedicó a visitar fortalezas extrajeras y a trabar amistad con oficiales extranjeros, sobre todo ingleses, lo cual le valió en 1777 su encarcelamiento por desacato, en Cádiz. Mientras tanto, el joven militar aprendía a leer a los clásicos latinos y griegos en sus idiomas e iba acrecentando una sólida cultura que será la base de su éxito en Europa.Al año siguiente, 1778, un amigo de Miranda, Juan Manuel de Cagigal file designado Coronel del Regimiento de la Princesa, quien al destacarlo con su amistad, hizo notoria la formación intelectual del joven venezolano dentro del Regimiento. Pero, pronto Cagigal file reemplazado de su cargo y sustituido por el coronel Juan Roca, hombre poco inteligente y envidioso, quien formuló una serie de cargos militares contra Miranda e incluso lo hizo arrestar bajo la acusación de manejar en forma inconveniente los fondos asignados al regimiento (1799). No obstante, al año siguiente sus superiores militares aprobaron las cuentas de Miranda, lo que no le libró de la saña del su creciente número de enemigos españoles.
III.- Independencia de Estados Unidos
En 1780, la guerra de independencia de las trece colonias (Estados Unidos) contra Inglaterra, obliga a España a dejarse arrastrar por Francia, que combatía del lado de los americanos. Miranda se alista como voluntario y llega a Martinica entre unos diez mil soldados españoles, también voluntarios. Esta vez había sido pasado al Regimiento de Aragón y designado edecán de su antiguo amigo, el ahora general Cagigal. Protegidos por la flota francesa llegaron los españoles a La Habana y desde allí partieron hacia Luisiana y Florida, donde vuelve a relucir, como en Melilla, el arrojo y el brillo militar de Miranda en el asalto a Pensacola. Ello le valió el ascenso a Teniente Coronel concedido por su superior el General Cagigal.De regreso a Cuba, siempre bajo las órdenes de Cagigal, Gobernador de la isla, éste decide ayudar un ataque de los estadounidenses contra la Bahamas (New Providence). Sitiada la ciudad, los ingleses se rinden y Miranda es designado para recibir la capitulación y las Bahamas van a parar a manos de España.
IV.- Cuba
Mientras tanto, la saña española de la cual ya nunca se librará, lo califica de pro británico. Y, en verdad, nuestro héroe ya se perfila como un hombre superior, aficionado a la filosofía, a la teoría política a las artes y a las ciencias, por lo que aparecía muy por encima de cualquier otro oficial español. Así, por ejemplo, durante su estadía en Estados Unidos aprovechó para conocer y cultivar la amistad de los hombres más prominentes de la revolución de ese país, Alexander Hamilton, John Knox, Thomas Paine y Thomas Jefferson, con quienes mantendrá correspondencia el resto de su vida.Le espera en Cuba un nuevo incidente con España: un oscuro negocio mezcla de espionaje y tráfico de armas, a favor de la propia España, es tergiversado y denunciado por oficiales españoles de La Habana, contra Cagigal y Miranda, mientras ambos están ausentes, en las Bahamas.Para esa época, el futuro Mariscal de Francia no ha olvidado a su patria y mantiene contacto con los "mantuanos" de Caracas, entre otros con el padre del Libertador, Don Juan Vicente Bolívar, con Martín de Tovar y con el Marqués de Mixares, por quienes se entera de la situación económica de Venezuela en manos de los vascos de la Guipuzcoana (que controlará el monopolio de las exportaciones de Venezuela hasta 1784). Mientras, los espías españoles tratan de capturarlo en La Habana, lo que le obliga a fugarse a Filadelfia (Estados Unidos), con la idea para pedir desde allí un salvo conducto al Rey de España para hacerse presente en Madrid, "aclarar" su situación y demostrar su honestidad. Mientras tanto viaja y estudia y hace contactos con la flor y nata de los liberales de las trece colonias.
V.- Nuevamente Estados Unidos
No obstante ello, mantiene constante contacto con el embajador de España y envía frecuente correspondencia a la Corte pidiendo ser oído en su propia defensa. Pese a la evidente simpatía que inspiraba al embajador, éste fue advertido desde Madrid que Miranda constantemente vituperaba de España y del régimen colonial (información cierta obtenida por una labor de espionaje contra nuestro personaje, gracias a la cual Madrid estaba al tanto de sus opiniones).
VI.- Londres y Europa Oriental
En noviembre de 1784 el futuro Precursor abandona a las trece Colonias y desde Boston viaja a Londres. Llegado allí se comunica con el Embajador de España, siempre insistiendo en su deseo de que se le garantice su defensa en Madrid. El embajador, del Campo, ya sabe la determinación del Conde de Floridablanca, el Primer Ministro del Rey Carlos III, de negar el acceso de Miranda a Madrid para su defensa. Sólo lo quieren preso y encadenado, pues políticamente tiene ideas "peligrosas" contra Carlos III y su imperio. Por el contrario, del Campo envía nuevos chismes de la vinculación de Miranda con personajes ingleses y su trato cotidiano, lo que era realmente cierto. La inocultable admiración por la Gran Bretaña y los británicos y su sistema político interno, había comenzado. Sin embargo, en Londres tropieza con el Coronel norteamericano W. S. Smith, a quien ya conocía desde la guerra de las trece colonias y quien para el momento era Secretario de la Embajada americana en Londres. Con Smith, un espíritu ansioso d cultura como él, deciden un viaje por Europa, esquivando a Francia, en ese momento aliada de España. Visitan Berlín y algunos principados germánicos: Prusia, la cuna del militarismo, donde se da cuenta de lo que supone una verdadera disciplina militar, al presenciar maniobras del ejército prusiano, conoce al brillante general Höllendorf y al francés Lafayette con quien, pese a haber coincidido en la guerra de independencia de Estados Unidos, no había logrado conocer allá.Siempre acompañado de Smith vistan Sajonia donde presencian la batalla de Maxen entre los ejércitos austriaco y prusiano (1759). Luego marchan a Viena la capital musical del mundo de entonces. Allí se hace asiduo de Francisco José Haydn, el mayor músico de su época, y participa con éste en veladas nocturnas interpretando la flauta, cuyo dominio parece le es indiscutible, tocando cuartetos para viento escritos por Haydn, para un selecto grupo de melómanos. Tener acceso a Haydn demuestra que ya Miranda ha solidificado su formación cultural, y ello, unido a su elegancia personal y a proceder de un remoto país del todo desconocido, la abre las puertas de Europa. Durante este período debe valerse de su simpatía y prestigio para obtener pasaportes de países europeos, pues España se los niega.De Austria pasa a las ciudades italianas: Florencia, Venecia y otras ciudades de similar importancia cultural. En Roma descubre la presencia de un grupo de jesuitas que habían sido expulsados por el Rey de las colonias españolas de América (1767) por sus ideas separatistas, peligrosas para el Imperio. No se sabe con certeza si conoció al peruano Vizcardo y Guzmán, pero sí leyó su carta dirigida a los "españoles americanos" opiniones que comulgaban plenamente con el ideario mirandino, y ello refuerza sus convicciones.Posteriormente continúa sus viajes, visita a Grecia y llega hasta Egipto, incorporando cuidadosamente a su inseparable diario opiniones sobre personajes, costumbres, pueblos y, sobre todo, manifestaciones de arte, junto con sus propios criterios de hombre ya definitivamente cultivado. De Egipto se devuelve a Constantinopla y, gracias a cierta picardía, no siendo musulmán, logra penetrar y admirar la antigua y espectacular Basílica de Santa Sofía, convertida ahora en Mezquita y por tanto vedada a los "infieles". Desde Constantinopla pasa a Crimea, donde su destino le lleva a conocer al Príncipe Potemquin, antiguo favorito de la ya casi sexagenaria Emperatriz Catalina II de Rusia. De hecho en Crimea se esperaba la visita de la Emperatriz y el Príncipe se encontraba allí por ello. No obstante la Emperatriz desistió del viaje. El Príncipe Potemqum, cautivado por la fuerte personalidad y cultura de Miranda, le invita a unirse al cortejo que partía de Crimea en busca de la Zarina. En aquella época en la Corte rusa sólo se hablaba en francés, lo que facilitó la comunicación con los altos personeros rusos. En la comitiva estaban además embajadores de Inglaterra, Francia, Austria y el actual favorito de la Emperatriz, Conde Aliexandr Mamonov.
VII.- Rusia
Vestido de Coronel español (en efecto lo era) y presentándose como Conde de Miranda, fue presentado a la Zarina Catalina II (la grande) el 25 de febrero de 1787 (según el calendario occidental).En su diario hace constar Miranda cómo mantuvo una larga conversación con Catalina y cuántas preguntas ésta le formuló sobre su lejana patria, sobre España y la tiranía que ésta ejercía sobre aquélla. Pronto el caraqueño fue el centro de la atención de la Corte rusa, sobre todo porque se comentaba su inquebrantable afecto por su patria y su determinación de organizar un ejército para liberarla de España, además de su extensa cultura. España no podía estar ajena al episodio y acusó a Miranda de impostor pues, afirmaba el Embajador de Su Majestad Católica Carlos III, ni era Coronel ni mucho menos Conde español. Lo primero, evidentemente lo era, pues no había sido dado de baja del ejército para poder tratarlo como militar desertor. En cuanto a lo segundo, al parecer se trataba de una verdad a medias. Miranda había cumplido los requisitos, durante su residencia en Madrid, para comprar el título de Conde, pues la Corona española, escasa de recursos vendía los títulos. Al parecer Miranda cumplió estrictamente con el pago correspondiente, pero las autoridades no le otorgaron el condado.Por toda respuesta, la Zarina contestó al Embajador de España que el coronel Miranda era su protegido y, además, le confirió el coronelato del ejército ruso, con el derecho a uso del uniforme correspondiente y pasaporte diplomático de ese país, con obligación a todos los funcionarios rusos en Europa de darle protección como privilegiado ciudadano ruso.La permanencia de Miranda en la Corte de San Petersburgo (Piotrograd), pese a lo amena y cómoda, pero, no obstante los ruegos de la Zarina por considerar imposible la empresa, duró hasta agosto de 1787, cuando provisto de diez mil rublos, dos letras de cambio a su favor contra el gobierno ruso por un mil libras esterlinas cada una, pasaporte y protección rusa, se dirige a Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda y Suiza, siempre proclamando su cometido: la independencia de su patria del yugo español. Para esa época es reo de Estado del Imperio español y es perseguido también por la policía francesa.
VIII.- De nuevo en Londres
En 1789 se encuentra de nuevo en Londres, donde inicia un intenso asedio a los Ministros de Su Majestad Británica para convencerlos en ayudarlo a independizar a Colombia, a cambio de un comercio de libre mercado exclusivamente a favor de Inglaterra. Económicamente, ello es impecablemente un buen negocio para los británicos, pero las constantes querellas entre las naciones europeas les impiden ver las ventajas que aseguraba Miranda. Para esta época, en su concepto, la patria de Miranda ya no es sólo Venezuela, sino "Colombia": un país que se extiende desde el norte de México hasta el Cabo de Hornos (Argentina y Chile), excluyendo a Brasil, es decir, toda la América de habla castellana.Los ingleses, con su amabilidad característica sólo dan esperanzas al Precursor, y en efecto, una que otra vez se discuten detalles como las características de la expedición que comenzaría por Venezuela. Hasta se discutió el diseño de un uniforme militar especial para una campaña en plena zona tórrida.El 14 de julio 1789 había estallado la Revolución Francesa que derroca a la Monarquía y proclamar la República y los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Automáticamente todas las monarquías de Europa rompen con Francia y se coaligan contra la recientemente creada República. Pese a lo que pudiera pensarse, a Miranda le entusiasma la Revolución, pero permanece en Inglaterra. Al parecer la razón de esta actitud tibia responde a una lógica cartesiana: Francia, rodeada de enemigos no tiene cómo ofrecerle la ayuda que él necesita y, por otro lado, Miranda pensaba que la independencia de Colombia no podía resolverse en una república, sino en una monarquía, porque éramos pueblos habituados al despotismo, y lo que implica una república hubiese terminado en libertinaje y en el caos y posiblemente nuevamente a manos de España, según estuviese el ajedrez de la política europea.
IX.- La República Francesa
Sin embargo, el continuo juego de los ingleses termina por obstinarlo y en 1792, el 23 de marzo llega a París a ofrecer su espada a la República, a cambio de la ansiada ayuda a Colombia. Francia, sitiada por sus enemigos acepta gustosa el servicio que le ofrece el caraqueño, quien de inmediato simpatiza con los girondinos, a cuyo partido se afilia, colocándose un aro distintivo en la oreja izquierda. ¿Por qué los girondinos? Por que en materia de política exterior los girondinos desean desmantelar el Imperio Español separando a la Metrópolis de la América española.Miranda es acogido en el ejército de la República con el rango de Mariscal de Campo y lo destinan a los ejércitos del Norte (Bélgica y Holanda) bajo el mando del General Dumouriez. Después de escribir su testamento, tal es su resolución de morir por la libertad, marcha al frente norte. Dumouriez, el futuro traidor, recibe al nuevo Mariscal con toda cordialidad y los coloca al mando del ala derecha de los ejércitos. Acá es preciso aclarar que la Revolución, en la práctica, había casi desmantelado al ejército francés, y en ese momento éste se encuentra integrado en su gran mayoría por bisoños voluntarios, sin disciplina militar, ni mucho menos experiencia. Con todo y ello, el sólo fervor revolucionario y la defensa del territorio de la Patria les hace enfrentarse a las grandes monarquías. Por lo que al sector del Mariscal Miranda respecta, enfrenta a uno de los más poderosos y mejor conformados ejércitos del mundo, el archidisciplinado ejército prusiano, al mando del Conde Brunswick. El primer choque importante ocurre en la colina de Valmy (donde hoy existe una escultura de nuestro héroe, hecha por el artista venezolano Eloy González). La victoria es para los franceses. Desde el lado prusiano, la derrota de Valmy hizo decir al gran escritor alemán Wolfgang Göthe, quien se hallaba en el vivac prusiano al lado de Brunswick, que después del fracaso prusiano cualquier cosa podía ocurrir en el mundo de las armas, de Valmy en adelante. La noticia de la victoria francesa hizo a Pétion, Presidente de la Convención Nacional dirigir al suramericano una correspondencia donde dice: "Miranda se ha comportado como un oficial de experiencia y excelente ciudadano que sabe cómo merecer la confianza de los soldados que están bajo su mando" y agrega el propio Pétion: "no se trata tan sólo de asegurar la libertad de Francia sino la del mundo entero. Nunca lucharemos por una causa más grande o más noble. Que le vaya bien. Le abrazaremos después de la victoria". En efecto, la Convención había declarado para siempre la abolición de la Monarquía en Francia el día anterior a Valmy.Entre los jefes militares girondinos Miranda conoce a Brissot a quien comunica sus planes para liberar a Colombia. Este general francés enseguida se entusiasma con ellos. Pero para él es preciso invadir a España para proclamar la república al mismo tiempo que se hace lo mismo con América. Brissot propone el inmediato envío de Miranda a la isla de Santo Domingo (entonces totalmente en manos de Francia), en calidad de Gobernador, allí podría reclutar un gran ejército formados por colonos de las islas francesas y voluntarios norteamericanos. Sin embargo el Mariscal rechaza la idea. El sólo hecho de su presencia en América pondría en guardia a todo el ejército de España. Sería pues, una señal de alarma tanto para Madrid como para Londres que pudiera hacer fracasar una empresa tan grande. Por otro lado, piensa Miranda ¿cómo un caudillo de la libertad va a comenzar su empresa siendo gobernador de una colonia?Entre tanto, la guerra sigue y Francia asciende a Miranda a Teniente General y pasa a comandar una división Se trata ahora de incorporar a Holanda a la Revolución. Ya los franceses han derrotado a los austriacos en Jemappes lo que les abre las puertas de Holanda. Los franceses dividen sus ejércitos en tres alas: izquierda al mando de Valence, centro, al mando de Dumouriez y derecha al mando de Miranda. Antes éste había recibido instrucciones de atacar Mástritch. El 25 de febrero de 1793 ya la ciudad ardía por cinco partes. Sin embargo, el general Valence, que debía apoyar la División Miranda, es sorprendido por los austriacos y desalojado de sus posiciones de apoyo, lo que obligó al venezolano a levantar el sitio so pena de quedar aislado entre enemigos.Las autoridades superiores francesas piden a Dumouriez que regrese a Bélgica y concentre allí todas sus flierzas, mientras que la vanguardia francesa hace retirar a los austriacos hacia Neerwinden. Es preciso ahora atacarlos allí. Dumouriez ataca: el ala izquierda corresponde a Valence y la derecha a Miranda, quien debía tomar la población de Léau. Sin embargo las tropas austriacas logran poner en desbandada a los voluntarios de Miranda, quien sable en mano, trata de hacerlos volver al frente. La desbandada del ala derecha afecta a la izquierda y se pierde la batalla, cuya pérdida, según Dumouriez recae en la derrota del ala derecha (18 de marzo de 1793). La acusación de Dumouriez contra Miranda no se hizo esperar, pues la amistad de ambos se habían distanciado debido a que el francés había propuesto al venezolano avanzar sobre París y restaurar la monarquía y Miranda se había negado rotundamente a ello, manteniéndose al lado de la República.Los comisarios de la Convención Nacional en Bélgica acusaron a Miranda quien fue encarcelado en París en espera de juicio. Mientras Dumouriez se fugó de Francia, lo cual hizo protestar al venezolano ante la evidencia de quién era el traidor. Se dirigió al Tribunal en los términos más enérgicos. Finalmente el juicio tuvo lugar siendo el abogado de Miranda el jurista Cheveau Lagarde, quien más tarde se haría famoso en su defensa de Maria Antonieta. Los testigos fueron inconsistentes y contradictorios y Miranda fue declarado inocente y le fueron regresados sus haberes, salvo su uní-forme militar porque se le declaró cesante. A los pocos días los girondinos fueron desalojados del poder por el partido de los Montañeses (Jacobinos). Ya no era lo mismo para nuestro héroe.Sin embargo, Miranda se había "encariñado" con Francia y decidió residenciarse en París donde se instaló en un lujoso apartamento e hizo trasladar su ya inmensa biblioteca y sus obras de arte. De pronto la policía allanó su apartamento y Miranda debió comparecer de nuevo ante los Tribunales, para ser de nuevo absuelto. Sin saberlo, Miranda tenía un temible enemigo oculto: Maximilien Robespierre, quien era miembro del "Comité de Salud Pública", comité de carácter político el cual ordenó una nueva prisión de Miranda, (época conocida como el Segundo Terror). Esta vez acompañado de los demás jefes girondinos, pues se trata de eliminarlos físicamente, pues los Jacobinos los consideraban, parejamente, traidores a la Revolución. La orden era guillotinarlos y el conocimiento que de nuestro héroe tenía el jacobino Fouquier-Tinville hizo aplazar en varias oportunidades la orden de guillotinarlo. Finalmente, por órdenes de Robespierre, se fijó la fecha para el día 12 de Termidor (según el calendario de la Revolución), 5 decir el 30 de julio de 1794. Desde su celda, Miranda, con pasmosa paciencia, mantenía correspondencia de contenido artístico con el arquitecto Quatreme're de Quincy, quien se hallaba oculto pues era pro monárquico.No obstante, el 9 de Termidor (27 de julio de 1794), los moderados se sublevan y guillotinan a Robespierre y a sus cómplices, terminándose así "el Terror" y salvándose Miranda de la muerte. Sin embargo, aun cuando mucho presos girondinos que quedaban en las cárceles parisinas fueron liberados Miranda permaneció detenido todavía algún tiempo más, hasta el 16 de enero de 1795, cuando, por fin, fue liberado. Al parecer su reclamación monetaria contra el Gobierno republicano por los daños patrimoniales que le ocasionó "el Terror' obtuvo éxito, lo cual le permitió alquilar una habitación lujosamente amoblada. Allí le conoció Napoleón Bonaparte, el futuro emperador, quien opinó sobre nuestro héroe que tenía "fuego sagrado en las venas".
X.- Nuevamente Londres
En 1797, (año de la conspiración de Gual y España en el litoral venezolano) debe abandonar Francia con motivo de la alianza de ésta con España. Regresa a Londres y su hogar se convierte en un centro de conspiración de los latinoamericanos contra España. Aprovechando que estalla la guerra de Inglaterra contra España, somete a los diversos ministros y funcionarios británicos a una fuerte presión en pro de sus ideales. Sus constantes reuniones con el Primer Ministro William Pitt le hacen el líder natural de los hispanoamericanos, quienes siguen sus instrucciones y se presentan a sí mismos como enviados del General Miranda. Antes ha sido designado "principal agente de las colonias hispanoamericanas" por una Junta de diputados que representan a México, Perú, Chile, Río de La Plata, Nueva Granada y Venezuela. Sin embargo, el Gobierno británico está indeciso, por cuanto lord Grenville, el canciller, no cree en los planes del venezolano.Este, trata de interesar a los prohombres de Estados Unidos, pero todos ellos, incluso Hamilton han enfriado su ánimo por la Revolución de las Colonias Españolas, dado el tiempo transcurrido. Incluso las autoridades británicas ponen restricciones a sus movimientos y no le permiten salir del país, lo que no impide al General mantener asidua correspondencia con Manuel Gual, escapado milagrosamente a Trinidad y donde pronto va a morir envenenado por los espías españoles.En 1799 arriba a Londres el joven chileno Bernardo O'Higgins. Para ese momento Miranda ha elaborado y cambiado infinidad de planes para la invasión, y ha crecido tanto el número de sus seguidores, que para justificar sus reuniones se hacen pasar por masones que fundan la "Logia Lautaro". Se ha especulado que la acción libertadora del General José de San Martín se inspiro en algunos de los planes conspiradores de la "Logia", aún cuando es poco probable que el Libertador argentino conociese a Miranda o fuese miembro de la Logia, como tampoco lo fue Bolívar.Ese 1799 Miranda recibe una correspondencia donde su antiguo jefe Cagigal le comunica que la Corte española ha fallado a su favor y a favor de Miranda, el viejo asunto de La Habana, declarando al venezolano "súbdito fiel de Su Majestad Católica". Se trata, evidentemente, de una maniobra para apresar a Miranda, quien durante todos estos años ha estado constantemente vigilado por espías españoles quienes conocen sus planes. La ingenua trampa fracasa y nuestro héroe permanece en Londres.
XI.- De nuevo Francia
En el verano de 1800, Miranda trata de salir de Inglaterra, pero no se lo permiten, por lo cual tiene que pasar clandestinamente a Francia donde Napoleón controla la situación como Primer Cónsul. Escribe al futuro Emperador que sus sacrificios por Francia lo hacen ciudadano francés. En noviembre llega a Ambères (Bélgica), escenario de su gran victoria, y desde allí escribe al famoso Fouché, jefe de la policía francesa, solicitándole respuesta de Napoleón. Fouché le invita a ingresar a Francia y allí se le acusa de espía británico y se encuentran entre sus bienes algunos recuerdos de Luis XVI. Se le acusa de espionaje y correspondencia con enemigos del Estado y va nuevamente a prisión. Bajo el alegato de haber sido Teniente General de la República y ser Mariscal de Francia logra su libertad con lo que puede regresar a Londres.
XII.- Otra vez Londres
En Inglaterra ahora el Primer Ministro es Addington. Este no atiende a su correspondencia, pero envía en su lugar a Vansittart con quien Miranda mantiene largas conversaciones, pero no logra nada concreto. Sus planes comienzan a disolverse en el tiempo.Pero su admirable tenacidad no ceja: los primeros años del siglo XIX 10 ven en reuniones con diferentes funcionarios ingleses, organiza planes conspirativos, futuras acciones de guerra y, sobre todo, escribe y escribe a todo aquel a quien crea posible la realización de sus planes independentistas. Redacta constituciones para Colombia (la América de habla castellana entera) eso sí, nada de repúblicas: la francesa, el ideal de muchos políticos, agoniza ante los avances de Napoleón.Había muchas razones para que Miranda desconfiara de la república: los criollos se habían mostrado sumisos a España, salvo raras excepciones: las misiones jesuitas del Paraguay (hasta 1767>, el negro Miguel (minas de Buría, Venezuela 1553) Túpac Amaru (Perú, 1579>, los Comuneros del Socorro (Nueva Granada, 1781), y la de Gual y España (Venezuela, 1797> ya mencionada. De la sumisión no se pasa a la libertad plena sin serios tropiezos de todo tipo, como en efecto los hubo. El Incanato, la fórmula monárquica de Miranda, muy a la inglesa era, según él creía, mucho más asimilable a nuestros pueblos Quizás la república vendría con el tiempo, pero el cambio de régimen de una monarquía española a una criolla era un tránsito infinitamente más suave para nuestros incultos ciudadanos. En Brasil ocurrió después, en 1822: el Imperio del Brasil se independizó de Portugal, con un Emperador portugués, Pedro 1, y no hubo necesidad de una sangrienta guerra para llegar a la república. Decidir que el Incanato de Colombia hubiese sido más exitoso que declarar la República directamente, nunca lo sabremos. Pero Miranda indudablemente tenía razones de peso. Sólo que los hechos lo envolvieron y las ideas políticas predominantes eran las francesas: las republicanas.Inglaterra, temerosa de una ataque naval por parte de España difiere y difiere una expedición contra las costas de Venezuela, donde según se le ha hecho creer a Miranda que una vez pise tierra de su país natal, todo el país se alzará en armas contra España. En 1805 surge un incidente entre Estados Unidos y España, por violación de un Tratado referente a la Luisiana.
XIII.- Estados Unidos
El General Miranda se traslada a Washington, donde trata de interesar al gobierno de ese país en su proyecto, a finales de ese año.En Estados Unidos encuentra viejos amigos cuya amistad ha mantenido a través de correspondencia: el Presidente Jefferson, el Vicepresidente George Clinton el Secretario de Estado Madison. Sin embargo, un ex Senador por New Jersey Jonathan Dayton da cuenta al embajador de España, el Marqués de Casa Yrujo, de las numerosas conversaciones de Miranda, con los altos dignatarios estadounidenses, pero el Embajador no capta el sentido de las reuniones.Miranda, sin importarle los chismes de los españoles, a través de su antiguo compañero de viajes por Europa, Smith, traba amistad con Samuel Odgen, comerciante, consumado liberal. De éste, nuestro héroe obtiene un préstamo de veinte mil dólares para armar y abastecer un barco de ciento ochenta toneladas; el "Leander" y otros dos barcos más pequeños: "Emperor" e "Indostan". Tal es el entusiasmo de Odgen, que dispensó a Miranda de cualquier descalabro económico de la expedición.
XIV.- "El Leander"
El 14 de febrero el caraqueño hizo los primeros nombramientos de los oficiales del "Ejército de Colombia" e izó la bandera tricolor a la cual hizo jurar fidelidad a toda la marinería (a pesar de que los doscientos eran todos mercenarios y aventureros). Fue entonces, al zarpar el Leander, cuando el Marqués de Casa Yrujo se dio cuenta de la seriedad de los planes de Miranda y puso en guardia a todas las autoridades Españolas.Cuando, después de muchas peripecias, Miranda arriba a las costas de Puerto Cabello, el Gobernador y Capitán General Guevara Vasconcelos, estaba más que suficientemente enterado y preparado por lo que presentó batalla con una gran superioridad naval, que debió ser esquivada por el Leander y las goletas Bacchus y Bee (que habían reemplazado con desventaja al Emperor y al Indostaní en Jacqmel, Haití, por órdenes de un oficial Inglés llamado Armstrong). Ambas goletas, menos veloces fueron alcanzados por los españoles y apresada la tripulación. Fueron acusados de asesinos, filibusteros y rebeldes. La "clemencia" de Guevara Vasconcelos no se hizo esperar: diez oficiales fueron ahorcados y los demás condenados a diez años de prisión: unos en Puerto Rico y otros en Cartagena.El Leander tomó rumbo a Trinidad, posesión inglesa, pero fue interceptada por una nave británica que los confundió, tal era el aspecto del Leander, con un barco pirata. Por el jefe de la corbeta inglesa llamada Lily, se enteró Miranda de la muerte de su esquivo amigo el ministro Pitt. Ambas embarcaciones siguieron hacia Grenada y Barbados. Aquí conoce Miranda a uno de los más celebres marinos británicos, Lord Coclirane. Enterado de los planes del venezolano y de las beneficiosas consecuencias para Inglaterra de un triunfo de éste, le permitió reclutar marineros en las colonias inglesas y escolta de navíos británicos al Leander: siete naves inglesas al mando del Capitán Campbell, quedan adscritas al Leander.
XV.- La bandera tricolor
El 1° de agosto de 1806 llega Miranda frente a Coro. Un mar encrespado impidió el desembarco que se realizó el día 3. La vanguardia Mirandina (todos oficiales ingleses) ponen en fuga a los españoles quienes dejan un cañón abandonado en la playa coriana. Pronto es dominado el fuerte de La Vela, arriada la bandera española y sustituida por la de Colombia. El general emite una proclama dirigida a los colombianos, que recuerda mucho el pensamiento del jesuita Vizcardo, y llama a las armas a todos los hombres entre 16 y 55 años a respaldar la bandera de Colombia.A todas éstas, los venezolanos no hicieron el menor caso, lo que hizo que Miranda pidiera ayuda a lo ingleses quienes también la negaron. Guevara Vasconcelos avanza con un ejército de cuatro mil realistas hasta Valencia y declara como traidor al Rey a todo aquel que apoye la invasión. Esta carece de filturo y Miranda, una vez más debió abandonar la acción y trasladar al Leander a Grenada.El fracaso del héroe es interpretado por los historiadores de diversa manera: para unos, el antiguo desdén de los grandes cacaos contra un blanco de orilla; para otros lo aventurado de la expedición. Pero la verdad histórica se impone: Miranda quiso dar un ejemplo práctico con su invasión, contando con las equivocadas referencias que muchos latinoamericanos le daban: los americanos sólo esperaban su presencia para alzarse en armas. Por otra parte la verdad militar se imponía, aun Venezuela, una provincia totalmente ignorada por España, contaba con una fuerza capaz de proteger los intereses económicos españoles, especialmente por el cacao, fruto entonces muy apreciado. No tanto como el oro o la plata, pero productivo al fin y al cabo, que era lo que interesaba a la "madre patria".Mas Gran Bretaña también tenía sus propios planes. Poco le interesa al gobierno inglés el libre comercio con un imperio americano irrealizable. Más concreta es la acción directa, y en junio de 1806 ataca al puerto de Buenos Aires, al cual toma por la ineptitud de las autoridades españolas. Sin embargo, los criollos argentinos, sabiendo que es peor depender de Inglaterra que de España, se empeñan en una feroz lucha hasta expulsar a los británicos. Estas noticias llegan tarde a Miranda quien después de un periplo por las colonias inglesas en el Caribe, llega a Londres al 28 Grafton Street, donde le esperan su mujer, Sarah Andrews y sus hijos Leandro, nacido en 1803 y Francisco nacido en 1805. Es el último día de 1807.En 1808, el infatigable caudillo continúa su nutrida correspondencia y nuevos intentos proclaman el ardiente deseo de los americanos por su independencia de España. Aquí aparece una nueva faceta del héroe (en su expedición a Venezuela había llevado la primera máquina de imprenta), quien finida en Londres "El Colombiano" cuyos primeros cinco números comienzan a circular en 1810.
XVI.- El 19 de abril de 1810
En Venezuela, como en el resto de América Latina el poder español, cada vez más ficticio y alejado de nuestra realidad, produce como efecto natural de que los criollos, los dueños del poder económico aspiren al poder político. Ya Haití se había separado de Francia, pero de una manera diferente, en 1801. En Venezuela estalla la Revolución el 19 de abril de 1810, con el pretexto de que el Rey de España se había sometido a Napoleón y abdicado en Bayonne, a favor del hermano del Emperador, José. Los criollos venezolanos enmascaran la independencia con la constitución de una "Junta Conservadora de los Derechos de Femando VII", para movilizar a los más tímidos. Como reguero de pólvora siguen otros movimientos en capitales y ciudades importantes de nuestra América, pues la idea era la misma en todos: los criollos al poder. Caracas envía a los hermanos neogranadinos como su emisario, al sacerdote chileno Cortés de Madariaga, a Estados Unidos a Juan Vicente Bolívar, Telésforo Orca y a José Rafael Revenga. A Londres envía a Simón Bolívar, Luis López Méndez y a Andrés Bello. Este último grupo no lleva instrucciones expresas de comunicarse con Miranda, aunque éste ya ha sido enterado del movimiento por el Marqués del Toro. Estando en Londres, Bolívar toma de su cuenta esa iniciativa. ¡Cuán conmovedor debió resultar el encuentro de los tres más ilustres caraqueños de todos los tiempos: Miranda, de la generación precedente y Bolívar y Bello de la generación ascendente!
XVII.- ¡Al fin Venezuela!
El precursor inicia la labor de contactar a los bisoños embajadores venezolanos con toda persona políticamente importante hay en Londres, sin olvidar las caminatas culturales a museos, bibliotecas, los grandes centros de cultura británicos. Bolívar, cumplida su misión, regresa a Venezuela a mediados de septiembre, Pero Miranda es impedido de salir por el gobierno inglés, y sólo lo logra, valiéndose de subterfugios y amigos, el 10 de octubre.Es recibido en La Guaira por el propio Bolívar, designado a ese propósito por el Secretario de la Junta de Gobierno, Juan Germán Roscio. La familia Bolívar le presta alojamiento en su casa. Pero al parecer pocas cosas han cambiado en esta ciudad. Los mantuanos siguen viendo de reojo al ahora cargado de gloria Mariscal de la República Francesa. Roscio, apenas oculta su desconfianza por sexagenario héroe, ya demasiado cansado para continuar luchando contra la tremenda duda que le rodea y que él trata de obviar por el bien supremo de Venezuela.Sin embargo, se convierte en el más ferviente animador de la declaratoria de la Independencia, pero es tal la inquina de los criollos que apenas el gran amigo de Jefferson, Hamilton, Knox, el filósofo Bentham, el músico Haydn, el Teniente General de la República Francesa logra la diputación por el diminuto pueblo de El Pao de Barcelona y así firma el Acta de Declaración de la Independencia de las siéte provincias de Venezuela, el 5 de julio de 1811. El poder ejecutivo está integrado por tres criollos, nadie recuerda que él, más que nadie, merece presidir ese triunvirato. Apenas se le comisiona para algo que ya ha hecho: diseñar la bandera nacional que será hasta hoy la misma de tres repúblicas bolivarianas, con ligeras variantes.El clero criollo apenas lo soporta porque le endilgan el calificativo de masón (el aro girondino, que aún conserva como recuerdo de una de sus mayores glorias, es mal interpretado como símbolo masónico) o el de libre pensador y ateo. Los grandes cacaos le envidian descaradamente, Roscio, por ejemplo, le mira con sospecha, desagrado, odio (y, acaso, envidia), salvo la familia Bolívar, Cortés de Madariaga, Francisco Antonio (Coto) Paúl y otras figuras de más luces dentro de la Sociedad Patriótica tratan de entender al anciano general. Pero, sobre todo molesta, su acento marcadamente francés, pues ya para esa época el héroe, a fuerza de hablar cotidianamente ese idioma y el inglés, piensa en ellos para después "traducir" al castellano. En una palabra: ¡se le considera un extranjero entrometido! Sin embargo, el pretendido extranjero hace traer del exterior su mayor tesoro: sus baúles cargados de correspondencia, mapas, proyectos de Constituciones y leyes y hasta un método para optimizar la siembra del cacao.El "bochinche" no se hace esperar: continuos alzamientos armados han de ser atendidos: canarios, criollos, pardos y blancos realistas, todos bajo el pretexto de que el pobre Rey de España ha sido desplazado y sometido a la Francia Imperial. A seis días de la independencia los canarios se alzan a nombre del Rey y de la Santa Inquisición contra los "traidores" en la propia Caracas, en la sabana del Teque (hoy La Pastora). Afortunadamente se trataba de gente sin apoyo y en pequeños grupos que eran rápidamente reducidos. El peligro real estaba en Valencia y en la propia Caracas, además de que Coro, Maracaibo y Guayana no pertenecían a las "Provincias Unidas de Venezuela" y no se adhirieron a ellas. Sin embargo, el movimiento atrajo a un grupo de extranjeros que traían nuevas ideas al país y comenzaron a llegar a finales de 1811.
XVIII.- La Capitulación de San Mateo
A comienzos del fatídico 1812, en febrero ocurre el alzamiento en Coro de Domingo Monteverde, quien rápidamente ataca y el 23 de marzo es recibido como un héroe en Carora. Tres días más tarde, ocurre un terremoto que afecta precisamente a las principales ciudades de las Provincias Unidas: Caracas, Mérida, Trujillo, Puerto Cabello, Barquisimeto, San Carlos y San Felipe. Por mera coincidencia el terremoto ocurre en día Jueves Santo, (Jueves Santo había sido el 19 de abril de 1810). El Clero pro-realista, encabezado por Narciso Colí y Pratts anuncia "Jueves Santo la hicieron, Jueves Santo la pagaron", atribuyendo el terremoto a la Justicia divina como castigo por la separación de España (solamente Coro quedó indemne). Los realistas ocultos aprovecharon el hecho natural para iniciar sus movimientos armados. Muchos patriotas habían muerto en las regiones afectadas y la superstición hizo que anteriores patriotas abrazaran la causa del Rey de España.El Congreso designó al Marqués Fernando Rodríguez del Toro, para enfrentar a Monteverde, pero el jefe venezolano pronto demostró su incapacidad militar y fue derrotado por lo cual, a pesar 'de todo, debieron acudir al experimentado Miranda. Ante el avance de Monteverde, los patriotas de Valencia abandonaron la ciudad a la cual entró Monteverde como un salvador. Militarmente se trataba entonces de sitiar a la ciudad plaza muy importante porque abría la ruta hacia Puerto Cabello, el bastión patriota.En el ánimo de oficial europeo de Miranda no estaba tomar la ciudad directamente por la fuerza y por ello dirigió una proclama a los valencianos para que ellos mismo expulsaran a Monteverde. Imbuido de los códigos de honor militar de ejércitos como los de Francia, Austria, Prusia o Inglaterra, el anciano General llamó a consulta a quienes le enviaron contra Valencia. El Presidente Francisco Espejo envió a Maracay, como su representante nada menos que a Juan Germán Roscio, enemigo velado de Miranda. Mientras tanto, se otorgó a éste el carácter de Dictador y Generalísimo de los ejércitos republicanos, quien como tal fijó el centro de operaciones en La Victoria, acceso obligatorio hacia Caracas.Mientras tanto la anarquía cundía. En Curiepe un alzamiento de esclavos atacaba por igual a patriotas y a realistas, con la mayor saña, destrucción, violaciones rapiña. Para colmo, la plaza de Puerto Cabello, la más importante de la República se pasó a los realistas aprovechando la ausencia de su comandante, el Coronel Simón Bolívar (30 de junio de 1812) y la traición de su segundo al mando, el canario Francisco Fernández Vinoni. Los realistas ocuparon Choroní y Ocumare de la Costa. Al saber Miranda la caída de Puerto Cabello comentó textualmente "Tenez: Le Vénézuéla est blesé au coeur" (Miren ustedes: Venezuela ha sido herida en el corazón).Mientras el país se había anarquizado por completo, el 12 de julio se reúnen en La Victoria Miranda y el Ejecutivo: Espejo, Roscio, José de Sata y Bussy, Ministro de Guerra, el Ministro de Hacienda, el traidor Marqués de Casa León y el Ministro de Justicia "Coto" Paúl, para evaluar la situación. Dadas las extremadamente difíciles condiciones del país Miranda propuso solicitar un tregua a Monteverde y todos los presentes aceptaron expresamente.La respuesta de Monteverde no se hizo esperar, ni podía sorprender a nadie: estaba dispuesto a la tregua, pero sus tropas seguirían avanzando. Semejante concepto de tregua fue rechazado por Miranda, quien contra-propuso un armisticio respaldado por árbitros ingleses (ya en camino) y comisionó a José de Sata y Bussy y a Manuel Aldao para hablar directamente con el canario. La propuesta mirandina contenía la libertad de todos los presos militares de ambos bandos, y el respeto a sus familias y propiedades; los ejércitos no se moverían de sus posiciones, pero los civiles podían trasladarse de un lado a otro dentro o filera del país en un lapso de tres meses a contar desde la fecha del armisticio. Margarita quedaría fuera de la capitulación para que los patriotas que lo deseasen se instalasen en ella. Salvo por el arbitraje inglés que quedó pendiente, Monteverde aceptó las condiciones de Miranda.El campo patriota quedaba minado por una serie de dudas: la preferencia de Miranda por oficiales europeos, (existía, por ejemplo, un cuerpo exclusivamente integrado por franceses bajo las órdenes del coronel republicano J. Du Caylá) obviamente mejor preparados. A pesar de que el ejército patriota era teóricamente mayor en número, los realistas crecían en número día a día; el país había quedado envuelto en anarquía; muchos oficiales patriotas estaban convencidos de la derrota, sólo los más jóvenes eran partidarios de seguir la lucha después del armisticio. Por último Miranda debió percibir el ambiente de desdén, odio, intriga, envidia que le rodeaba, aun entre los miembros de la Junta Suprema.Aceptada la capitulación de San Mateo, por el Ejecutivo venezolano, Miranda abandonó su cuartel general y se dirigió a Caracas, el 26 de julio. Como era normal en Europa, solicitó de Casa león, Ministro de Hacienda el pago de sus servicios, los cuales en definitiva no fueron cobrados, al menos en su totalidad. A través de su edecán, Carlos Soublette, escribió al teniente francés Pierre Antoine Leleux (cuya paternidad se atribuía, falsamente, al Generalísimo, tanto así, que Leleux permaneció al lado de Bolívar y siguió la causa patriota varios años) para que pusiera a buen recaudo sus más preciados tesoros: sus baúles cargados de libros, cartas, mapas, proyectos, en un barco británico que saldría de La Guaira (el Watson). Sus planes inmediatos eran la búsqueda de la protección inglesa para la nueva república y la compra de armamentos y municiones.Sin embargo, el 29 de julio llegó a La Guaira del bergantín de la Armada Británica "Sapphire", a enterarse de los términos de la capitulación. Sin embargo, como era de esperarse, Monteverde, marino trocado en bodeguero, carecía del concepto del honor militar, no había respetado la capitulación y avanzaba sobre Caracas y La Guaira. Leleux embarcó los célebres baúles del General (que las malas lenguas decían contenían dinero) con destino a Curazao a la Casa Robertson & Belt. También depositó al capitán del bergantin veintidós mil Pesos propiedad del General.Los jefes patriotas, fileron llegando a la Guaira, con la misma idea, retirarse estratégicamente del país. Entre ellos, Bolívar, Gregor Mac Gregor, y José Antepara.
XIX.- ¡Bochinche!
Pese al consejo del Capitán del Sapphire en el sentido de que Miranda durmiera en el barco, éste prefirió dormir en el puerto. Mientras dormía, Manuel Maria Casas, Gobernador militar patriota" del puerto y Miguel Peña, Gobernador Civil instigaron a los jóvenes venezolanos a entregar a Miranda, quien no era más que un traidor y que era preciso apresarlo. Así los jóvenes Bolívar, Juan Paz del Castillo, Antepara, Tomás Montilla, Miguel Carabaño y otros irrumpieron en la habitación donde el Generalísimo dormía y le conminaron a que se entregara porque era un traidor. En buen castellano el anciano general replicó "bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche".Los complotados lo entregaron a Casas. Esa misma mañana, 31 de julio Casas ordenó arriar la bandera patriota y sustituirla por la española. Recibió órdenes del victorioso canario de no permitir la salida de ningún patriota. Sin embargo, al parecer Monteverde consideró un favor la "entrega" del "Tirano" por lo que permitió a Bolívar salir del país.Afortunadamente, los archivos ingleses guardan el inventario de los baúles marcados en bronce "FM", que Leleux había enviado desde La Guaira y habían llegado a Curazao consignados a Robertson & Co. y que desmienten la suspicacia criolla.
A principios de 1813 Miranda file trasladado a Puerto Cabello y poco después a Puerto Rico. De allí pasó en enero de 1814 a la fortaleza de "La Carraca" en Cádiz (Cádiz de nuevo) donde murió ¡otra coincidencia! un 14 de julio (día del comienzo de la Revolución Francesa) pero en 1816.
XX.- ¿Vuelta a la Patria?
Sobre sus restos mortales se tejieron innumerables versiones. Finalmente una comisión venezolana notó en el calabozo de La Carraca un cierto descuadre de las lozas del piso. Removidas éstas, se encontraron un cajón que contenía los restos de un personaje, que el gobierno venezolano sospechó podían ser los restos mortales del Generalísimo. Se les colocó en una pieza funeraria con la bandera que el mismo Generalísimo diseñara y se especificó que se esperaba que la ciencia algún día determinara si eran efectivamente los de Miranda. Ese día llegó con la prueba del ADN (ácido desoxirribonucleico, presente en la sangre de todos los seres humanos y que, como las huellas dactilares son diferentes en cada quién). Las pruebas tomadas de los restos de los padres de Miranda que reposan en el cementerio de la Iglesia de San Francisco de Caracas y de su hijo Léandre (en el cementerio de Pe're Lachaise en Paris) han demostrado medianté la aludida prueba que la mayoría de las muestras óseas sometidas a examen en el Hospital Universitario de Lyon (Francia), pertenecen indudablemente al Generalísimo, por lo cual, gracias a la ciencia, uno de sus grandes amores, podrán trasladarse a su Caracas natal los restos del Precursor de la Independencia y de la Integración Latinoamericana para ser enterrado, quizás en un monumento distinto del Panteón Nacional, donde estaría muy acompañado, de personajes históricos de menores méritos para estar allí, sino en un monumento funerario donde sólo estuviera con Bolívar, el Libertador, y con los restos o los cenotafios del Mariscal Sucre, de Bello, de Simón Rodríguez , Rafael Urdaneta y el Dr. José María Vargas.

Lea más!